Por Orson Mojica
La gloriosa revolución Cubana, la primera revolución socialista del hemisferio occidental, que desafió el poderío bélico del imperialismo norteamericano a escasas 90 millas de su territorio, y que cautivó a la vanguardia latinoamericana en los años 60 y 70 del siglo pasado, vive momentos decisivos y trascendentales.
En medio de una terrible crisis económica, similar o peor al llamado “periodo especial” (1991-1994) que siguió al derrumbe de la URSS, asolada el ultimo año por devastadores huracanes, Cuba no solo soporta más de 50 años de criminal bloqueo económico y comercial del imperialismo norteamericano, sino que, al mismo tiempo, sufre una intensa ofensiva política que persigue forzar la apertura del régimen basado en el partido único y en la hegemonía del castrismo.
Nueva política del imperialismo
A diferencia de la administración de George Bush, que basaba su política en la preponderancia del uso de la fuerza y el reforzamiento del bloqueo comercial, la actual administración de Barack Obama, no por ello menos peligrosa, aplica métodos de presión diferentes con el objetivo estratégico de lograr la restauración del capitalismo en Cuba.
Y es que después de 50 años de criminal bloqueo, aislada, sin el apoyo económico y material que le brindó durante décadas la extinta URSS, Cuba, una verdadera isla, no tiene mayores posibilidades de crecimiento en el marco de la económica mundial capitalista. Bajo condiciones de asfixia, Cuba ha comenzado a retroceder en los índices de desarrollo humano. Desde hace varios años, las enormes conquistas sociales en materia de nutrición, educación y salud, se han desplomado.
La economía cubana literalmente languidece, con graves repercusiones para el nivel de vida de las masas trabajadores, que desde hace mucho tiempo viven bajo condiciones muy precarias. Hasta el momento, la economía cubana no ha colapsado, por un lado, por el heroísmo sin límite de sus trabajadores y, por otro lado, por el suministro de petróleo proporcionado por el gobierno de Hugo Chávez, en condiciones muy blandas. Un verdadero subsidio vital en condiciones difíciles.
Con el desfallecimiento de la economía, no es necesaria una invasión militar ni el montaje de una guerra de guerrillas contrarrevolucionaria contra Cuba. Al contrario, una de las primeras medidas de la administración Obama fue suavizar las relaciones con Cuba, permitiendo la venta de alimentos, el envío de remesas y el reinicio, bastante frío, de las negociaciones bilaterales.
Incluso, Estados Unidos no se opuso al regreso de Cuba a la OEA, lo que indica que en esta coyuntura el imperialismo norteamericano ha privilegiado la diplomacia y la negociación, como mecanismo para obtener la ansiada apertura política y la restauración del capitalismo en la isla. Estados Unidos teme que un repentino colapso del régimen castrista traiga el caos, la inestabilidad política o la guerra civil, con millones de refugiados viajando en balsa hacia Florida. Por eso apuesta a cambios graduales desde el régimen que permitan una transición pacífica y ordenada hacia el capitalismo.
En pocas palabras, el imperialismo norteamericano se prepara para cosechar el triunfo de su prolongada política de agresión contra la revolución cubana. Por ello no es exagerado afirmar que el futuro de la primera revolución latinoamericana que expropio a los capitalistas está en juego.
Las huelgas de hambre y las “damas de blanco”
La muerte de Orlando Zapata Tamayo a raíz de una prolongada huelga de hambre, desató una ofensiva política sin precedentes contra el recién estrenado gobierno de Raúl Castro. En todo el mundo, la derecha demandó la libertad de todos los presos políticos. La ofensiva no solo fue mediática sino real, con movilizaciones en diferentes países.
La actual huelga de hambre de Guillermo Fariñas, otro disidente que reclama la libertad de los presos políticos, y quien probablemente siga la misma suerte de Zapata Tamayo, refleja el fenómeno de la creciente disidencia política en la isla y la pérdida de temor. En la medida en que la economía continúe hundiéndose, a pesar de la extrema dureza del régimen de partido único, crecerá la polarización política entre partidarios y opositores al castrismo.
En este contexto, ha tomado notoriedad la movilización de las “damas de blanco, constituida por las esposas, madres o abuelas de los prisioneros políticos. Los medios de comunicación han lanzado un paralelismo entre las “damas de blanco” y las “madres de plaza de mayo” en Argentina, famosas estas últimas por su indoblegable lucha contra la dictadura militar, pero ambas luchas de protesta se producen en contextos sociales y políticos diferentes.
