Por Aquiles Izaguirre.
Para los antiguos griegos Sísifo fue un personaje mitológico que intentó desafiar a la muerte, pero lo que encontró fue el castigo de los dioses. Se le condenó todos los días a subir una tortuosa montaña, sobre la que tenía que empujar una roca hasta la cima. Esta era una tarea sin fin, ya que antes de llegar a la cúspide de la montaña la roca rodaba nuevamente hacia abajo, volviéndose para Sísifo un trabajo infernal que tendría que pagar por todo la eternidad. De la misma manera que los antiguos dioses griegos castigaron a Sísifo, así pareciera que el gobierno de Daniel Ortega desea castigar al pueblo trabajador. Nuevamente anuncia otro incremento en los precios del servicio eléctrico, dándoles una estocada dantesca a los trabajadores nicaragüenses que ven cómo los precios de la canasta básica aumentan apuntalados por las constantes alzas energéticas.
El mes pasado el presidente del Instituto Nicaragüense de Energía (INE), David Castillo, anunciaba el ajuste a la tarifa eléctrica. En esta ocasión el incremento no sería del 15% como estaba programado, sino que se aplicaría una “pequeña” alza de 7.78. El anuncio de Castillo no fue una sorpresa para los trabajadores, ya que el incremento en los precios de la energía han sido la dosis casi semestral que aplica el gobierno todos los años desde que el Presidente Ortega llegó al poder. Siendo honestos, acumulando los incrementos que se han aplicado desde el 2006, el aumento de los precios la factura energética fácilmente llega al 200%.
Una de las grandes contradicciones es que el gobierno anuncia el éxito que ha tenido en el cambio de la matriz energética, pero ésta no se traduce en la reducción de la facturación energética; todo lo contrario, el gobierno ha planteado el subsidio a los usuarios que consuman menos de 150 K/h. Este subsidio se ha transformado en un gran negocio para la burguesía sandinista, Caruna presta dinero al Estado y hace negocios jugosos creando un doble interés de parte del gobierno y la burguesía para que los precios de la energía no bajen.
Así lo deja entrever el asesor de Políticas Públicas del Presidente, Paul Oquis: “Si bien es cierto que tenemos que pagar más por el alza en los precios, pero comparado a otros países, no tenemos que pagar el ciento por ciento de la factura petrolera ahora. Pagamos el 50 por ciento ahora y se financia a 25 años el otro 50 por ciento. Entonces, ¿qué pasa con el otro 50 por ciento que no se paga?, ahí están todos esos millones de córdobas, porque se vendió toda esa gasolina y todo eso está en los programas sociales del Alba; salud gratuita, Hambre Cero, Usura Cero, Calles para el Pueblo” (La Prensa 13/12/2012)
El problema es que Caruna y una gran parte de las empresas productoras de energía son empresas privadas, sin control alguno, que responden a los intereses particulares de empresarios y no del pueblo, así es que los incrementos son una necesidad para la burguesía y el gobierno.
Dichoso el pueblo de Nicaragua, que a diferencia del trágico Sísifo no somos personajes mitológicos y el pueblo trabajador se puede librar de la carga injusta que nos impone el gobierno a todo el pueblo. Es necesario que los trabajadores nos movilicemos en contra de los incrementos al precio de la energía y los combustibles; el pueblo no vive de discursos efímeros y las arengas radiales en que nos intentan engañar diciéndonos que estamos construyendo el socialismo, cuando los únicos beneficiados con los incrementos de la energía son empresarios privados que siguen acumulando dinero a costillas de el ahogamiento paulatino del pueblo trabajador.
Llamamos a los organismos de defensa de consumidores, clase trabajadora, sindicatos y estudiantes para que nos movilicemos para lograr la nacionalización de las empresas productoras de energía, así como todas las empresas vinculadas al sistema energético. Pero la nacionalización por sí sola no basta, ya que el gran negocio de la energía siempre tentará a la burguesía, incluyendo la sandinista, que solo busca trasquilar aún más al pueblo trabajador. Por ende, la planificación, fiscalización y el control sobre el sistema energético debe estar bajo el control de todos los trabajadores, estudiantes y las organizaciones que representan los intereses de todos los trabajadores, y no las del gobierno y el FSLN.