Por Oliverio Mejía
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina, realizada el domingo 22 de octubre donde, contra todo pronóstico, el candidato de la oficialista Unión por la Patria (UxP) Sergio Massa, actual ministro de economía del gobierno de Alberto Fernández (presidente) y Cristina Kirchner (vicepresidente), remontó sorpresivamente al ultra derechista libertario Javier Milei de la coalición La Libertad Avanza (LLA); esto abre un escenario donde el oficialismo puede reelegirse en el balotaje el 19 de noviembre próximo.
UxP es el armado principal donde confluye la mayoría de corrientes del Partido Justicialista (peronista) con una serie de partidos reformistas de izquierda; Massa pertenece al sector más conservador del peronismo, el Frente Reformador, mientras que Agustín Rossi, candidato a vicepresidente, es cercano al kirchnerista Frente por la Victoria. Milei por su parte, del Partido Libertario, participa en LLA junto a otras expresiones ultra conservadoras y pro dictadura militar de 1976, como la candidata a vicepresidente de este armado, Victoria Villarruel, quien fuera abogada de militares acusados de juicios de lesa humanidad.
Resultados generales
Al momento de escribir esta nota el 98.4 por ciento de los votos se ha escrutado, donde Massa ha ganado con el 36.68 % de votos con 9,645,983 votos, superando a la candidatura de LLA con el 29.98 %, 7,884,336 votos. En total participaron más de 26 millones de votantes, el 77.65 % del padrón. Los votos en blanco fueron 554,161 y los nulos 224,864, una cantidad realmente baja, pero con una cantidad de votantes registrados de casi 36 millones, muestra una apatía en algunos sectores sociales.
Además, compitieron cinco formulas presidenciales más. Por un lado, la derecha neoliberal clásica aglutinada en Juntos por el Cambio (JxC) con Patricia Bullrich como candidata presidencial y Luis Preti como candidato vicepresidencial, que logró 6,267,152 votos, el 23.83 %. Esta coalición es hegemonizada por Propuesta Republicana (PRO), del expresidente Mauricio Macri, de donde procede Bullrich, junto al centenario Unión Cívica Radical (UCR), de origen radical liberal y que cada vez más fue girando a la derecha; Preti proviene de este partido.
En cuarto lugar, se sitúa la coalición Hacemos por Nuestro País, cuyo candidato presidencia es Juan Schiaretti, proveniente de un sector del justicialismo denominado Peronismo Federal, actual gobernador de la provincia de Córdoba junto al candidato vicepresidencial Florencio Randazzo, que procede del peronismo clásico. Estos obtuvieron 1,784,315 de votos, el 6.78 %.
En quinto lugar, quedaron los y las camaradas del Frente de Izquierda de los Trabajadores-Unidad (FITU) con 709,932 votos, el 2.70 %. Esta coalición conformada por partidos marxistas revolucionarios –trotskistas- con la abogada de derechos humanos Myriam Bregman como candidata presidencial y el docente universitario Nicolas del Caño para la vicepresidencia, del Partido Socialista de los Trabajadores. Parte de ese armado son el Partido Obrero, Izquierda Socialista, el Movimiento Socialista de los Trabajadores; además, ha sido apoyado por pequeños grupos de izquierda revolucionaria y autonomistas.
Paralelamente se realizaron elecciones legislativas parciales donde se renovó 130 bancas de 257 de la Cámara de Diputados y 24 de 72 escaños del Senado de la Nación. El oficialismo logra 12 senadores y 58 diputados más. LLA, por su parte, entra al senado con ocho escaños y 36 diputados. JxC solamente dos senadores y 31 diputados. La coalición de Schiaretti obtiene cuatro diputados. Mientras que el FITU solo un diputado nacional, sumándose a los cuatro que tenía.
Características políticas
Realmente en Argentina existen tres vueltas para las elecciones presidenciales, pues primero se celebran unas Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), realizadas el 13 de agosto pasado, que obliga a todas las fuerzas políticas y coaliciones a sobre pasar el 1.5 % de los votos válidos y dirimir además las diversas candidaturas al interior de estas alianzas. Así, quedaron fuera 10 candidaturas y se disputó al interior de las coaliciones FITU, JxC y UxC las candidaturas. Esto se aplica también para el Congreso, las gobernaturas, las asambleas legislativas provinciales y los gobiernos municipales. Este mecanismo ha sido señalado por proscriptivo, al dejar fuera a otras fuerzas, aplicándose con el fin de limpiar el sistema electoral y evitar la fragmentación partidaria.
Esta situación, en términos generales, se debe a que, tras la rebelión popular de 2001 contra el gobierno de Fernando de la Rúa de la UCR, el sistema bipartidista entonces existente durante casi todo el siglo XX, suspendido durante los gobiernos militares, entre el PJ y la UCR, se rompe.
