La pandemia del coronavirus ha destapado de un solo golpe la crisis soterrada capitalista, desnudando la bancarrota de los servicios de salud. En Centroamérica, la pandemia ha estremecido los cimientos de los artificiales y derruidos Estados nacionales, y ha mostrado la verdadera situación de la salud pública.

Las medidas adoptadas por los diferentes gobiernos, “estado de calamidad” en Guatemala, cuarentena en El Salvador, “Toque de queda” en Honduras, Emergencia Nacional en Costa Rica, Ley de Emergencia en Panamá, --salvo el conocido caso de la dictadura Ortega-Murillo que ha optado por la “inmunidad colectiva”--, están resultando insuficientes para contener la pandemia, y resolver la enorme crisis económica que ha generado.

Los gobiernos tomaron medidas excepcionales creyendo que la pandemia podía ser controlada en uno o dos meses, pero las diferentes informaciones nos muestran que el virus está mutando y que debemos prepararnos para una prolongada crisis sanitaria. En los lugares donde pandemia ha sido controlada o erradicada, como China, Corea del Sur, se están produciendo rebrotes. Todavía no está claro si las personas que han logrado vencer al virus y obtener algún grado de inmunidad, podrán resistir un nuevo rebrote de la enfermedad.

En Centroamérica, los servicios de salud pública están en los suelos. Los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud están en la primera línea de fuego contra la pandemia, muchos de ellos vestidos en harapos. Ninguno de los sistemas de salud pública estaba preparado para resistir semejante embestida del coronavirus. Por muchos heroísmo y sacrificio desplegado por el personal sanitario, quienes resienten toda la crisis es la población, sobre todo los más pobres.

Esta precariedad de los sistemas de salud púbica ha obligado, en medio de la pandemia, a muchos médicos y enfermeras a protestar por la falta de Equipos de Protección Personal (EPP). En todos los países, el personal sanitario, sin dejar de trabajar en jornadas extenuantes, ha tenido que protestar por la falta de gabachas, guantes, mascarillas, protectores, etc. Y lo que es más grave, ya has casos, en todos los países, de contagio del personal sanitario, por la falta de protección.

Estas protestas las hemos visto en El Salvador, en Honduras y ahora recientemente en Guatemala. En Nicaragua la dictadura no solo oculta las cifras de contagios y muertes, sino que no brinda EPP a los trabajadores de la salud, lo que ha provocado la protesta de cerca de 500 médicos. En Guatemala, el gobierno de Giammattei abrió un hospital temporal en el parque de la Industria, para atender a personas enfermas por coronavirus. El contagio de una parte del personal sanitario, incluso en hospitales permanentes como en Villanueva, obligó a las autoridades de salud a enviar a cuarentena a médicos y enfermeras. Como estos han protestado por la falta de EPP, se ha montado una campaña en contra de las protestas. Algo similar ha pasado, a un nivel más discreto, en El Salvador y Honduras.

Si el personal sanitario cae por contagio, entonces habremos perdido la batalla contra el coronavirus, porque la población quedara absolutamente desprotegida. Los reclamos del personal sanitario es apenas la punta del iceberg de un desplome de los servicios de salud, con consecuencias terribles para la población. E

Mientras tanto, se continúan cerrando empresas, cerrando puestos de trabajo, recortando salarios, etc. Los trabajadores todavía no han iniciado luchas por que la necesidad de sobrevivencia individual y familiar, ha primado por encima de la sobrevivencia colectiva.

Las protestas del personal sanitario son las primeras manifestaciones de lucha de los trabajadores, las que tienden a generalizarse en la medida en que la recesión de la economía capitalista mundial abatirá las frágiles economías de los Estados en Centroamérica.

En términos generales, ha prevalecido la paciencia, la resiliencia y la ilusión de que la pesadilla de la pandemia terminará pronto. No obstante, sin caer en el catastrofismo, alertamos que la situación continuará caótica por un periodo de tiempo indeterminado, y tendremos que luchar contra los embates del virus y de la crisis económica.

Llamamos a los trabajadores a desarrollar la más amplia unidad de acción para defender los puestos de trabajo y los salarios, a luchar junto al personal médico y hospitalario para que los Estados reorienten sus presupuestos para invertir más en la salud pública.

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