Por Yaret Rodriguez
Admirado por muchos, repudiado por otros, Manuel Zelaya Rosales se ha convertido en uno de los personajes más reconocidos en nuestro país y el mundo entero.
Desde sus campañas políticas llamó la atención por sus comentarios, a veces fuera de orden, pero que por su calidad de buen funcionario cuando fue Ministro del Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS) ganó la voluntad del pueblo al renunciar a su cargo para participar en la contienda presidencial de ese entonces. Siendo presidente de la República ganó mucha simpatía entre los ciudadanos por su acercamiento al pueblo y su comportamiento pintoresco dentro y fuera de las fronteras patrias como cuando el día de la toma de posesión devolvió confiadamente el discurso de apertura presidencial a su Secretario sin darse cuenta que para todos fue audible su expresión toma esta papada vos o la vez en que rompió el protocolo con su efusivo saludo a la Reina de Inglaterra.
Sus metidas de pata son conocidas en el mundo entero, así lo demostró el comentarista gay del peluquín de un canal extranjero, que con sus valoraciones crìtico-sarcàsticas de los problemas del mundo no hace más que echarle leña al fuego y hacer reír o encolerizar a los televidentes del orbe; hoy en su programa hizo referencia a Manuel Zelaya como un personaje ignorante e incapaz de ostentar el cargo presidencial y mostró las imágenes del Presidente cantando rancheras como si para los mandatarios fuese pecado gozar de momento placentero y relajante. Este señor, criticó muy duramente a Zelaya y le hizo ver como el rey de los burros, esto me hizo recordar que a pesar de sus múltiples deslices –muchos de ellos rozando los límites del absurdo- ha sido el Presidente que más contacto tuvo con el pueblo-pueblo, que reconoció sus derechos hasta llegar al punto en el que actualmente se encuentra y que rasgó las fibras sensibles de la oligarquía hondureña.
Estos últimos y sus seguidores ven la viga en el ojo del prójimo sin sentir el tronco que les obstruye su visión maximizando las erratas del mandatario depuesto y negándose a ver los aciertos que practicó en su gestión y le hicieron cosechar las simpatías populares.
El golpe de estado del 28 de junio y la imposición de un gobierno de facto protagonizado por un grupo de políticos voraces que desde la era mesozoica buscan el poder a toda costa, despertó a las masas que indignadas por estas y otras violaciones a la Constitución salieron a las calles a protestar contra tales actos de corrupción; grupos sociales, gremiales y el pueblo en general manifestaron su repudio en concurridas movilizaciones cuyas consignas, grafitis, música, color y presencia popular opacaron las concentraciones blancas en honor a la paz y al gobierno de la sustitución constitucional.
Así las cosas, Manuel Zelaya con su pintoresco comportamiento y su avidez discursiva, logró dividir a sus compatriotas en grupos que evidencian la dualidad de la realidad social hondureña, realidad que ha de recibir diversos calificativos como los oligarcas y el pueblo, los perfumados y los apestosos a sudor del trabajo, los que comen hamburguesas y pizzas en las concentraciones y los que comen burritas de frijoles o tamales en las movilizaciones, los que se transportan en buses para ir a cantar en coro color esperanza o canción de la alegría y los que tienen que marchar usando sombreros y camisetas del Che en fin, los que están en contra y los que siguen a favor de Mel.
Por lo anterior muchos piensan que Zelaya es el hombre de los contrastes; querido por muchos, odiado tal vez por otros tantos –los porcentajes solo lo sabremos si se hace una encuesta real y objetiva, pero eso a todas luces es imposible; respaldado en el extranjero y depuesto en su país por sus mismos correligionarios…
Y aunque se podría publicar un anecdotario completo sobre el comportamiento melista y lo categorizáramos con las quijotadas o expresiones cantinflescas (o sea, hacer melijotadas o decir frases meliflescas, si así se le llamaría) a las que muchas veces recurrimos para referirnos jocosamente a X tema, nadie puede negar (a no ser que sea del grupo golpista) que Manuel Zelaya Rosales es quizás el Presidente más querido por el pueblo.