Por Olmedo Beluche
El 20 de octubre de 2008 el gobierno panameño presidido por Martín Torrijos y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) han anunciado con bombos y platillos a la faz el supuesto éxito de la política económica oficial que, entre 2001 y 2007, ha logrado bajar la pobreza en Panamá. Declaración que le viene como anillo al dedo del partido oficialista en medio de la campaña presidencial y a pocos meses de expirar el actual mandato.
De salida, una afirmación tan optimista choca contra el sentido común de la mayoría de los panameños quienes, lejos de sentirse cada vez más ricos y cercanos al “primer mundo”, como proclama el gobierno, se sienten cada vez más pobres y frustrados por: la inflación galopante, en especial de los alimentos, la pérdida de poder adquisitivo que golpea más fuerte a los asalariados de ingresos medios, el desempleo abierto y el desempleo enmascarado por la llamada “informalidad”, la falta o deficiencia de servicios públicos, la violencia social creciente de manera exponencial y un largo etcétera de problemas que amargan la vida cotidiana.
La pregunta que uno se hace de inmediato es: ¿De dónde la CEPAL y el Gobierno sacan estos datos? ¿Qué metodología usaron para llegar a estas conclusiones que van a contramano de lo evidente? Ah! La metodología. “Esa es la cuestión”, como diría Hamlet. Sigo con Hamlet: “Algo huele a podrido en Dinamarca”, perdón, en este informe.
El objetivo politiquero del informe de CEPAL (Panamá: Pobreza y distribución del ingreso en el período 2001-2007, en www.mef.gob.pa), y el respaldo que brinda a un modelo económico ampliamente cuestionado por la ciudadanía, queda evidenciado en el anuncio pagado que apareció en los diarios al día siguiente, donde leemos: “En los últimos años Panamá ha experimentado un notable progreso económico, que ha generado condiciones propicias para atraer inversiones, expandir la producción y aumentar los recursos destinados a atender las necesidades sociales...” (La Prensa, martes 21/10/08, pág. 3A).
Según el informe de CEPAL, celebrado con júbilo por el gobierno, entre 2001 y 2007, la pobreza cayó desde 36.7% al 28.6%, es decir se redujo en un 8.1%; mientras que la pobreza extrema o indigencia bajó desde el 19.2% al 11.7%, una significativa caída del 7.5%.
Antes de ver por qué a nuestro juicio estos datos están mal, debemos hacer una aclaración metodológica para que se entienda todo el contexto. CEPAL utiliza el llamado “método de línea de pobreza”, de la siguiente manera (Ver Anexo Metodológico, del informe):
1. Se calcula primero cuánto cuesta la canasta básica de alimentos (CBA) y se establece que las familias que ganan (o tienen ingresos) de ese monto para abajo son indigentes o extremadamente pobres, porque no les alcanza para pagarse la comida. Esa cifra es la “línea de pobreza extrema”, indigencia o pobreza absoluta como le llaman otros.
2. En segundo lugar, se multiplica el costo de la CBA por dos (2) para obtener el costo de la Canasta General que incluiría no sólo alimentos, sino otras necesidades básicas (como vestido, transporte, vivienda, salud, educación, etc.). Esta cifra da la “línea de pobreza”, o pobreza general o relativa. Es decir, todo el que gana menos de la Canasta General es pobre porque no puede costearse todas las necesidades.
¿Dónde está el problema? Que según el informe: “En 2007 la línea de indigencia mensual por persona fue de 47,5 balboas en la zonas urbanas y de 36,8 balboas en la zonas rurales. En tanto que los umbrales de pobreza (general) se fijaron en 95 y 64,4 balboas, respectivamente”.
Traduzcamos esto al lenguaje directo del panameño común (se ruega al lector tomar lápiz, papel y calculadora para que verifique, porque sin verificación no hay ciencia sino sólo metafísica). Según CEPAL un habitante de cualquier ciudad de Panamá le bastaba en 2007 con tener ingresos por B/. 47.50 mensuales para no ser indigente, o sea que con gastar B/. 1.58 diario ya estaba resuelto. Si multiplicamos esa cifra por el promedio de 4 personas por familia tenemos que si la familia ganaba B/.190.00 mensualmente ya salía de la pobreza extrema!!!
Pero resulta que si sólo comes una vez al día, el tradicional sopón con arroz, la cuenta no te baja de 1.25 por servida en la fonda más barata, que multiplicado por 30 días la cuenta ya va por 37.50, y si incluyes a los cuatro de la familia (entre los pobres son más) ya hablamos de 150 mensuales. Y todavía no hemos incluido ni desayunos, ni cenas, ni picaditas. La recomendación que se infiere de la CEPAL es “saltar garrocha” un par de días al mes para dejar de ser indigente.
Según la CEPAL, si ese panameño/a tiene la dicha de ser interiorano o vivir en una comarca, necesita todavía menos plata para vivir, pues 36.8 balboas mensuales por persona, significa que sólo necesitas B/. 1.23 por día. Y esa dichosa familia interiorana le basta, según el gobierno y la CEPAL, con recibir ingresos mensuales por B/. 147.20, incluidos los B/. 50.00 del PRODEC, para comer opíparamente y volver a votar con ellos el próximo 3 de mayo.
Con el mismo criterio, extrapolamos y tenemos que para salir de la pobreza general o “relativa” (el posmodernismo puso de moda el relativismo), pagando comida, techo, transporte, salud, es decir la Canasta General, le alcanza con B/. 380.00 mensuales a la feliz familia urbana panameña y a la interiorana le basta y sobra con B/. 257.60, siempre según la CEPAL.
