Por Marcial Rivera
La década de los sesentas estará marcada por una serie de acontecimientos mundiales que deben ser tomados en cuenta para analizar los acontecimientos que llevaron al estallido de la llamada “Guerra del Fútbol” o Guerra de las Cien Horas, entre Honduras y El Salvador. El triunfo de la Revolución Cubana marcó el inicio de la mencionada década, pues orientó entre otras cosas, la política exterior de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y de Estados Unidos, acentuando de forma profunda la guerra fría que tuvo sus inicios después del fin de la Segunda Guerra Mundial, y que tendría serias consecuencias para todo el mundo. Además de esto la Revolución Cubana fue un precedente a nivel latinoamericano que alentó las luchas sociales que se gestaban y que darían paso al protagonismo que ocupó el movimiento social en los setentas y que desembocó en los conflictos armados internos en Centroamérica.
El contexto internacional
En 1961 se produce la invasión a la Bahía de Cochinos, en las costas Cubanas, en un intento de asestar un fuerte golpe al incipiente gobierno Revolucionario, y derrumbarlo, lo cual en 1962, genera la llamada “Crisis de los Misiles” en Cuba, que a nivel internacional generó serias tensiones, entre la URRS y EE.UU., y que casi desemboca en la tercera guerra mundial. Este hecho, aunque de forma aislada, tendrá relación con la invasión estadounidense a Vietnam y el rechazo mundial a esta intervención, incluyendo las repercusiones en la política doméstica de Estados Unidos, originándose diferentes manifestaciones del movimiento hippie en protesta por la invasión a Vietnam. En 1967 el ejército Boliviano, y la Central de Inteligencia Americana (CIA) asesinan al Guerrillero Heroico Ernesto “Che” Guevara. En 1968, el Movimiento revolucionario estudiantil, fue duramente reprimido por el gobierno de México, en Tlatelolco --la Capital Azteca-, dándose múltiples violaciones a derechos humanos, que continúan en la impunidad.
Para el caso de Centroamérica, el proceso de integración económica, marchaba en términos aceptables, pues en la parte propia de la integración, se tuvo éxito, no así en la que concierne a erradicar la pobreza y los otros problemas, que derivan de esto. Por otro lado, con las grandes desigualdades entre exportaciones e importaciones, tal como se señala en el tomo II del libro de Historia de El Salvador, del Ministerio de Educación, no se lograron los objetivos planteados al cien por ciento: “En Primer Lugar, se agudizó el fenómeno conocido como el deterioro de los términos de intercambio. Este consistía en que los productos que Centroamérica compraba de los países desarrollados, en su mayoría manufacturas, aumentaban de precio, mientras que los precios de los productos de exportación centroamericanos se mantenían constantes o tendían a bajar. En Segundo lugar, la demanda por los productos de exportación centroamericanos en los países desarrollados no aumentaba significativamente a largo plazo, impidiendo así las posibilidades de expansión económica basadas en la exportación de productos agrícolas.”
Los orígenes del conflicto
A lo largo del Siglo XX –y por diferentes razones- las migraciones en Centroamérica han sido un fenómeno constante, de altas y bajas debido a auges económicos suscitados en diferentes épocas. La distribución de la tierra en El Salvador, ha sido siempre desigual, lo que por muchos años obligó a cientos de salvadoreños a buscar opciones laborales en territorio hondureño fronterizo. Las tensiones entre el gobierno Salvadoreño y Hondureño estallaron cuando al originarse la reforma agraria en Honduras, se expulsa a cientos de salvadoreños de su territorio y se les despoja de sus tierras, produciéndose una invasión militar por parte de El Salvador, con el objetivo de llegar a Tegucigalpa. Es importante resaltar, que al darse el embargo económico por parte del gobierno Estadounidense a Cuba, se buscan otros proveedores agrícolas, a quien comprar los productos que antes eran comprados a la nación Caribeña. El Mercado Común Centroamericano (MCCA), es entonces producto y creación del gobierno estadounidense, como una estrategia de reordenar y reorientar las economías centroamericanas, en función de suplir algunas necesidades en el mercado estadounidense.
Por otro lado, la industrialización de la economía Salvadoreña, y la consolidación de su burguesía le ponían a la vanguardia de la Región, pues tanto El Salvador, como Guatemala, contaban con la infraestructura adecuada para llevar a cabo el proceso de Integración, y obtener grandes ventajas a raíz de contar con esta infraestructura.
