Por Orson Mojica
Centroamérica fue en la década de los años 80 del siglo pasado, una región convulsionada por un poderoso proceso revolucionario que estremeció los cimientos de la dominación imperialista.
Después de 20 años de derrotas, retrocesos del movimiento de masas y de aplicación de ajustes neoliberales, Centroamérica vuelve a ser noticia, pero esta vez se destacada como la región mas violenta del mundo, zona de transito de los carteles del narcotráfico y donde existe la tasa mas alta de criminalidad del mundo: 85 (Honduras), 65 (El Salvador) y 41 (Guatemala) homicidios por cada 100.000 habitantes.
Vigilando el patio trasero
Debido a que ya no existen guerrillas ni poderosos movimientos de masas antimperialistas en Centroamérica, en los últimos años Estados Unidos ha realizado intensos cabildeos y movimientos diplomáticos en aras de reagrupar, dirigir y coordinar a los ejércitos centroamericanos en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. Al desparecer los enemigos de antaño, ahora la prioridad de Estados Unidos es garantizar la seguridad en su patio trasero.
A mediados del 2008, el gobierno de Estados Unidos concibió el Plan Mérida como una ayuda militar extraordinaria para combatir el narcotráfico en México. Posteriormente, en una mini cumbre regional realizada en Guatemala, en marzo del 2010, Hilary Clinton anunció el lanzamiento de la Iniciativa de Seguridad Regional Centroamericana (CARSI, en inglés)
En Junio del año 2011 se realizó primero la 41 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en El Salvador, y después la Conferencia Internacional de Apoyo a la Estrategia de Seguridad de Centroamérica, celebrada en la Ciudad de Guatemala por el Sistema de Integración Centroamericana (SICA). En ambas reuniones el tema central fue la lucha contra la violencia y el crimen organizado.
La insólita propuesta de un derechista
El nuevo presidente de Guatemala, el derechista Otto Pérez Molina, sorprendió a muchos al proponer en sus primeros discursos, después de la toma de posesión, la despenalización de las drogas, como un mecanismo efectivo para combatir el narcotráfico y la violencia imperantes, sin especificar que tipos de drogas, si se trataba de una amnistía para los consumidores, o si abarcaba también la producción y comercialización de todo tipo de drogas.
La estrategia mediática de Pérez Molina le dio buenos resultados. Todavía no queda claro si la propuesta de despenalización de las drogas es una sincera política de combate al narcotráfico, o si se trata de un política para insertar a sectores burgueses vinculados al narcotráfico y lavado de dinero al circuito del mercado guatemalteco, o si estamos ante un vulgar mecanismo de regateo o negociación con el gobierno de Estados Unidos. No podemos olvidar que desde 1977, debido a las múltiples violaciones de los derechos humanos por parte de los gobiernos militares, existe un embargo de armas sobre el gobierno de Guatemala.
¿Recuperando el liderazgo regional?
Pérez Molina ha articulado un discurso populista de centro derecha que pretende devolverle a Guatemala el rol de nación líder en la región centroamericana, para frenar la influencia de los gobiernos de “izquierda” del FSLN en Nicaragua y del FMLN en El Salvador.
Para recuperar el rol que tradicionalmente ha jugado Guatemala en la política centroamericana, el gobierno de Pérez Molina intenta frenar o superar la crisis del Estado, y de paso combatir a los pequeños pero poderosos ejércitos del narcotráfico. Para lograr este objetivo estratégico necesita rearmar al ejército de Guatemala, una visión que no es compartida plenamente por Estados Unidos.
