Por Maximiliano Fuentes
Para algunos sectores que conforman el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) es reconocido que tras la firma del Acuerdo de Cartagena y la entrega de las banderas de lucha por parte del ex presidente Manuel Zelaya Rosales, y un sector de la dirección, se produce un cambio en la situación política de Honduras. Evidentemente, este giro en la política del Frente ha sido extremadamente desfavorable para los intereses del pueblo hondureño en su lucha justa por la democratización del país.
Resulta evidente, que tras el reconocimiento y la legitimación del régimen de Porfirio Lobo, se produce un giro en la política del Frente, es decir, se modifica el programa o agenda política de la organización. Esta maniobra oportunista de la dirección y del ex Presidente Zelaya suprimió los objetivos estratégicos del FNRP, por no decir que esta acción sepultó la naturaleza de una organización que nace como una respuesta del descontento social ante el golpe de Estado para convertirse en un partido político más del antidemocrático régimen político, incluso con proyecto estatuario.
El proceso de reacción democrática
El golpe de Estado trajo consecuencias funestas para la élite empresarial y oligárquica del país. Por un lado, los trabajadores y el pueblo se organizaron para hacerle frente al atropello que las fuerzas golpistas dieron al país. Las movilizaciones y la intensa lucha asustaron a aquellos que históricamente han gobernado y explotado a las grandes mayorías. Durante el proceso, se constituyó una fuerza orgánica, es decir, el FNRP.
Por otro lado, la inestabilidad política y la ilegitimidad del régimen usurpador trastoco el volumen de ganancias de la oligarquía y de los empresarios hondureños, la crisis como consecuencia del golpe de Estado afectó de forma considerable la inversión y las ganancias de las empresas que avalaron el golpe de Estado. Este clima de inestabilidad política no es nada bueno para el éxito de los negocios. Por ello, se hace necesario estabilizar y “normalizar” al país y para ello se debe contener el enorme descontento popular a través de las elecciones, frenando con ayuda de un sector de la dirigencia la lucha popular o el continuo paro de labores, que afectan la productividad y el desarrollo del capital.
Es por todo ello, que las fuerzas golpistas se dotaron de una política para atraer a la dirección del FNRP a su propio terreno y por ello hicieron la suculenta invitación de participar en el juego electoral. El Ex presidente José Manuel Zelaya Rosales y la cúpula de dirigentes del FNRP, lejos de analizar las condiciones mínimas de participación en el proceso electoral, es decir, luchar por abolir la antidemocrática Ley Electoral, el monopolio golpista sobre los medios de comunicación, el control de los golpistas sobre la instituciones del Estado y el papel de la cúpula militar y de aquellos que defenestraron al gobierno del ex Presidente Zelaya el pasado 28 de junio y masacraron al pueblo de Honduras en intensas jornadas de represión, terminaron entregando las banderas de lucha del FNRP a cambio de la promesa de poder participar en el próximo proceso electoral.
Sin embargo, la burguesía hondureña, con la orientación del Departamento de Estado, a quienes muchos consideran ingenuos, se dieron la orientación política de modificar la situación a través de la “reacción democrática”, es decir, canalizar la lucha política por la refundación de la nación y del Estado a través de procesos electorales, organizados por las mismas instituciones del Estado burgués, aplicando la misma estrategia que aplicaron en un contexto un poco diferente a los procesos revolucionarios de Nicaragua y El Salvador tras el acuerdo de Esquipulas II en 1987, que terminaron desnaturalizando a las ex guerrillas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) convirtiéndolos en partidos políticos, con la diferencia que en Nicaragua habían triunfado los sandinistas y en El Salvador esa política de “reacción democrática” evitó el triunfo militar del FMLN. Hoy en día, ambas direcciones se han aburguesado y siguen al pie de la letra los dictados del imperialismo norteamericano.
