Normal 0 21 false false false ES-NI X-NONE X-NONE MicrosoftInternetExplorer4Por Aquiles Izaguirre
Ha pasado un mes, desde que; en El Socialista Centroamericano, publicamos un artículo sobre la discusión y aprobación del salario mínimo en Nicaragua. El problema del salario mínimo tiende a acentuarse debido a que ninguna de las partes han llegado a ningún acuerdo, y peor aún, dejan pasar el tiempo, permitiendo que la crisis económica hambreé a los trabajadores, a quienes les urge un incremento salarial que permita palear los altísimos costos de la vida.
Negociaciones en impase.
Se acerca el día internacional de los trabajadores, es triste que estando tan cerca de la conmemoración anual a los mártires de Chicago, en nuestro país tengamos más de un mes discutiendo el incremento al salario mínimo. Pero lo que es peor, el único incremento aprobado fue para seguir sangrando a los trabajadores de las zonas francas, quienes con un mísero incremento del 8%, no alcanzaran siquiera a sortear la inflación del 2009, que según el Banco Central alcanzara el 10%.
No es extraño que la burguesía esté renuente a dar un incremento justo a los trabajadores, haciendo una retrospectiva recordaremos que, ni en tiempos de crecimiento económico lo querían hacer, menos el día de hoy, en el que enarbolan su perfecta consigna de la crisis económica.
Por eso, a través de un comunicado, la Asociación Nicaragüense de la Industria Textil y Confección (Anitec), haciendo una falacia de sus intenciones expresaba: “Deseamos aclarar que no estamos en oposición al incremento del salario mínimo, siempre y cuando éste se haga conforme con lo establecido por la ley y en los períodos que la misma indica”. (END 25/04/2009) Al igual que los empresarios de las zonas francas el COSEP, comenzó proponiendo un miserable incremento del 8%. Al pasar el tiempo, el COSEP, a través de su presidente, José Adán Aguirre propondría: “Planteamos una posición de flexibilidad elevando nuestra propuesta al 10 por ciento a los sectores relacionados con pesca, manufactura y minería, entre otros, además del 12 por ciento al sector financiero”. (END 24/04/2009) En las MIPYMES la propuesta de incremento es el 8% y el sector de servicios. “Almas magnánimas las que proponen este justo incremento.
El gobierno de brazos cruzados.
Como era de esperarse, el gobierno del presidente Ortega brilla por su ausencia, el representante por el MITRAB Iván Acosta expresaba la posición diletante del gobierno: “estamos en espera de que los sectores empresariales y sindicales lleguen a un acuerdo entre sus propuestas, y nosotros estaremos en la disposición de apoyarlos” (END 06/04/2009) La titular del MITRAB solo expresaría su pasividad: “Nosotros servimos de garantes para que este acuerdo se cumpla cabalmente, y para que los compromisos que aquí se llegaron se respeten y que los trabajadores conserven sus puestos de trabajo” (Ídem)
La traición pasiva.
A pesar de que la dirigencia sindical ha expresado su desaprobación por el mísero incremento salarial que propone la burguesía. La actitud pasiva de las dirigencias sindicales le deja las puestas abiertas a la burguesía para que alargue la discusión y no se haga efectivo ningún incremento. Por si fuese poco, aceptan el incremento del 8% a las MIPYMES, pare el resto de los sectores la Central Sandinista de los Trabajadores (CST) solo propone un incremento del 15%. No podemos permitir que el único incremento aprobado a la fecha sea el del 8% para los trabajadores de la Zona Franca, el cual es una fragante traición a los bolsillos de los trabajadores más explotados del país. Pero lo que es el colmo defendido por el secretario de la CST Roberto González, quien se atrevió a defender esta aberración alegando: “Este acuerdo llevó muchas horas y días de trabajo, de negociaciones, reconocemos que no es la máxima aspiración, pero sí permite conservar los puestos de trabajo” (END 13/04/2009)
No podemos seguir haciéndole el juego a la burguesía, nuestra tarea debe ser movilizarnos en contra de la triste concepción que defienden los empresarios y es avalada por la pasividad de la burocracia sindical, por la cual, somos los trabajadores los que pagamos la crisis económica.