Mientras Pérez Molina discursaba sobre la despenalización de las drogas, Harold Caballeros, canciller guatemalteco, se reunía con Hilary Clinton para discutir el tema del embargo de armas, y al finalizar la reunión dijo que “Para nosotros es bien importante que se dé ese levantamiento (del embargo), que es como un castigo político (…) Tuvimos la respuesta de que ellos ciertamente le van a poner atención. Ya hemos llenado la lista de requisitos que nos habían pedido”. (El Heraldo, 21/02/2012)
El murmullo de los presidentes
No obstante, la propuesta de Pérez Molina ha revuelto el avispero. La vicepresidenta Roxana Baldetti realizó una gira por Centroamérica, promoviendo la política de despenalización de las drogas, antes de la realización de la conferencia del SICA en Tegucigalpa, a la que asistió el vicepresidente Joe Biden. Casi todos los presidentes centroamericanos manifestaron, al menos, estar de acuerdo con debatir el tema, lo que representa, sin lugar a dudas, una victoria diplomática de Pérez Molina.
Mauricio Funes, presidente de El Salvador, al inicio tuvo una posición ambivalente pero el final se retractó: “Mientras se mantenga Estados Unidos, junto con la Unión Europea, como mercado consumidor más grande del mundo, el problema de la producción y del contrabando de droga seguirá en El Salvador (…)”(Prensa Grafica, 05/03/2012)
Pero al día siguiente dijo: "Yo ya fui muy claro: no estoy de acuerdo con la despenalización de la producción, tráfico y el consumo de la droga, porque eso convertiría a la región en el paraíso del consumo (...) existen otras medidas que podemos poner en práctica en forma coordinada". (Prensa Libre 06/03/2012)
Porfirio Lobo, presidente de Honduras, inicialmente se opuso a la propuesta de Pérez Molina, pero después manifestó estar “dispuestos a que se abra el debate, a que se abra el diálogo y que se encuentre una salida regional (…)”.(El Heraldo, 02/03/2012)
Daniel Ortega, de manera parca, declaro que “(Tenemos) la disposición de incorporarnos a un diálogo centroamericano para abordar el tema (…) nosotros compartimos totalmente la preocupación (...) del gobierno de Otto Pérez”. (Prensa Libre, 01/03/2012)
Laura Chinchilla, después de la reunión con Baldetti, expresó: “Costa Rica le dice sí a un debate serio y riguroso que vaya más allá de sí a la despenalización o no”. (Prensa Libre, 01/03/2012)
Todos los presidentes centroamericanos aceptan debatir el tema, pero ninguno se atreve a tomar medidas unilaterales y soberanas. Todos esperan que todos lo hagan, nadie da el primer paso.
Biden: discutan lo que quieran… pero no!
Antes de la reunión del SICA en Tegucigalpa, Janet Napolitano, Secretaria de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, realizó una gira preparatoria, visitando todos los países de Centroamérica, estableciendo acuerdos previos, excepto en Nicaragua. Posteriormente, Joe Biden, vicepresidente de los Estados Unidos, viajó primero a México y después a Honduras.
No obstante, desde Washington, Dan Restrepo, el funcionario de la Casa Blanca de mayor rango para asuntos sobre América Latina, lanzó la orientación imperial: “El gobierno del presidente Barack Obama ha sido claro en nuestra oposición a la legalización o despenalización de las drogas ilícitas”.(Prensa Libre, 05/02/2012
Desde México, antes de arribar a Honduras, Joe Biden puso punto final a la discusión que apenas se iniciaba, al declarar “No hay ninguna posibilidad de que la administración de Barak Obama cambie su política (…) Cada país que ha experimentado con legalización o despenalización del consumo de drogas, la parte de la población que consume sustancias ilegales crece”. (Prensa Libre, 06/03/2012)
De manera imperceptible, poco a poco, Pérez Molina fue abandonando su posición inicial: “Hay consenso para discutir y debatir, no necesariamente sobre la despenalización, pero sí para debatir y encontrar otros caminos. Eso fue lo que escuchamos en la mesa. Estamos haciendo la invitación para el sábado (24 de marzo) en Antigua Guatemala, para poder profundizar un poquito más en el tema”. (Siglo XXI, 07/03/2012)
Impotencia de la Cumbre del SICA
Biden arribo a Honduras aterrizando en la base militar yanqui en Palmerola, lo que nos hizo recordar esa llaga sangrante en Centroamérica.