La ausencia de críticas
La gran diferencia entre Cuba y Argentina, y cualquier otro país de América Latina, es que Cuba se liberó de la dominación imperialista, conquistó la verdadera independencia política y avanzó hasta la expropiación de los capitalistas.
No obstante, en su momento, la ligazón del castrismo con la burocracia stalinista de la URRS, aceleró la degeneración burocrática de la revolución cubana, procediendo a instaurar un régimen de partido único, que restringe las libertades democráticas y no permite la más mínima crítica en su contra, bajo el pretexto de mantener la cohesión ante el ataque del imperialismo.
En medio de la crisis económica, el tema de las libertades democráticas se ha vuelto un tema muy sensible, al grado que el cantautor Silvio Rodríguez, castrista convencido, declaró que “este es un momento en que sí, la revolución, la vida nacional, el país pide a gritos una revisión de montones de cosas (...), desde conceptos hasta instituciones (…) “Hay muchas cosas que hay que revisar en Cuba y que he escuchado, siempre extraoficialmente y jamás, por supuesto, lamentablemente en nuestra prensa, que esas cosas se están analizando”. (Clarín 27/03/2010)
¿Existe una dictadura capitalista en Cuba?
Los últimos acontecimientos han unificado a la derecha continental en la ofensiva política contra Cuba, pero, contradictoriamente, han dividido a quienes se reclaman socialistas.
Un importante y mayoritario sector de la izquierda latinoamericana continua defendiendo a Cuba de manera incondicional, considera que los ataques son parte de una ofensiva mediática contra la revolución, sin expresar la menor crítica al régimen de partido único en Cuba.
Existen otros sectores, por dicha minoritarios, como la Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (LITCI) que considera que en Cuba ya no existe socialismo sino una dictadura capitalista. En el Boletín electrónico Correo Internacional, la LITCI afirma que desde finales de “los 80 y comienzos de los 90, la restauración capitalista en el Este europeo y la caída de la URSS significaron un duro golpe para la economía cubana, centrada en la exportación de azúcar y su intercambio por petróleo y tecnología con esos países. En este contexto, la dirección castrista comenzó a desarrollar una política de restauración capitalista y de desmonte de las bases del estado obrero. Los pilares fundamentales de una economía planificada (el plan central gubernamental y el monopolio del comercio exterior) ya no existen y la economía cubana funciona según las leyes capitalistas de mercado (…) La realidad nos indica que hoy en Cuba se da una pésima combinación para los trabajadores. Por un lado, un sistema económico capitalista de explotación, la vuelta de sus peores lacras y una recolonización de la isla, realizada por los imperialismos europeo y canadiense. Por el otro, un régimen dictatorial y antidemocrático transformado en socio, impulsor y defensor de la restauración capitalista y sus consecuencias. (…) Cuba no es más un estado obrero con un régimen burocrático, sino un estado capitalista gobernado por una dictadura” (15/03/2010)
Del anterior análisis unilateral se desprende una política totalmente equivocada en torno a Cuba, que termina claudicando vergonzosamente a la ofensiva política del imperialismo. Es cierto que el derrumbe de la URSS y la política del castrismo aceleraron las tendencias capitalistas en Cuba, pero estas todavía no han dado el salto de calidad hacia una sociedad capitalista. No podemos confundir la realidad con la perspectiva, tampoco el presente con el futuro.
No es la sumatoria de medidas capitalistas la que define al sistema, ni los porcentajes de propiedad estatal o privada, sino las relaciones entre las clases, que necesariamente se expresan en el gobierno. Y los trabajadores cubanos no han dicho todavía la última palabra.
Libertades para defender el socialismo
Pese a todas las medidas dictadas por la dirección castrista, de apertura hacia los inversionistas extranjeros, con el claro objetivo de revitalizar la economía, Cuba de conjunto sigue siendo un Estado obrero burocrático en crisis.
La lucha por las libertades obreras y democráticas en Cuba es una necesidad urgente. La conquista de libertades debe servir para defender las conquistas sociales que aún quedan en pie, debe servir para defender el sistema económico socialista pero con democracia para los trabajadores y el pueblo.
Es urgente la democratización de la vida política y social de Cuba, abriendo más espacios a juventud, a la autogestión obrera, a conquistar la independencia de los sindicatos en relación al partido único, a la legalización de las corrientes políticas que aunque tengan diferencias con el castrismo, defienden la revolución contra la agresión imperialista en cualquiera de sus formas
La defensa de la revolución cubana no pasa por mantener una actitud acrítica a los garrafales errores del castrismo. Este es el debate que los socialistas centroamericanos proponemos iniciar de inmediato.