Posteriormente se van estableciendo dos coaliciones hegemónicas, el peronismo y la derecha encabezada por el PRO, más otras menores, entre ellas el FITU, debido a la necesidad de armar un frente electoral para traspasar ese piso obligatorio. A la par de eso, otra tendencia fue evidente, la constante fragmentación de estos partidos históricos, de ahí que en 2013 se estableciera las PASO para mantener el sistema de coaliciones.
Sin embargo, asistimos, con la emergencia del fenómeno de Milei, a un posible quiebre de este bipartidismo de coaliciones, pues LLA, que no presentó otras candidaturas a su interior, fue la más votada con 29,86 %, sobre Bullrich con 28 % y en un tercer lugar Massa con 27,28 %. Aunque vemos márgenes mínimos entre las tres coaliciones, algunas encuestas manejaban que Milei podría ganar en primera vuelta. Así, la remontada de Massa superó en 15 puntos a Milei.
La otra característica es que la segunda vuelta fue aplicada tras las reformas constitucionales de 1994 durante el gobierno del peronista Carlos Menen. Anteriormente la elección presidencial se resolvía en segunda instancia por un Colegio Electoral cuya decisión era ratificada por el Congreso Nacional. Tras esa reforma se introdujo la medida que para lograr la victoria en primera vuelta se necesita superar el 45 % de los votos, pero con una diferencia del 10 %. De hecho, solo una vez se llegó a la segunda vuelta, cuando ganó Macri en 2015 contra el peronismo en ese entonces oficialista, encabezado por Daniel Scioli.
Entre los hechos más sobresalientes de estas elecciones, ha sido que el gobernador Axel Kicillof, de una de las corrientes peronistas-kicheniristas en la Provincia de Buenos Aires, la más poblada, se reelige, fortaleciéndose en los centros urbanos y ganando la mayoría de los gobiernos municipales del denominado Gran Buenos Aires y en la provincia en general. En esta provincia, el FITU también logra conseguir un escaño en el congreso provincial. La derecha de JxC queda reducido a Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), que por su parte tendrá que disputar con el peronismo una segunda vuelta, el gobierno municipal de la capital argentina.
Otro hecho de esta remontada es que, en la PASO, la coalición libertaria había logrado ganar en 15 provincias, sobre cinco de UxP, entre ellos la Provincia de Buenos Aires, y tres para la JxC, entre ellos CABA. Mientras que en la primera vuelta LLA solo ganó en 10 provincias, UxP 12 provincias, y Jxc se redujo a ganar CABA. Este último hecho está generando divisiones internas en la coalición conservadora, donde grupos cada vez más mayoritarios al interior del radicalismo, ante la deriva derechista del PRO que apoyaría a Milei, estarían deslizándose hacia Massa.
La crisis social y el papel de la izquierda
El gobierno de Fernández ha continuado con la aplicación de un programa de ajuste y recorte presupuestarios para programas y planes sociales a raíz de un acuerdo de financiamiento de deuda con el Fondo Monetario Internacional, así como refinanciamiento de deuda también con China, que en general aumenta el endeudamiento de Argentina.
Esta situación, junto a una de carácter estructural en la economía argentina, la cual se caracteriza por que necesita muchas divisas para mantener un aparato productivo industrial que otrora fue de lo más desarrollado en América Latina, pero que ahora depende de sus vínculos con Brasil, produce estancamiento y coyunturalmente influye en una situación casi hiper inflacionaria.
Esto afecta los ingresos salariales de los que están en la economía formal, pero en Argentina, al igual que otros países de la región, los índices de informalidad son altos, encontrándose en casi el 40 % de la Población en Económicamente Activa. Esta situación es un saldo que las medidas progresistas aplicadas por el kirchnerismo, al igual que otros gobiernos post neoliberales de la primera década del siglo no solucionaron, y pese a que mejoraron levemente los ingresos de la clase trabajadora, la informalidad no se redujo, de ahí que una serie de planes sociales -según algunos economistas casi 18 millones de argentinos reciben ayuda estatal- se necesiten.
Los préstamos y apoyos del FMI implican recorte en estas ayudas; el FITU y sus partidos están fuertemente arraigados en organizaciones sindicales, estudiantiles, feministas, ambientalistas y de pobladores, logrando mantener una vanguardia organizativa que revindica derechos sociales y políticos, tejiéndolos con el programa de transición de la Cuarta Internacional. El resultado obtenido es levemente inferior al conseguido en 2019 pese a que logran por primera vez que la izquierda tenga 5 diputados, lo cual evidencia una base social organizada.
La demagogia mileista, con sus propuestas libertarias, conquistó a cierta base de clase trabajadora informal, un sector que históricamente el sindicalismo tradicional, controlado por el justicialismo, soslaya. El ascenso de los libertarios y la presencia del malmenorismo que representa el peronismo con un aparato sindical grandísimo, implica grandes retos para los camaradas, situación que tendría su desenlace en un auge de la lucha de clases. Massa, y más descaradamente Milei, aplicarán una serie de medidas anti populares, ahí está la urgencia de que el frente electoral que es el FITU, se vuelva además en un frente de masas.