Respondiendo a las criticas sobre la responsabilidad de los países consumidores de drogas, Biden recalcó que “en Estados Unidos invertimos para reducir la demanda de drogas y recortar el flujo ilícito de dinero y armas, que contribuyen a la delincuencia y violencia en la región; es nuestra responsabilidad” (Prensa Libre 7/03/2012)
Ante la mano menesterosa de todos los gobiernos centroamericanos, Biden apenas se comprometió a solicitar al Congreso de Estados Unidos que apruebe otros US$107 millones para el año 2013. No se trata de nuevos fondos sino del presupuesto aprobado para el CARSI.
Biden más bien sugirió buscar fondos en el sector privado: “El ingrediente imprescindible provendría de Centroamérica, en la forma de acciones que emanarán del Gobierno, la sociedad civil y el sector privado (…)”
La cumbre de presidentes convocada por el SICA significó un paso mas hacia adelante en la estrategia norteamericana de reagrupar a los ejércitos centroamericanos tras de si, en la lucha contra el narcotráfico.
El informe del general Fraser
Mientras los presidentes debatían amigablemente, el general Douglas Fraser, jefe del Comando Sur, compareció ante la comisión para fuerzas militares de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, confirmando que “la violencia continúa aumentando en América Central, y allí es donde nos estamos concentrando (…) Creemos que las fuerzas militares en Guatemala, Honduras y El Salvador seguirán jugando un papel importante en materia de seguridad doméstica en los años venideros”. (Prensa Gráfica, 07/03/2012
Pero Fraser considera que la utilización de los ejércitos es algo temporal, como un “paso intermedio”. “No creo que una tendencia a largo plazo en la que las Fuerzas Armadas estén implicadas en tareas relacionadas con el cumplimento de la ley sea una buena solución (...) nosotros no defendemos una solución militar”. Estados Unidos aboga por ayudarles “a construir las capacidades policiales y judiciales y ayudarles a resolver las condiciones subyacentes que alimentan la violencia”. (La Tribuna, 08/03/2012)
Aquí tenemos una síntesis de la estrategia imperialista en relación a las fuerzas armadas de los países asediados por al narcotráfico: utilización temporal de los ejércitos, no su fortalecimiento, para no generar corrientes nacionalistas en ellos. La tendencia a nivel mundial es fortalecer las policías como órganos de represión, fortalecer aparatos que no tengan capacidad militar ofensiva para que el ejército de los Estados Unidos sea el único gendarme mundial.
Gobiernos limosneros
La Cumbre del SICA evidencio más la crisis de los artificiales Estados en Centroamérica, más que una reunión de gobernantes pareció una revuelta de limosneros: todos los gobiernos se arremolinaban y extendían la mano, solicitando apoyo económico a Estados Unidos
Mientras Mauricio Funes reclamaba suavemente el “apoyo decidido, resuelto, del gran hermano norteamericano”, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, alzó su solitaria voz para reclamar el incumplimiento de los acuerdos de las pasadas cumbres: “En la reunión que se realizó en junio del año pasado en Guatemala (…) se presentaron una cantidad de proyectos que suman 330 millones de dólares, y que es lo que está disponible; en estos momentos de los 1,930 millones comprometidos, lo que está disponible solo son 80 millones para toda Centroamérica”.( El Tiempo, 07/03/2012)
Bancarrota de los gobiernos
Y esa es la realidad de la lucha contra el narcotráfico en Centroamérica: los gobiernos no tienen estrategias ni recursos propios, por lo que deben engancharse en el último vagón de la desvencijada locomotora norteamericana, o ser carcomidos internamente por los ejércitos del narcotráfico. O se suman bajo sus condiciones o desaparecen.
Debido a los altos índices de violencia, descomposición social, y actividad de los carteles de la droga, la izquierda y la clase trabajadora Centroamericana debe comenzar a discutir el programa y la política que debemos impulsar para combatir estos males que aquejan a la población mas pobre