Pero si los analistas de CEPAL y el MEF salieran de las oficinas con aire refrigerado, se darían cuenta que una hipoteca en una barriada obrera bien lejos del centro anda por los B/. 100.00, calculando por lo bajito. Y el transporte diario mínimo te sale entre 50 centavos y un dólar, así que sume usted casi 30 balboas más. Y aún no hemos pagado la cuentita de la luz, del agua y el gas. Sume la comida y verá que ya entramos a los números rojos.
Pero el gran problema metodológico de este informe de CEPAL es que el costo real de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) era a, diciembre de 2007, de B/. 237.55.. O sea, una disparidad de 47.55 respecto a los B/. 190.00 señalados por CEPAL en el área urbana, y una disparidad de de 90.35 (!!!) respecto a los B/. 147.20 estimado por ellos para el área rural.
Ese en este momento (octubre/2008), es todavía mayor ya que la CBA subió a B/. 263.00 (La Prensa, 25/10/08, pág. 26A), según las dudosas estimaciones del propio MEF. Es decir, hay un desfase de 73 balboas entre la CBA y el monto de 190 que según CEPAL basta para poner la paila en la ciudad, y un desfase de B/. 115.80 en el área rural!!!
A partir de ese desfase, todo lo afirmado por CEPAL y el gobierno está mal. Y está tan mal que el propio anexo del informe se ve obligado a explicar por qué sus números de pobreza son inferiores a lo calculado por el Ministerio de Economía y Finanzas, en su Encuesta de Niveles de Vida, asesorada con la ya cuestionada metodología del Banco Mundial.
“A confesión de parte, relevo de pruebas”, dicen los abogados: “En 2007, por ejemplo, la línea de indigencia del MEF fue 2,3 balboas más alta que la línea urbana de la CEPAL, mientras que para el área rural esta diferencia se amplió a 13,1 balboas” (Págs. 105-106).
Y aunque ambas mediciones dan cuenta de una disminución, para el MEF el porcentaje de pobres extremos en 2007 es de 16.2% contra 11.7 calculado por CEPAL; mientras que para el MEF la pobreza general afecta al 32.1% de los panameños/as y para la CEPAL al 28.6%.
¿A quién le creemos, al MEF o a la CEPAL? A nuestro juicio ambas mediciones son defectuosas porque estiman por debajo los requerimientos reales de ingreso para poder vivir decentemente en este país. Ambas mediciones sólo consideran pobres a familias y personas que se encuentran en condiciones bastante difíciles y consideran “no pobres” a un importante segmento de la población que supuestamente tiene ingresos medios y altos, pero que en la vida real, producto de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y del alto endeudamiento familiar (hipotecas, tarjetas de crédito) pasan páramo real para llegar al fin de la quincena.
Estos organismos internacionales prefieren esta metodología porque, por un lado, no evidencia la explotación de clase que los bancos y la gran industria someten a la masa del pueblo panameño, sin que salga a la luz los grandes defectos estructurales del sistema; por otro, porque esto permite a los gobiernos “focalizar” sus políticas sociales con sistemas como el PRODEC que parece ayudar a los más “achurrados”.
Pero la pregunta es: ¿Una familia indígena que recibe la “limosna” gubernamental de B/. 50.00, ya salió de la pobreza? Simplemente NO, porque no se ha roto círculo que la mantiene en la marginación. Círculo del que sólo se puede salir con empleos estables y salarios dignos, y ambos han sido las víctimas centrales de 20 años de políticas neoliberales que ahora se han demostrado como un fracaso.
Sin duda el crecimiento económico alto de los últimos años se traduce en una mayor creación de empleos, de aumento promedio de los ingresos y de dinero circulando. No lo vamos a negar. Pero el informe de CEPAL sirve para defender un modelo económico que esconde grandes disparidades sociales. Como todo el mundo sabe, que haya un alza de los salarios promedio no quiere decir que se repartan equitativamente, pues basta que una minoría gane muchísimo más para que el promedio estadístico aumente sin que en la realidad haya aumentado el salario de la mayoría.
Y, aunque subieran los salarios (como el mínimo y el de algunos sectores que tienen Convenciones Colectivas o Leyes Especiales) debe tomarse en cuenta que la alta inflación (10% en lo que va del año y 6% en los tres años anteriores) implica que todos los salarios perdieron entre un 25 y 30 % de su poder adquisitivo. O sea, somos más pobres, aunque nominalmente ganemos más!
Por otro lado, la falacia del panorama pintado por el gobierno y la CEPAL queda evidenciada cuando otra institución internacional, Organización Internacional del Trabajo (OIT), acaba de señalar que el empleo informal creció de 36.8% en en 2004 a 44% en 2008!!!
La mitad de la fuerza laboral, si sumamos el desempleo abierto (el empleo informal es desempleo encubierto) carece de un empleo estable y, lo más probable, carece de sistema de seguro de salud y mucho menos abona a la jubilación.
Finalmente, el gobierno insiste en tapar el sol con el dedo meñique, pintando como un paraíso lleno de rascacielos el país que nos han construido, ignorando la tormenta que se ha empezado a formar allá afuera con la recesión mundial y la profunda crisis financiera.
¿Qué va a pasar en unos meses cuando no vengan los gringos jubilados que supuestamente iban a comprar los apartamentos de Punta Pacífica y Costa del Este? ¿Qué va a pasar cuando disminuya el tránsito de contenedores y barcos por el canal, con los que se iba a financiar la ampliación, cuando esté en su apogeo la recesión? ¿Qué va a pasar con los productores nacionales cuando sus exportaciones a EEUU disminuyan significativamente?