Por Gabriel Galeano, profesor de filosofía y artista visual
En la semana de la víspera navideña, el presidente de la República Manuel Zelaya Rosales, anuncio el aumento del salario mínimo, mismo que se incrementó a LPS. 5.500.00. Resolución de ley que empezaba a tener vigencia a partir de los primeros días de enero. Hasta el año anterior, el salario mínimo en Honduras era de unos 3,428 lempiras y para el presente año fue elevado a 5.500 lempiras en la zona urbana y 4.055 en el área rural, según un decreto que emitió el poder ejecutivo.
Lo anterior, ha provocado diversas reacciones, una de las más polémicas ha sido la resistencia de los empresarios organizados en el Consejo Hondureño de la Empresa Privada –COHEP- ya que estos amenazaron con apelar el decreto de Ley emitido por el gobierno de la república, realizar despidos masivos y aumentar los precios de los productos de primera necesidad. De igual manera, muchos de ellos han sostenido que es imposible el pago del aumento, sobre todo en un momento de crisis económica, en ese sentido se ha contemplado la destitución de 20.000 mil trabajadores que serán despedidos durante el mes, y la contratación de mano de obra ilegal, sobre todo trabajadores provenientes de Nicaragua, ya que el costo se reduce de forma cuantitativa, dado que el salario contemplado en ese país es mucho más bajo.
Ante esta problemática, los medios de comunicación y los propagandísticas de la burguesía hondureña están llamando a que se concerté el aumento del salario, es decir que se establezca un consenso entre los trabajadores y los empresarios.
Lo cierto es, que el aumento no solo es necesario, sino que lo establecido por el gobierno esta por debajo del alto costo de la vida. “El precio de una canasta básica para una familia de cinco personas se cotizó en mas de LPS 6.200 al mes de octubre de 2008. La tasa de inflación estimada a diciembre del año anterior osciló entre un 11 y un 11.5 por ciento, la mas alta en los últimos cinco años.” (1) La liberación de precios, las altas tarifas en la energía eléctrica, que por cierto aumentará en un 90.8% a partir de febrero, el aumento del precio de los combustibles, que por cierto elevo en gran medida el costo de la vida, el aumento del costo de la vivienda, educación y salud son algunas de las variables que justifican un aumento general de salarios.
Es por lo anterior, que las centrales obreras y las organizaciones populares se deben oponer enérgicamente a la posición de los empresarios hondureños, es mas, se le debe exigir al gobierno que elabore una política que contemple lo siguiente: congelar los precios de la canasta básica, reducir las tasas de interés, conceder prestamos con bajas cuotas de interés para fortalecer al agro y a la pequeña industria, incrementar los proyectos de construcción de carreteras, puentes, edificios, proyectos de viviendas etc., fortalecer los presupuestos en materia de salud y educación, así mismo que implemente una escala móvil de becas y de salarios.
Frente la crisis económica, la burguesía no quiere despojarse de sus ganancias
Frente a la crisis financiera mundial, por cierto fenómeno producido por los banqueros norteamericanos por su mezquino afán de ganancia en la venta de hipotecas concedidas a personas que estaban en condiciones económicas que hacían difícil su devolución. Pero sobre todo en la transformación de productos derivados, ya que los bancos que las tenían las unían a otros productos financieros de menor riesgo, de esta forma creaban un nuevo producto (un derivado) que luego ponían a la venta en los mercados internacionales. En ese sentido, la rentabilidad era más baja en otros mercados, así, el capital optó por este tipo de productos, más arriesgados pero que ofrecen beneficios mucho mayores.
No obstante, los impagos de esas deudas hicieron que esos productos derivados no valieran nada, así que algunos bancos y entidades financieras se encontraron con más pérdidas que ganancias, entrando en bancarrota. En este escenario, la burguesía hondureña no quiere despojarse de sus ganancias, en un momento donde las economías de los países imperialistas han declarado una recesión económica, y que para el año en curso se proyecta un descrecimiento económico del 1%, las burguesías latinoamericanas tiemblan y ponen el grito al cielo.
No olvidemos que el principal mercado de la producción de América Latina es Estados Unidos, no obstante, en un momento como este, el consumo de los productos manufacturados en nuestros territorios disminuirá cuantiosamente, por lo que la producción interna decrecerá en relación a años anteriores. Otro de los factores que hacen temblar estas economías endebles, es el hecho de que uno de sus principales rubros es la remesa de los emigrantes que habitan en los Estados Unidos, es decir, que el flujo de dinero que ingresaba al país a través de los envíos de los emigrantes a sus familiares será menor, dado que los burgueses imperialistas están recortando personal de sus empresas.
Frente a esto, los ideólogos de las burguesías nacionales llaman a la unidad y la concertación para hacerle frente a la crisis, sin embargo, los grandes afectados son los trabajadores y campesinos, a los responsables de estos desastres financieros no se les acusa, es más es el Estado con los recursos del pueblo quien termina tapando los hoyos con el afán de no propagar el fuego. Somos los trabajadores quienes a través de nuestro esfuerzo pagamos el despilfarro y el derroche de la burguesía.
Es por ello, que no podemos permitir que se reduzca el salario mínimo, es mas se debe de luchar para que el Estado tenga una política de creación de empleos, así mismo se le debe imponer grandes multas a aquellas empresarios que no cumplan con lo establecido, de esa manera debemos exigir: no más despidos, en una sociedad de explotadores, el derecho más elemental es el trabajo. Por otro lado, le propongo a los pequeños productores, aquellos que con sacrificio han montado su pequeño negocio, y que por sus ingresos no puedan pagar con lo establecido, y que por cierto en nuestro país son las mayorías de personas económicamente activas, que se le exija al gobierno, que a través de un subsidio le sume a los trabajadores el resto de su pago, así como el gobierno protege los intereses de los banqueros y empresarios que proteja las pequeñas empresas que son el sustento de miles de hondureños.
Para concluir, quiero señalarles a los trabajadores y campesinos de este país y del mundo, que no debemos temer, es mas debemos estar conscientes que el capitalismo es un modelo de producción que genera sus propias crisis, esta crisis no es la primera y no será la última, no obstante tenemos que organizarnos para luchar y hacer valer nuestros derechos, tan solo la movilización hará prevalecer nuestras conquistas, somos nosotros mismos los responsables de nuestro futuro y el de la humanidad. “No tenemos nada que perder, en cambio un mundo que salvaguardar”