Por José René Tamariz Corea
El proyecto de ley de presupuesto para el año 2015 ha generado una amplia y fuerte discusión en el país. Dicho presupuesto crece, respecto al año 2014, un 18,9%, lo cual ha creado alarma en los sectores neoliberales. Sin embargo, según fuentes oficiales, semejante incremento, en gran parte, se explica por los gastos en amortización por un 48,2% de la deuda pública. Entonces, el servicio de la deuda, amortización y pago de intereses, crece en el nuevo presupuesto un 38,6%. Si se excluyen estos pagos, el presupuesto sólo crecería un 10,9%, es decir, que esos gastos representan el 8% del incremento del presupuesto. Este es el resultado del creciente endeudamiento tanto interno como externo que realizaron los gobiernos del PLN desde el año 2009. La deuda del gobierno central es de un 37,4% respecto al PIB, mientras que toda la deuda del sector público representa un 54,6%.
En realidad, los rubros que crecen significativamente en el plan de gastos para el año 2015 son el servicio de la deuda en un 38,6%; el ministerio de agricultura, en un 24,6%; el ministerio de comercio exterior, un 18,1%; educación en un 13,6%; el ministerio del trabajo, en un 12,6% y las pensiones en un 11,5%. De todos ellos, los aumentos, en términos absolutos, mayoritarios lo constituyen los de servicios de la deuda, educación, pensiones y trabajo.
Presupuesto: Ingreso, Gasto Público y Endeudamiento
El presupuesto de la República para el año 2015 se financiará en un 53% con recursos financieros obtenidos de los impuestos, mientras que el 47% restante se obtendría mediante endeudamiento interno y externo. Los ingresos del Estado son insuficientes, producto de la bajísima carga tributaria del 13% del PIB, para financiar los planes de gastos del gobierno. Esa insuficiencia creciente de los ingresos estatales, llevó a los dos gobiernos anteriores del PLN a triplicar la deuda bonificada a partir del año 2009 hasta el 2012, representando para ese año el 51,2% del PIB. La diferencia entre los insuficientes ingresos del Estado y sus gastos, cada vez mayor, produce el denominado déficit fiscal que, para su financiamiento, el gobierno ha venido recurriendo de forma sistemática y creciente al endeudamiento público, lo cual acarrea nuevas presiones sobre las finanzas públicas y la economía nacional.
El Déficit Fiscal: Un Problema Cíclico y Crónico
La historia económica de Costa Rica de las últimas cuatro décadas indica que el problema del déficit fiscal se ha convertido en una cuestión permanente y crónica, es decir, es un problema estructural del sistema capitalista en Costa Rica.
Veamos. En el año 1980, en medio de la crisis fiscal y económica, el déficit fiscal fue del 8,2% respecto al PIB; una década después, en el año 1990, había bajado al 4,4%; nuevamente en el año 1994, ese déficit se incrementó hasta el 7%, para el año 2000 se ubicaba en el 3,8%; una década después, en el año 2010 era del 5,4%; para el presente año 2014 se tiene previsto un déficit cercano al 6% y para el 2015 se prevé un 6,6%.
Por tanto, como se puede observar, con base en la información anterior, el Estado costarricense han convivido siempre, excepto los años 2007 y 2008 que hubo superávit fiscal (0,6% y 0,2%, respectivamente), con déficits fiscales. El déficit fiscal en el año 1994 fue incluso, mucho más grande que el actual, mientras que el del año 2010 fue un poco inferior al actual y el país no estuvo ni en crisis fiscal, ni al borde de la bancarrota o la catástrofe, en esos periodos, tal como lo quieren hacer aparecer actualmente los neoliberales.
¿Cuál es el Trasfondo del Debate del Presupuesto de la República?
El proyecto político de Luis Guillermo Solís es “recuperar” el Estado social de derecho o de un Estado benefactor potente, según las propias palabras del Presidente de la República. En la dirección de darle oxígeno a ese proyecto, que es como revivir un muerto, el gobierno elaboró y diseño un presupuesto para incrementar el financiamiento de sectores sociales y actividades económicas estratégicas que constituirían la base social de su proyecto político. Es por ello, que negoció un convenio de FEES con los rectores de las cuatro universidades públicas, en el cual se compromete a incrementar en un 14% el presupuesto de dichas universidades y, a su vez, estas se comprometen a colaborar con el gobierno en diversas áreas. Asimismo, le aumenta en un 24,6% el presupuesto al Ministerio de Agricultura y Ganadería para fortalecer el área de la producción nacional de alimentos básicos.