Por ello, y aprovechando el cansancio de las masas tras largas jornadas de lucha, el gobierno de Lobo se ha dado la tarea de consensuar con las distintas fuerzas políticas del país las tan mal vistas reformas constitucionales. Para ello, “El presidente de Honduras, Porfirio Lobo Sosa, inició (el sábado 9 de julio del presente año) una nueva ronda de diálogos con diversos sectores de la población, para discutir entre otros temas, las propuestas de instalación de una asamblea nacional constituyente. El diálogo inició (esa) mañana con representantes de los partidos tradicionales y otras organizaciones políticas, entre ellos el expresidente Manuel Zelaya Rosales, coordinador del Frente Amplio de Resistencia Popular (FARP), y el presentador de televisión Salvador Nasralla, quien promueve la creación del partido Anticorrupción. Por el Partido Nacional, participan el presidente del Consejo Central y alcalde de Tegucigalpa, Ricardo Álvarez y la diputada vicepresidenta Nora de Melgar; mientras en representación del Partido Liberal, se presentaron el presidente del Consejo Central Ejecutivo, Elvin Santos padre y el secretario Bill Santos. Asimismo, asisten a la convocatoria César Ham del partido Unificación Democrática y Jorge Aguilar Paredes de Innovación y Unidad (Pinu). En representación de la Democracia Cristiana asiste Lucas Aguilera y Ramón Velásquez Názar.”[1]
Como podemos observar, la suerte está echada. Es evidente la intención del régimen, que pasa por respaldar la institucionalidad que fue resquebrajada con el golpe de Estado, impulsar la creación de nuevos partidos, permitir la incursión de la Resistencia contribuiría a maquillar el instrumental golpista. No es casual la declaración del Alcalde golpista Ricardo Alvarez quien “….dijo estar satisfecho con la creación de nuevos partidos y de la búsqueda de participación ciudadana a través de la democracia, no de la violencia".[2]
Las pretensiones de los golpistas
Ante las presiones de la comunidad internacional, los golpistas deben lavarse las manos con un nuevo pacto social, es decir, deben de salvaguardar el statu quo con una nueva Constitución. Evidentemente, no es la Constitución que los sectores sociales esperaban. Este instrumento será pactado desde las alturas y garantizará el orden semi colonial del país.
En este panorama, la figura clave para echar andar el nuevo proyecto político de los golpistas ha sido, contradictoriamente, el Coordinador General del FNRP y ex Presidente José Manuel Zelaya Rosales. Él ha hecho todo lo posible para que la comunidad internacional acepte la legitimidad del gobierno espurio de Porfirio Lobo y para que este fuese reintegrado en los organismos supranacionales como la OEA y la ONU.
Dada las actuales circunstancias, no descartamos un pacto político entre el ex gobernante Manuel Zelaya y el gobierno de Porfirio Lobo. Claro, este pacto se sustentaría en las reformas del artículo 374 de la Constitución a manera de que Zelaya pueda correr su candidatura en el Frente Amplio de Resistencia Popular (FARP), y probablemente se le permitiría al actual gobernante la ampliación de su gobierno a dos años más.
Para reforzar lo anterior encontramos las declaraciones de Andrés Pavón, que echará su candidatura en el próximo proceso electoral. Sin duda alguna, Andrés Pavón “….se sumará al locutor deportivo Salvador Nasrralla y Julio Soriano, quienes ya fueron recibidos por el ente colegiado en base a "política de apertura" que los magistrados han dispuesto poner en marcha en base a las nuevas exigencias políticas. Pavón es el presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos (Codeh) y un seguidor del ex presidente de Honduras, Manuel Zelaya. Bajo este contexto, no se descarta que termine adhiriéndose al Frente Amplio de Resistencia Popular formado por Zelaya y quien no se ha acercado al TSE.”[3]
Por su trayectoria política, es decir, por sus alianzas sin principios, es muy probable que Andrés este siguiendo al pie de la letra, al igual que la izquierda oportunista y reformista las orientaciones de Zelaya.
El fenómeno de Nasrralla
Salvador Nasrralla ha construido su popularidad a través de la televisión, sobre todo al dirigir la sección deportiva de Televicentro, el consorcio de comunicaciones de Rafael Ferrari, burgués de las telecomunicaciones que apoyó en gran medida el golpe de Estado. Sin duda alguna el conductor de X O da dinero goza de popularidad, no obstante carece
de experiencia en la política y no es respaldado por ninguna fuerza social y una estructura orgánica. ¿Pero a qué se debe su aparente respaldo? A nuestro juicio es una hábil maniobra de los sectores oligárquicos a manera de restarle caudal electoral a Zelaya y al Frente Amplio. Está claro, que estos sectores no quieren darle fuerza a la resistencia ya que quieren seguir controlando todas las instituciones del Estado.
Por todo lo anterior, el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a todas las organizaciones gremiales, sindicales, estudiantiles y populares que conforman el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) a no confiar en los virajes de los golpistas, recordemos que su verdadera naturaleza no se ha modificado, se hace necesario retomar las banderas de la constituyente y luchar por la refundación del país en beneficio de las grandes mayorías marginadas, solo la lucha nos permitirá lograr las verdaderas transformaciones.
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[1] http://www.elheraldo.hn/(Con acceso el 19 de julio de 2011)
[2] ibidem
[3] http://www.elheraldo.hn/(Con acceso el 19 de julio de 2011)