Por Armando Tezucún
El desastre que reina en el sistema estatal de salud en Guatemala condujo a un nuevo conflicto entre trabajadores de los hospitales y el Ministerio de Salud. El 24 de septiembre, el presidente Pérez Molina pidió la renuncia al ministro de salud Jorge Villavicencio por su incapacidad para mantener la red hospitalaria en un estado medianamente aceptable; en su lugar puso a Luis Enrique Monterroso, hasta entonces secretario de Seguridad Alimentaria y Nutricional. Un día después, los médicos del Hospital General San Juan de Dios (uno de los dos más grandes del país, ubicado en la capital) y del hospital de Malacatán, San Marcos, suspendieron la consulta externa y se declararon en asamblea permanente. El motivo es la falta de medicinas, insumos y material quirúrgico, un problema recurrente desde hace años en el sistema hospitalario nacional. Los médicos explicaron que el Ministerio de Salud tiene una deuda de Q 130 millones con los proveedores, por lo que exigían a las autoridades el pago de la mitad de esa deuda en un plazo de 24 horas y el resto en dos semanas, para que las empresas empiecen a entregar el material necesario para dar un servicio adecuado a la población. Los médicos del hospital de Malacatán, además de la falta de materiales, demandaban el pago de sueldos atrasados.
Un día después los médicos, enfermeras y personal administrativo del Hospital Nacional de la Amistad Japón-Guatemala, en Puerto Barrios, entraron en huelga exigiendo el pago de sueldos atrasados y materiales para cirugías, entre otros insumos. El 1 de octubre los médicos y enfermeras del Hospital Regional de Escuintla se fueron al paro para exigir al Ministerio de Salud el abastecimiento de medicinas.
Estos paros son solo una parte de la cadena de protestas realizada por los trabajadores de salud en lo que va del año. Desde septiembre se han dado conflictos en los hospitales de Totonicapán, Retalhuleu, Guastatoya, Cobán y el 17 hubo una protesta en el San Juan de Dios.
El nuevo ministro Monterroso anunció el 7 de octubre que hasta el momento se había cancelado Q 18 millones a los proveedores del Hospital San Juan de Dios y que aún se adeudaban Q 113. Desde una semana antes habían iniciado los pagos y lentamente estaban ingresando insumos al hospital. Monterroso anunció que se estaba negociando con las empresas el abastecimiento permanente de los 44 hospitales del país por medio de convenios de pago. Además, el ministro destituyó a la encargada de compras y al gerente financiero del Hospital General San Juan de Dios; y el 1 de octubre despidió al director de ese centro, Yuro Perusina.
El 3 de octubre, los médicos de pediatría, maternidad y rehabilitación del Hospital San Juan de Dios decidieron reanudar la atención el lunes 6, satisfechos con el nivel de ingreso de insumos hasta el momento, y dando al nuevo ministro el beneficio de la duda. Sin embargo otro grupo de médicos decidió continuar la huelga hasta que ingresara la totalidad de los medicamentos. El ministro Monterroso dejó ver su vocación represiva levantando 35 actas contra los doctores en paro y amenazándolos con el despido. El funcionario declaró que de 579 productos demandados por los médicos solo faltaba que 63 ingresaran; los huelguistas lo contradijeron diciendo que los productos adquiridos alcanzarían solo para 2 ó 3 días. Finalmente la asamblea de médicos celebrada el 7 de octubre decidió suspender el paro. Los compañeros formaron tres comisiones, una de las cuales servirá de enlace con el ministro de salud, otra supervisará el abastecimiento de la farmacia y el uso de los insumos, y la tercera apoyará a las nuevas autoridades del hospital cuando sean nombradas. Se dio un plazo de 15 días al ministerio para terminar de abastecer los materiales que aún faltan.
La crisis en los hospitales públicos, directamente relacionada con las graves dificultades financieras por las que atraviesa el gobierno de Pérez Molina, es imposible de enfrentar si no hay unidad entre todos sindicatos y organizaciones de los trabajadores de salud. Llama la atención que el principal sindicato, el Sindicato Nacional de Trabajadores de Salud de Guatemala, que el año pasado firmó un pacto colectivo con el gobierno, no se pronunció sobre el paro de médicos; sobre todo porque el 17 de septiembre realizó una protesta por el desabastecimiento del San Juan de Dios, con el apoyo de estudiantes universitarios.
La falta de recursos en los hospitales es recurrente y en unos meses asistiremos a nuevos paros; es indudable que la falta de unidad es una traba para desarrollar una lucha más amplia, que desemboque en un paro a nivel nacional que enfrente al gobierno. Las bases sindicales deben presionar a sus dirigentes para que se dé una coordinación entre las organizaciones de médicos, enfermeras, trabajadores administrativos y de servicio.