Por otro lado, el Presidente de la República, pretende desarrollar su proyecto político en un ambiente de “paz social”, la cual busca alcanzar a través de algunas “concesiones materiales” a sectores sindicales claves, tales como otorgar reajustes salariales acordes con los niveles de inflación, tanto para el presente año como para el año 2015; para ello se presupuestó para el próximo año un alza salarial del 9,9%. Esta política que, constituye un intento serio de consenso y colaboración de clases con las dirigencias sindicales, es cuestionada por diversos sectores neoliberales. En la comparecencia del día martes 7 de octubre en la Comisión de Hacendarios “Marta Acosta, contralora general de la República, encaró a los diputados… Sin titubeos, ella disparó contra los incrementos en los salarios públicos, pues dijo que están por encima de la inflación”. (La Nación, 8 de octubre del 2014). Obviamente, esa política de “concesiones materiales” se complementa en el terreno político con las mesas de diálogo y negociaciones intensas que el gobierno desarrolla con las cúpulas sindicales, para prevenir y desmontar procesos de movilizaciones, luchas y huelgas que ponga en riesgo su proyecto. En esto es clave el rol y función de las dirigencias sindicales.
No obstante lo anterior, el gobierno de Solís, también incrementa el presupuesto del Ministerio de Comercio Exterior (COMEX) y financia, con fondos públicos del presupuesto, a una institución privada como es CINDE, como una muestra de fortalecer también el modelo neoliberal que existe en Costa Rica. Esto refleja las intenciones quiméricas y pequeñoburguesas de Solís de hacer coexistir dos tipos de proyectos, el Estado benefactor y el neoliberal, que constituyen objetivamente proyectos contrapuestos y, por ende, inviables de realización.
Por el lado de los sectores neoliberales, puros y duros, el sector más neoliberal del gobierno, encabezado por el diputado del PAC, Ottón Solís, quintacolumnista y látigo del gobierno de Solís, pretende con su nefasta “revolución violenta y radical del gasto”, despojar el presupuesto de la República de cualquier contenido que tenga tufo social. Existe, en los hechos, una mancuerna entre Ottón Solís, el diario La Nación, las cámaras empresariales y demás sectores neoliberales por imponer drásticos recortes presupuestarios a costas de diversos sectores sociales. Ottón Solís, pretende volarse con su “megamoción” grandes montos del presupuesto para la educación, del FEES, las anualidades del gobierno central (reconocimiento de las calificaciones) y otras instituciones estatales. A esta se suma la propuesta de la Contralora de recortar los reajustes salariales para el próximo año y la revisión integral del sistema de empleo y salarios en el gobierno, léase imposición del salario único. Todos los neoliberales a pie juntillas hacer coro, esfuerzo y mociones para liquidar cualquier beneficio económico de sectores sociales contemplado en el presupuesto. Poco a poco, Luis Guillermo Solís, Presidente de la República, comienza a ceder a las presiones neoliberales y “…respaldó ayer la revisión del sistema de pago extra por año laborado (conocido como anualidad) en el Gobierno” (La Nación, martes 7 de octubre). A su vez, Helio Fallas, Ministro de Hacienda, prepara, entre otros, un proyecto de ley para revisar los salarios de los empleados públicos.
¿Se Encuentra Costa Rica al Borde de una Crisis Fiscal y Económica?
Según Ottón Solís “No se puede jugar con las finanzas públicas. Si no se hace algo radical ahora, solo será posible evitar una crisis fiscal dentro de dos años o tres años, si la economía mundial comienza a crecer en unos 2 puntos adicionales y la nuestra lo hace a tasas superiores al 6% anual…” (La Nación, 8 de octubre del 2014). Como esos dos últimos hechos económicos no se van a producir, entonces según Ottón Solís, la crisis fiscal es inevitable. Esta visión apocalíptica de los neoliberales, parecida a la versión catastrofista de corrientes seudo marxistas que plantean la crisis inminente del capitalismo, se viene anunciando desde hace varios años y todavía no ha llegado. El primer Ministro de Hacienda del Gobierno de Chinchilla, Fernando Herrero, frente al déficit fiscal del 5,4% del año 2010 planteo en aquella época, que “… Si la reforma fiscal no pasa, estamos al borde de una crisis seria de carácter fiscal”. (La Nación, 25 de febrero del 2011). La historia se repite, no como tragedia sino con nuevos comediantes. Las diferencias entre los déficits fiscales del año 2010 y el proyectado para el 2014 no son sustancialmente diferentes, pero han pasado casi 4 años, desde aquella “previsión” de la “seria crisis fiscal” y ésta no ha llegado. Entonces, las “previsiones” de Ottón Solís, no son más que una nueva versión de la política del miedo, para imponer las nefastas políticas neoliberales.
El déficit fiscal hay que reducirlo mediante impuestos a los exportadores, la eliminación de las exoneraciones fiscales a sectores económicos poderosos y el combate a la evasión fiscal, para evitar problemas económicos hacia el futuro. La solución para disminuir el déficit fiscal no es mediante las recetas de los neoliberales, recortes de los gastos sociales y eliminación de las conquistas sociales. El déficit fiscal y sus consecuencias, los neoliberales, lo enarbolan y sobredimensionan en su provecho, para implementar sus políticas en contra de los trabajadores en general, y, en particular, contra los trabajadores del sector público y otras actividades sociales, para imponer la reducción de los salarios, la eliminación de los pluses salariales, aprobar la ley de empleo y sistema de los salarios, en síntesis, salario único y eliminación de todas las conquistas sociales y trasladar estos recursos, sacados de los trabajadores y demás sectores populares, a las actividades privadas, es decir, a los capitalistas nacionales y transnacionales.