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Por Armando Tezucún

En abril recién pasado Pablo Monsanto divulgó su documento “Y ahora: la izquierda”, en el cual hace un llamado construir “…un frente amplio de organizaciones progresistas y de izquierda, que sirva como vehículo para cambiar el Estado actual por uno que sirva a los intereses de la nación en beneficio de las grandes mayorías de guatemaltecos y guatemaltecas”.

Recordemos que Pablo Monsanto es el seudónimo de Jorge Ismael Soto García, quien fuera Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), luego integrante de la Comandancia General de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y después de romper con ésta, principal líder de la Alianza Nueva Nación (ANN).

En las elecciones de 2007 Monsanto fue candidato presidencial de la ANN, obteniendo el 0.6% de los votos. Este bajo porcentaje motivó que la ANN perdiera su status legal como partido político. Monsanto describe esta situación como un “golpe moral y emocional sentido por la derrota política que se sufrió en las elecciones del año 2007”, de ahí que plantee la unidad como una necesidad para revitalizar las organizaciones de izquierda que participaron en el proceso electoral pasado. La URNG-MAIZ, con un 2.14% de los votos, quedó muy atrás de sus expectativas, obteniendo casi los mismos resultados de la elección anterior y, al menos en el período que siguió inmediatamente a las elecciones, también se vio afectada moralmente.

Un planteamiento interesante

Nos parece interesante e importante que el documento en cuestión no plantee el tema de la unidad de la izquierda como un asunto puramente electoral, sino como un “…esfuerzo por crear un nuevo referente `unitario` de la izquierda guatemalteca, referente que, incluso, podría llegar a tener una expresión electoral…”, y que parta de la necesidad de enfrentar desde el movimiento campesino, obrero y popular la crisis actual del capitalismo, que él define como el fracaso del sistema neoliberal y las pugnas de poder entre diferentes grupos y sectores de la derecha en Guatemala; estos dos factores favorecerían la reformación de la izquierda.

Al parecer Monsanto reconoce los errores y métodos incorrectos que han plagado en el pasado a las organizaciones políticas procedentes de la guerrilla y hace propuestas para superarlos. Entre ellas estarían una relación diferente con los movimientos sociales (más allá de la mera imposición de línea, diríamos nosotros), la elaboración colectiva de políticas y análisis (en superación del verticalismo y autoritarismo, interpretamos nosotros), el relevo generacional (a pesar que tanto la ANN como la URNG expulsaron a sus secciones juveniles), acercamiento de los partidos de izquierda a las demandas sociales no como un acto formalista, coyuntural o electoral, y la pluralidad para tener en cuenta la diversidad de opiniones y propuestas en el debate político y programático.

El proyecto de programa

En cuanto al programa, Monsanto plantea “…abolir…las políticas del capitalismo salvaje, neoliberal y dependiente, asegurar el desarrollo nacional en democracia funcional y participativa; construir un Estado que ponga en práctica las políticas que permitan superar la pobreza y la pobreza extrema; eliminar el racismo, el desempleo profundo y crónico, y el retraso educativo y científico-tecnico; que garantice la salud, la vivienda; que proteja el medio ambiente, la equidad de género y la diversidad sexual; y que reactive la economía agropecuaria e industrial, apoyando la pequeña y mediana empresa e impulsando y apoyando las cooperativas.”

A pesar que Monsanto se identifica con el socialismo, no lo incluye dentro del programa propuesto, olvidando que en las condiciones sociales y políticas de Guatemala y Centroamérica, la dinámica de la lucha de clases conduce a que transformaciones básicas como eliminar la pobreza y extrema pobreza, resolver el problema de la educación, la salud, la vivienda, etc., sólo sean posibles bajo un gobierno de obreros, campesinos e indígenas, bajo un proyecto abiertamente socialista. Pero este no es el espacio ni el momento para discutir en teoría y en abstracto un programa revolucionario.

La urgencia de un proyecto unitario de la izquierda

Coincidimos con Pablo Monsanto en que la coyuntura por la que atraviesa Guatemala hace necesario conformar una convergencia de las diferentes organizaciones de izquierda, no con la finalidad exclusiva de participar una vez más en elecciones (aunque es indispensable aprovechar el espacio electoral para divulgar el programa revolucionario y fortalecer las luchas populares), sino para impulsar y articular las luchas hoy dispersas de trabajadores, campesinos, comunidades indígenas y pobladores contra el capitalismo en crisis que pretende salvarse extremando la explotación, y presentar un frente único de lucha contra la burguesía y el imperialismo.

