Por Sebastián Chavarría Domínguez
Después de haber recibido una tremenda paliza electoral, el pasado 6 de Noviembre, la oposición burguesa centró las esperanzas de poder revertir los resultados electorales, refugiándose en los faldones de la llamada “comunidad internacional”. Esperó con ansias el informe de la Misión de Acompañamiento Electoral (MAE) de la Organización de Estados Americanos (OEA). Finalmente, Dante Caputo, ex canciller argentino, como jefe de la MAE, rindió el ansiado informe en la sede de la OEA, en Washington, el pasado 15 de Noviembre.
Críticas pero reconoció el triunfo de Ortega
El informe de la OEA, al igual que el Informe Preliminar de la Unión Europea (UE), describió de manera general los “hechos vistos y comprobados (…) para el período de presencia de la misión y no se refieren a los hechos previamente a su instalación”.
Caputo criticó la falta de representación de todos los partidos en la composición de la Juntas Receptoras de Votos (JRV). Reconoció problemas con la entrega de cedulas de identidad y que no tuvieron acceso al escrutinio, pero el tono de las críticas a las “irregularidades” fue extremadamente suave.
Pero el balde de agua cayó finalmente sobre la cabeza de la oposición burguesa después que Dante Caputo leyó la parte medular de su informe: “El Consejo Supremo Electoral informó sobre el resultado de las elecciones, las cuales indican que el presidente Daniel Ortega fue reelecto… A pesar de los inconvenientes indicados, que impidieron ejecutar esta tarea (de observación) en forma adecuada, sus resultados, con esas limitaciones que he señalado, resultan semejantes con los emitidos por el Consejo Supremo Electoral. También tuvimos conocimiento de procedimientos similares hechos por otras organizaciones que llegaban a las mismas conclusiones” (El Nuevo Diario, 16/11/2011)
Con ello, la OEA avaló en los hechos los resultados electorales del 6 de Noviembre. Así lo dio a conocer la prensa en Nicaragua, aunque después de generó un debate en el Consejo Político de la OEA.
Las presiones de Estados Unidos
El informe de la MAE de la OEA se produjo 10 días después de las elecciones, cuando la mayoría de los países de América Latina, hasta los gobiernos más derechistas, como el de Martinelli en Panamá y el de Piñera en Chile, habían reconocido la reelección de Daniel Ortega. Parecía que todos coincidían en la necesidad de presentar y analizar los hechos consumados.
No obstante, Estados Unidos comenzó a ejercer presión, no contra el resultado de las elecciones, que no se atreve a cuestionar directamente, sino contra el aparato electoral. Julissa Reynoso, embajadora suplente ante la OEA, inició el ataque afirmando que "Este Consejo tiene el deber de considerar seriamente el estado de la democracia en Nicaragua (…) Quiero ser muy clara los Estados Unidos está muy preocupado por las irregularidades que se presentaron en el proceso electoral de Nicaragua (…) debemos evaluar todas las respuestas disponibles, incluyendo iniciativas diplomáticas y de buenos oficios para determinar pasos que puedan reforzar la democracia en Nicaragua (…) Nuestra preocupación se comparte en Nicaragua y en otras partes del mundo"
A pesar que Caputo en su informe dijo claramente que los resultados electorales coincidían con el monitoreo realizado por la MAE de la OEA, todo indicaba que la presión ejercida por los Estados Unidos, y algunos de sus aliados en la OEA, tenía el claro objetivo de crear condiciones, sino a lo inmediato, al menos para el futuro, sobre la necesidad de invocar la aplicación de las sanciones establecidas en la cuestionada Carta Democrática de la OEA. Esta era la salida esperada por la oposición burguesa que ha demandado, de manera ambivalente, la nulidad de las elecciones.
Las declaraciones de Robert R. Downes,
Después de la salida del embajador Callahan, no hay nuevo embajador norteamericano en Nicaragua. No obstante, Robert R. Downes, Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Managua, emitió explosivas declaraciones sobre la legitimidad del proceso electoral: “El mensaje que tengo no es para el gobierno de Nicaragua, es para el pueblo. Estamos comprometidos al pueblo y vamos a seguir, pero las acciones tienen sus consecuencias. Esta no es una amenaza, es un hecho, un hecho es que los donantes tradicionales están saliendo de aquí, el hecho es que el pueblo tiene menos confianza en los procesos electorales de aquí que antes. Nosotros estamos mirando las opciones y vamos a seguir aquí. Estamos comprometidos al pueblo (…) Mucha gente habla que si solo había una elección, la del presidente, pero había una elección de mucha gente de la Asamblea Nacional y la falta de transparencia da menos confianza en el pueblo en los resultados de la Asamblea Nacional”. (El Nuevo Diario 19/11/2011)
El discurso de Reynoso y las declaraciones de Downes tenían un hilo conductor. Estados Unidos reconocía la reelección de Daniel Ortega, pero cuestionaba abiertamente los resultados de las elecciones a diputados en la Asamblea Nacional, al menos hasta ese momento.
