Por Marcial Rivera

¡No pare sigue, sigue!

Cuando muera, no llores, hijo: / pecho a pecho ponte con ella, / y si sujetas los alientos

/ como que todo o nada fueras, / tú escucharás subir su brazo / que me tenía y que me     / entrega, / y la madre que estaba rota / tú la verás volver entera”.

Fragmento del Poema “La Tierra” de Gabriela Mistral

A casi un mes de que se lleven a cabo las elecciones generales en Guatemala los niveles de violencia no cesan, y la represión del Estado tampoco; pareciera que el potencial caudal electoral, que podría generar el hecho de cesar con la represión, no está dentro de las ideas de la coalición UNE-GANA, como binomio oficial, y que busca ganar las elecciones bajo la excusa de “defender a los más necesitados”.

El Estado, -como bien se sabe- existe para defender a la clase dominante, y el surgimiento del mismo, se remonta al surgimiento de la propiedad privada, cuando se cercó el primer pedazo de tierra. No se trata de asesinatos comunes, no se trata de las veinte o veinticinco personas que son privadas del derecho a la vida, y que pasan a formar parte de las estadísticas de la violencia, se trata de un modus operando al estilo de los escuadrones de la muerte, cuando estas estructuras se dedicaban a asesinar líderes sociales durante el conflicto interno. En un comunicado emitido, por el Frente Nacional de Lucha, el 21 del mes recién pasado, se hace alusión a asesinatos desde una motocicleta, y de lo sanguinario que actuaron los homicidas de las compañeras, Lesbia Elías Xurup, y María Santos Mejía.

De igual manera, en esto se evidencia para beneficiar a quién existe el Estado de Guatemala, pues por dar cumplimiento a una orden judicial, y nuevamente por la problemática de la tierra, Sergio de León de diecinueve años, fue muerto, en Los Cafetales, una finca ubicada en Santa Cruz Muluá, en Retalhuleu, al occidente de Guatemala; la pretensión consistía en desalojar a más de doscientas cincuenta familias, que habían invadido la finca, utilizando para este propósito gases lacrimógenos, mientras la población se defiende con piedras, palos y armas blancas.

PNC y Ejército como instrumento de represión

Lo más curioso del caso, es que mientras la violencia es incesante, el Estado utiliza a más de mil quinientos agentes de la PNC, -mientras no accionan cuando hay delitos- de diferentes lugares, e incluso a elementos de las Fuerzas Armadas, para ayudar a las acciones de desalojo, lo que viola el espíritu de los acuerdos de paz, pues no es concebible que se sigan utilizando elementos del Ejército, para llevar a cabo acciones de represión en contra de la población civil, y más aún en condiciones de desigualdad.

Lo cierto es que esto se debe a que no existe una política en materia agraria, por parte del Estado, no obstante en los Acuerdos de Paz, debía tratarse el tema de la tierra. De ahí que el derecho también sirva para defender a la clase dominante, pues aunque las órdenes judiciales llevadas a cabo, provienen de la ley, son a todas luces ilegítimas, pues no cuentan con el apoyo de la mayoría de la población. Al hablar de derechos fundamentales, podríamos preguntarnos entonces si el derecho a la propiedad privada priva, sobre el derecho a la vida, o a la integridad física; pues esta es la lógica del empresariado y de las autoridades.

Por otro lado, la legislación penal no debería ser usada, para ventilar estos conflictos agrarios que responden, a otras razones, que no son de índole penal. Qué bien debería buscarse otras formas de resolver estos problemas.

Guatemala como Estado Servil

El estado actúa entonces en función de reprimir y desalojar violentamente, a quienes usurpan tierras, pero no para buscar el diálogo ni mucho menos, elaborar propuestas de solución para esta problemática. Por otro lado, lo que Guatemala necesita, es una política agraria eficaz, pero que sea un verdadero pacto de nación, pues de no hacerlo de esta forma, se estará en el eterno génesis, en el que en un período se dan determinadas políticas y en el siguiente se cambia, aduciendo ser mejores, y finalmente no hay nada coherente, probablemente las políticas desarrolladas durante los gobiernos de la llamada “Primavera Democrática” sean el mejor ejemplo que se pueda seguir, para tratar la problemática de la tierra. Aunque disfrazado de gobierno para los más “pobres” lo cierto es que este período presidencial, cerrará con la peculiaridad, de haber llevado a cabo muchos desalojos violentos, principalmente por la problemática de la tierra.

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