El 1 de Enero de 1959 triunfó la revolución cubana, convirtiéndose en 1961 en el primer país socialista de América, lo que originó el criminal bloqueo económico del imperialismo norteamericano en su contra. A pesar de ello, durante décadas Cuba fue el gran ejemplo a seguir por parte de los revolucionarios centroamericanos y latinoamericanos.
Han transcurrido 56 años y muchos cambios se han producido en el mundo: el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del llamado “campo socialista”, la restauración capitalista en China y Vietnam, la permanente contraofensiva neoliberal a nivel mundial, la extinción de las guerrillas y el surgimiento de gobiernos populistas de izquierda por medio de elecciones en América Latina, etc.
Hasta hace poco la revolución cubana se había mantenido como una rara excepción del “socialismo”, pero en los últimos años esta situación excepcional también ha comenzado a cambiar. Recientemente, el 18 de diciembre del 2014 los gobiernos de Cuba y Estados Unidos anunciaron sorpresivamente y de forma simultánea el inicio de un proceso de normalización de relaciones entre los dos países. Significativamente, el presidente Barack Obama reconoció el fracaso de la política de embargo económico con que los Estados Unidos, durante más de 50 años, pretendió derrotar la revolución cubana; Obama la calificó de “…enfoque obsoleto que por décadas fracasó en promover nuestros intereses…”.
Esta declaración pareciera una ruptura con la criminal política de embargo y bloqueo económico contra la revolución cubana, pero en realidad no lo es. Por más de 50 años el bloqueo económico ha causado una devastación sobre la economía de Cuba, sometiendo a las masas cubanas a prolongadas privaciones materiales. Cuba sobrevivió al bloqueo imperialista, en parte por la ayuda material condicionada de la URSS, y después de 1990 por un enorme espíritu de sacrificio del pueblo cubano durante el llamado “periodo especial” y posteriormente por la vital ayuda petrolera de Venezuela bajo el régimen chavista.
No hay ninguna bondad del imperialismo norteamericano. El cambio de política de la administración Obama obedece a que en términos generales, el imperialismo norteamericano ya sacó el máximo provecho, durante más de 50 años, a la criminal política de embargo y bloqueo económico contra Cuba.
Las negociaciones iniciaron en secreto hace 18 meses, bajo los auspicios de El Vaticano y Canadá. Esta nueva política imperialista puede conducir en lo inmediato conducirá a un rápido restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, la suspensión de la designación de Cuba por parte de EE. UU como un Estado que patrocina el terrorismo, y al incremento del transporte, actividades comerciales, financieras e intercambio de información entre ambos países.
Se realizó además un intercambio de prisioneros detenidos bajo la acusación de espionaje en ambos países. El levantamiento del embargo económico, que fue elevado al status de ley, no lo puede realizar el presidente Obama, sino que es tarea del Congreso de los Estados Unidos; aquí los sectores favorables al restablecimiento de relaciones con Cuba tendrán que batallar contra una mayoría republicana conservadora, que siempre presionará por más y más cambios económicos y políticos. A pesar que en la actualidad hay un relajamiento de las medidas del bloqueo económico, este todavía se mantiene como un mecanismo de presión para acelerar la transición hacia atrás, es decir, hacia el capitalismo.
Si bien el heroísmo y el inmenso sacrificio hecho por el pueblo cubano durante décadas para sobrellevar las consecuencias del bloqueo económico han sido implícitamente reivindicados, el entendimiento entre ambos países obedece a causas que están lejos de implicar una mejoría en todos los sentidos para el pueblo cubano.
Por un lado, una nueva generación de empresarios norteamericanos, incluyendo a muchos de origen cubano, está viendo cómo después de 50 años la política de bloqueo económico a largo plazo ha influido en los significativos cambios económicos y políticos, acelerando el proceso de restauración capitalista, que ha dado saltos de calidad en los últimos años, especialmente bajo gobierno de Raúl Castro
El potencial económico que ofrece Cuba, con una mano de obra barata pero altamente educada, pretende ser aprovechado por empresas españolas, italianas, canadienses, brasileñas, israelitas, chinas y venezolanas principalmente. La creación de empresas mixtas ha florecido en las áreas de turismo, producción agropecuaria, finanzas y el comercio de productos industriales; en el puerto de Mariel realizó una inversión multimillonaria para construir una zona franca para albergar empresas extranjeras. A pesar de la cercanía geográfica, el capital estadounidense no ha podido participar en la extracción de ganancias, y definitivamente quiere poner fin a esta situación.
Por otro lado, la dirigencia cubana, una casta burocrática que instauró un régimen totalitario de partido único, controla la isla con mano de hierro coartando las libertades a los trabajadores, pero en los últimos años inició un lento y contradictorio proceso de restauración del capitalismo, proceso que se ha acelerado por las medidas tomadas en el VI Congreso del Partido Comunista Cubano (PCC). La burocracia cubana trata de seguir los pasos de China y Vietnam, donde los respectivos partidos comunistas dirigieron la restauración del capitalismo conservando el control del aparato estatal y convirtiendo a muchos de sus dirigentes en nuevos burgueses. Pero las transformaciones impulsadas bajo el gobierno de Raúl Castro solo han incrementado las desigualdades económicas y sociales, sin sustentar un desarrollo económico notorio. El bajísimo crecimiento del PIB cubano en 2014, un 1.3%, muestra las graves dificultades de la restauración capitalista en Cuba. Para agravar la situación, su principal aliado, el régimen chavista venezolano, enfrenta una grave crisis, acelerada por la baja en los precios del petróleo; Cuba peligra enfrentar una situación similar a la que vivió en los años 90s con la caída del Bloque Soviético. La tabla de salvación no es otra que la apertura a las inversiones y comercio estadounidenses.
Es esta conjunción de intereses contradictorios del empresariado gringo, por un lado, y las necesidades económicas y políticas de la dirigencia burocrática cubana, por el otro, son los factores centrales que están detrás del entendimiento Castro-Obama. Las negociaciones se dieron en el más absoluto secreto y a espaldas del pueblo cubano, al que no se pidió opinión alguna. El relajamiento del bloqueo podrá traer algún alivio temporal a las masas cubanas, pero en perspectiva una aceleración de la restauración capitalista no traerá ningún beneficio a los trabajadores cubanos. La experiencia en Rusia, Europa del Este, China y Vietnam demuestra que la restauración capitalista solo se puede dar en base a la sobreexplotación de la mano de obra y la drástica reducción de las conquistas sociales de la revolución, aunque los líderes cubanos juren lo contrario.
El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a la izquierda de los países de Centroamérica a prestar especial atención a la evolución de los acontecimientos en Cuba, puesto que tendrán serias repercusiones en la región, tomando en consideración que el conjunto de la izquierda centroamericana ha tenido fuertes vinculaciones políticas e ideológicas con el castrismo. Las conquistas de la revolución cubana están ahora más que antes en mayor peligro, con el acelerado proceso de restauración capitalista que parece tomar mayor empuje con los recientes acuerdos Castro-Obama.
Reunificación Socialista de Centroamérica o muerte!!
Centroamérica, 1 de Enero del 2015
Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)
Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)