Normal 0 21 false false false ES-NI X-NONE X-NONE MicrosoftInternetExplorer4Retén tercero, 25 de Julio de 2009
Palmerolo.
Paisano borrico:
Suenan las campanas del domingo, no sé si esta madrugada hubo raptos o secuestros. No sé nada, estoy desinformado, sólo escucho el canto invariable de los pajarillos. Pero tengo una mala profecía de incertidumbre que se me mueve en la sangre a manera de presentimiento de que el terror sigue muy bien plantado, porque el mal, de los malos que no piensan en la gente, sino sólo en sus negocios, no quiere una solución buena para los humildes de la patria que marchan por las montañas a buscar a su Presidente que les arrebataron, que les arrancaron, con la saña asesina de quien le arranca el corazón a una madre.
Y estando así, pensando en ti, en la conversación que iniciamos ayer, quiero decirte que he elaborado un argumento inicial para que conversemos sobre la necesidad de que no haya más ejército en Honduras, que la gente sea desarmada pero trabajadora, no más cuárteles, sólo escuelas, parques de recreo, colegios, universidades, fábricas decentes, industria agrícola y bosques colmados de vida y de color.
Este es mi argumento inicial que he hecho para ti:
Sin ejército, para no caer en la vergüenza y la opresión del retroceso histórico y la miseria de los valores de la estupidez de decir, yo no fui, sólo obedezco órdenes, que ni entiendo, pero que cumplo, porque cumplo una constitución que nunca he leído;
Sin ejército, para que la siempreviva que alegre el altar de la patria sea la justicia y la razón del conocimiento coherente y la conducta basada en principios de bien y cordialidad;
Sin ejército, para que la dirección de la historia sea el alma de seres humanos libres, generosos, trabajadores y cultos que subrayan la autenticidad de sus valores con los actos de sus acciones diarias;
Sin ejército, para que se afirme la paz con profundas raíces en un suelo de ideales sanos, donde la legitimidad oriente a la sociedad y la ecuanimidad sea un sitio de encuentro donde todos y todas seamos protagonistas;
Sin ejército para que se abran cuadernos, en lugar de carteles y cuarteles; se escriba poemas, en lugar de quebrantos; se asigne presupuestos generosos a la salud, el saber y el futuro, en cambio de miseria y delitos;
Sin ejército para que haya diálogo en lugar de disparos, secuestros y expatriaciones forzadas, un rostro que mostrar con dignidad y no una cabeza enfundada en un pasamontañas o en una máscara antigases venenosos de oprobio y dureza;
Sin ejército, para que en lugar de pagar jubilaciones y privilegios a generalotes del oscurantismo, se promueva la ciencia y se apoyen los idearios nacionales formulados por la juventud. Y haya asilos para los ancianos que nos legaron un suelo y un cielo con sabor a dignidad;
Sin ejército, para que en lugar de bayonetas y orugas de muerte los campesinos tengan arados, financiamientos favorables, mercados autónomos y ofertas de patrimonios para sus descendientes;
Sin ejército, para que no haya duelo de madres, ni angustias de padres porque la industria de la muerte les arrebata sus esperanzas, y la vida se vuelve una lotería fácil para la muerte;
Sin ejército, para que la democracia no sea una ficción de terror mal contada y la constitución de la patria no sea una demagogia de tiranos alocados por la ambición de la oferta proveniente de la corrupción;
Sin ejército, para que la democracia sea una historia cotidiana de bien común, equidad y soberanía de paz y vida, y que la Constitución sea un ideario de vida que cada generación actualiza benévola respetando la tradición de bienestar proveniente de sus ancestros. Y que la verdad sea el imperio de la libertad basada en principios y no en golpes de estado con asedio, tortura, vejamen y muerte para los ciudadanos y las ciudadanas que proclaman respeto.
Palmerolo, los argumentos, son estos y más que te expondré en la carta de mañana, pero te pido que me des una señal de respuesta, que agregues tus criterios y que me permitan sostener este diálogo fuera de una visión quizá sólo mía.
Yo sé que un ancestro tuyo anduvo en espaldas al maestro de Nazaret, otro al gobernador de la Isla Baravataria, Sancho Panza, y que muchos repastan en las fábulas de Esopo, Iriarte y Samaniego y Lafontaine. Por eso apelo a la sabiduría tuya heredada.
Un abrazo
Candelario Reyes García
Tu amigo poeta