Las agrupaciones de la izquierda tradicional procedente de la guerrilla, que desde la firma de los Acuerdos de Paz han centrado sus esfuerzos en los procesos electorales, deben despojarse de la pesada carga de prácticas verticalistas y autoritarias. Estas prácticas son por un lado, resabios del tipo militar de organización durante el conflicto armado, y por otro del acomodamiento de las dirigencias a sus puestos de mando y el apego a sus posiciones de poder.

La propuesta de Monsanto aparentemente intenta superar tales defectos, llamando al diálogo, al pluralismo y a la elaboración colectiva, a la vez que llama a una intervención de la izquierda en las luchas sociales independiente de la participación electoral.

Las bases de la unidad

Nosotros, primero como Círculo Socialista Revolucionario y ahora como sección guatemalteca del Partido Socialista Centroamericano, hemos convocado y trabajado por la formación de una corriente de la izquierda revolucionaria, que rechace el electoralismo burdo y que esté a favor de los métodos revolucionarios de lucha. Pero también estamos a favor de la conformación de la unidad de la izquierda tradicional electoral y reformista, porque consideramos que, con ciertas condiciones, significaría un gran avance para el movimiento popular, estudiantil, campesino, indígena y obrero.

Es indispensable recalcar estas condiciones, que serían, primero, el funcionamiento democrático al interior de tal unidad (algo que en teoría propone Monsanto), sin imposiciones de parte de camarillas dirigentes ni maniobras desleales de parte de las mismas. Segundo, la adopción e implementación de un plan de lucha para los sectores afectados por el capitalismo y que se están enfrentando a él. Tercero, la total independencia del movimiento de lucha y de la unidad de izquierda con respecto a partidos, grupos o representantes de la burguesía. Sabemos de la inclinación de la URNG y ANN a buscar alianzas con sectores “progresistas”, “empresarios nacionalistas y democráticos”, pues su programa reformista de remozamiento del capitalismo así lo requiere. Pero en Guatemala no existen tales burguesías progresistas que estén dispuestas a participar consecuentemente en un proyecto popular y de izquierda. Cualquier intento de incluir estos sectores sólo desvirtuaría y mediatizaría el movimiento y las luchas.

Algunos avances

La URNG, la ANN y el Movimiento Nueva República (nuevo partido reformista procedente de Encuentro por Guatemala), han iniciado conversaciones en torno a la unidad. Al parecer las discusiones incluyen también al Frente Popular por la Soberanía, Dignidad y la Solidaridad. Las pláticas giran en torno a la incidencia en las luchas sociales, aunque nosotros no descartamos que cuajen en la formación de un frente para participar en las próximas elecciones. El curso real de las luchas indicará si los acuerdos y posturas que adopten estarán a la altura de las necesidades de los sectores populares.

Consideramos tanto o más importante para el movimiento popular, el proceso de coordinación de las comunidades indígenas y campesinas que están luchando contra las hidroeléctricas y empresas mineras, quienes han conformado los Consejos de los Pueblos en San Marcos, Huehuetenango y Quetzaltenango, así como la unión de los 78 cantones de Totonicapán. Las bases campesinas e indígenas (como el Comité de Unidad Campesina), no confían totalmente en los partidos de la izquierda tradicional, aún cuando algunos dirigentes pertenezcan a ellos.

Cualquier esfuerzo de unidad debe tomar en cuenta estos valiosísimos procesos de coordinación de las comunidades. Estamos convencidos que el proceso unitario no sólo debe ser de los partidos de izquierda, sino debe incluir a las centrales campesinas, indígenas, de trabajadores y organizaciones estudiantiles en un frente único de clase que de la batalla contra la burguesía y el imperialismo.

Nosotros como sección guatemalteca del Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) estamos apoyando la integración de la Coordinadora Universitaria y Popular en la Universidad de San Carlos, que se propone enfrentar los planes privatizadores y neoliberales en la U y vincular de nuevo al estudiantado universitario y de secundaria con las luchas populares.

¡Por la unidad de la izquierda con pluralidad y democracia!

¡Por la formación de un frente único de clase!

 

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