Los protagonistas del conflicto, -Fidel Sánchez Hernández, presidente Salvadoreño y Osvaldo López Arellano- buscaron la resolución del conflicto, al ver que se había salido de las manos y en ánimo de proteger a los grupos que detentaban el poder en ambos países.
Los hechos que subrayaron las tensiones
Honduras pone restricciones a los productos salvadoreños. Acción dirigida por la burguesía hondureña, en aras de proteger la industria interna, y afianzarse cada vez más en el mercado hondureño. Otro punto importante a resaltar, es que la débil burguesía de Honduras no supo posicionarse en un papel protagónico dentro del MCCA, y además adquirió deudas con el resto de países de la región, pues importaba mucho y exportaba poco. Estas vicisitudes del MCCA hicieron que se desatara la guerra entre las dos naciones centroamericanas, que fue claramente una guerra entre dos burguesías, dirigidas por los gobiernos de ambos países, y que estos erróneamente, hicieron creer que era una guerra que involucraba a los pueblos.
Aunque no debe dejarse de lado, que la masiva migración de Salvadoreños a territorio Hondureño, también contribuyó a caldear los ánimos; además de los partidos de fútbol rumbo a México 70, en lo que tuvieron participación de aficionados de ambas selecciones; esto era una clara muestra de un nacionalismo exacerbado, en donde se evidenciaba no solo la rivalidad en lo futbolístico, sino el resentimiento existente, lo anterior como parte de la planificación de un conflicto armado que se veía venir. Esta coyuntura futbolística correspondió a la alienación de las masas, y sirvió como distractor en ambos países de los conflictos sociales internos que existían, por la problemática de la tierra y otros problemas que marcaban la agenda de los gobiernos, pero que rehusaban a atender.
Para el caso de Honduras, a principios del siglo pasado, cuando su situación económica era bonancible, muchos salvadoreños emigraron al vecino país. Por otro lado el entonces presidente López Arellano, tenía serios problema de inversión pública y deuda. El problema de la distribución de la tierra era también otra dificultad que tenían ambos países, y sobre el cual, se venían reclamando serias reformas, en torno a este problema, por parte de organizaciones sociales, que reivindicaban esta bandera de lucha. Entre Huelgas, protestas y tomas de calle, Honduras estaba al borde del caos. La situación en El Salvador, tampoco era tan alentadora, y de alguna manera la guerra, -si bien es cierto fue producto de las diferencias entre ambas burguesías- también fue aprovechada por los respectivos gobiernos para centrar la atención en ese conflicto, y desviarla de los problemas internos de cada Estado.
El 26 de junio de 1969, Honduras de forma tajante rompe relaciones diplomáticas con El Salvador, y a cuyo gobierno tildó de “genocida” lo que dio producto al llamamiento a la Unidad Nacional, por parte de diferentes organizaciones y Partidos Políticos, incluyendo la posición vergonzosa de la “izquierda” y el Partido Comunista Salvadoreño (PCS), también la Asociación General de Estudiantes Universitarios (AGEUS), que llamó a los estudiantes universitarios a integrar las filas del ejército para “defender la patria”.
Conclusión
Al finalizar la guerra, del fútbol o “guerra de las cien horas” y firmarse la paz entre ambas naciones en Lima, Perú, se crean ciertas expectativas hasta cierto punto irreales, respecto a la situación en la que quedarían ambos países. Por un lado en cuanto a lo económico, se rompe con el MCCA, de cuya estructura se beneficiaba El Salvador, convirtiéndose en la vanguardia industrial de Centroamérica. Por el otro se avizoraban soluciones efectivas a los conflictos sociales que embargaban a ambos Estados –incluyendo los conflictos de carácter limítrofe, por el tema de los “bolsones” (áreas fronterizas sin definir dueño) y que posteriormente serían resueltos en La Haya-. Tales expectativas no se cumplieron, más bien sirvieron de detonante, generando intentos de guerra armada, en Honduras, y de tensiones sociales en los setentas en El Salvador, que posteriormente darían paso a la guerra civil abierta en la década de los ochentas.
En dicho conflicto, se hizo creer que era una guerra entre pueblos y no entre burguesías. Las consecuencias, para la región –además del rompimiento del MCCA- fueron de carácter económico, social, político, limítrofe y otros que derivaron en otras tensiones sociales, en ambas naciones. Es necesario recordar estos hechos y el contexto en que se dieron para que no se repitan, y procurar la reunificación de los pueblos, para el caso de Centroamérica, por medio de un Estado Federal Socialista, en el que coexistamos como hermanos y hermanas, construyendo permanentemente, sociedades distintas a las actuales.