Nicaragua denuncia una conspiración
Hubo un breve interregno, un forcejeo silencioso y después sonaron los tambores de guerra. A raíz del informe de Caputo, primero se produjeron declaraciones de satisfacción de funcionarios nicaragüenses, por el reconocimiento implícito de los resultados del proceso electoral, pero después, al encenderse el debate y producirse las declaraciones de Downes, como era de esperarse, el gobierno de Nicaragua reaccionó denunciando una conspiración en su contra y en contra del proceso electoral del 6 de Noviembre.
Denis Moncada, embajador nicaragüense ante la OEA, en su discurso no se refirió al Informe de Caputo, con el cual estaba de acuerdo, sino que denunció: "Es inaceptable y repudiable que algunos miembros de la misión de acompañamiento electoral de la OEA proporcionen información falsa contribuyendo de esa manera con quienes quieren desestabilizar a Nicaragua".
También se refirió directamente a las declaraciones de Downes, al afirmar que "es inaceptable y condenamos que gobiernos extranjeros a través de funcionarios de sus embajadas, infringiendo el estado de derecho, intervengan dolosamente en nuestro proceso electoral tratando de desacreditar y desestabilizar a nuestro país" (END 21/11/2011)
Obama nombra nueva embajadora
Lo que parecía un nuevo enfrentamiento entre Nicaragua y Estados Unidos rápidamente bajó de tono, con la decisión del presidente Obama de nombrar a Phyllis M. Powers, actual embajadora norteamericana en Panamá, como nueva embajadora en Managua. Powers, ex directora de la Oficina de Asuntos Provinciales de la Embajada de Estados Unidos en Bagdad, Irak, fue nombrada en sustitución de Jonathan Farrar, quien no pasó la prueba de la ratificación del Senado de estados Unidos. Con ello se acabaron los recelos y la normalidad diplomática retomó su curso.
La postura modera, tolerante y conciliadora de la administración Obama se origina por la crisis del sistema capitalista mundial. Los Estados Unidos concentran sus esfuerzos económicos, políticos y militares en otras zonas del planeta, como Medio Oriente. En Centroamérica, reina la paz social, todos los gobiernos se suman activamente a la lucha contra el narcotráfico. El gobierno de Daniel Ortega ha sacado excelentes calificaciones en aplicar las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y en la implacable lucha contra el crimen organizado. Por ello, Estados Unidos es tolerante, critica los abusos del proceso electoral, pero no va más allá.
La Unión Europea suavizó el tono de las críticas
Con el nombramiento de la nueva embajadora, la administración Obama ha reconocido, a regañadientes, la victoria electoral del FSLN. De igual manera, la Unión Europea también ha suavizado el tono de las críticas.
Mendel Goldstein, embajador de la UE, al despedirse de su labor diplomática en Managua, dijo que “no nos compete a la Unión Europea entrar en estos asuntos entre Nicaragua y la OEA (…) Aquí se va a decidir lo que decida el gobierno con la oposición, las instituciones, tenemos que respetar lo que se va a decidir, no tenemos nosotros ninguna ambición nosotros de nombrar aquí los magistrados (del CSE), eso es un asunto estrictamente del país y así se va a hacer (…) no tanto es (importante) una persona o la otra persona, es que el sistema sea más transparente, más visible, esa es nuestra preocupación, para que el ciudadano común nicaragüense tenga la convicción de que su voto ha sido contado democrático y que se publican los resultados mesa por mesa, como se había comprometido y que las reglas del juego se respeten (…) ustedes los nicaragüenses lo van a decidir, la Oposición me imagino va a reaccionar (…) el año próximo se va a firmar el nuevo acuerdo de asociación que prevé una cooperación muy amplia a nivel bilateral con cada uno de los países y a nivel regional tenemos que mantener muchos nuevos desafíos como el tema de la seguridad, como el tema del cambio climático, la vulnerabilidad de los países. Así es que esto va a seguir también para Nicaragua” (Informe Pastan)
Sospechoso silencio de la oposición burguesa
Igual que las elecciones municipales del año 2008, la oposición burguesa ha resultado incapaz de desarrollar la movilización de sus seguidores, en defensa de la supuesta victorial electoral de su candidato presidencial Fabio Gadea Mantilla, quien se autodenomina “presidente constitucional” de Nicaragua.
La oposición burguesa se debate entre aceptar las diputaciones obtenidas, legitimando el proceso electoral, o boicotear la Asamblea Nacional, aclarando que esta última opción no tiene ningún efecto político ya que el FSLN obtuvo mayoría absoluta.
El desconcierto de la oposición burguesa es tan grande que, Eliseo Núñez, el delfín de Eduardo Montealegre, ha declarado recientemente que “a estas alturas no podés saber si la población salió o no a votar, porque el proceso fue tan anómalo que no podés registrar nada, no podés saber si la gente votó”. (END 24/11/2011)
Los mítines de la oposición burguesa han disminuido hasta casi desaparecer, aunque tiene planificada una marcha nacional a inicios de Diciembre. Todo indica que la oposición burguesa está ansiosa de llegar a un acuerdo con el FSLN.