La agonía del sistema político panameño
Por Olmedo Beluche
El sistema político electoral panameño hace aguas por todos lados y empieza a hundirse. Cada día queda más claro ante la ciudadanía que, aunque cada cinco años acudimos a las urnas, estamos ante un modelo político completamente antidemocrático. La crisis se expresa bajo diversas formas, desde el repudio al inconstitucional Código que impide la libre postulación a la Presidencia, que la candidatura del Prof. Juan Jované ha evidenciado, hasta la seria amenaza representada por la candidatura de Ricardo Martinelli a la alternancia bipartidista entre el PRD y el Panameñismo.
Es que, en esencia, estamos ante un Código Electoral elaborado bajo el régimen militar cuyo objetivo era establecer una “democracia” controlada. El cual tuvo diversas reformas a partir de la invasión norteamericana de 1989, pero que siempre mantuvo como norte que el aparato estatal no saliera de las manos de un reducido número de políticos y sus dos partidos fundamentales.
Este Código Electoral, mediante diversos mecanismos tramposos, ha impedido sistemáticamente el surgimiento y consolidación de partidos políticos alternos. Y no nos referimos, sólo a nuestro caso, la última experiencia del Partido Alternativa Popular, sino a la decena de partidos construidos por sectores profesionales y de capas medias que han tenido una vida efímera en estos 20 años, o que ni siquiera pudieron constituirse como tales. Por supuesto, en el juego político sólo cupieron partidos alternos impulsados por algunos multimillonarios para hacer de comparsas del PRD y el Panameñismo a la hora del reparto de la “papa”.
Esta situación ha llegado a su punto final ahora que, salvo el CD y UP, ninguno de los otros partidos constituidos cumple el mínimo legal exigidos del 4% del padrón electoral (60,000 adherentes) y se ven seriamente amenazados con desaparecer en 2009. Nos referimos a Vanguardia Moral, Partido Popular, MOLIRENA y Liberal.
A lo cual podemos agregar la norma inconstitucional que impide a los ciudadanos no apoyados por partidos postularse a la Presidencia de la República ; al fracaso objetivo de la libre postulación a diputados dadas las trabas impuestas; a la corrupción generalizada de la compra de firmas, mediante dinero, especie o promesas de empleos públicos (que ningún funcionario del Tribunal Electoral ignora); o a la repartición antidemocrática de los residuos (que debiera garantizar la representación de las minorías) que le ha dado una sobre representación histórica al PRD; el absurdo de que la mitad del electorado esté inscrito en partidos con los que no guarda ningún compromiso ideológico. Para no mencionar otras “bellezas”.
Al parecer todas estas contradicciones estallarán el próximo 3 de mayo, cuando, al decir de las encuestas, se hunden las fórmulas presidenciales del PRD-Panameñismo y un sector mayoritario del electorado exprese su disconformidad con el bipartidismo, votando por Martinelli, aunque en realidad él no represente ningún cambio de fondo como pinta su propaganda.
Para entonces es probable que el sistema finalmente se hunda con un presidente que no es garantía de estabilidad ni para la propia plutocracia panameña, sin control parlamentario, con la amenaza de disolver la Asamblea y convocar una Constituyente, en busca de su “gobernabilidad”. Pronto quedará liquidado este esquema electoral absurdo. Por ello reiteramos que los sectores concientes del movimiento popular debemos persistir en el empeño de organizarnos políticamente para ofrecer la única alternativa de cambio real, hacia un país verdaderamente democrático y con justicia social.