Por Patricio Guzmán
Un nuevo capítulo de la crisis global del capitalismo que comenzó en Norteamérica en 2007 ha comenzado en Europa. La huelga general y las amplias movilizaciones de los trabajadores y jóvenes griegos muestran además una situación social diferente. Las promesas que esto pronto pasará son poco creíbles para ellos y buscan la manera de resistir para no pagar la cuenta de una fiebre de ganancias especulativas en la que no participaron.
La crisis financiera que empezó en 2007 con la explosión de la burbuja de desenfrenada especulación en títulos derivados y futuros, con el masivo impago de hipotecas ‘subprime’ en los Estados Unidos, tras la quiebra del Lehman Brothers se generalizó por todo el planeta y se transformó en una profunda recesión del capitalismo globalizado en 2008. Los gobiernos en todo el mundo se vieron obligados a echar por la borda sus discursos de no intervención estatal, ‘libre mercado’ y privatizaciones, para salvar al sistema financiero, a gigantescas corporaciones multinacionales, y estimular la alicaída demanda, recurriendo a los dineros públicos. O dicho en otras palabras mientras las ganancias habían sido de capitalistas privados durante el ciclo de auge ahora las pérdidas eran socializadas y pagadas con el dinero de los estados para que en el futuro los capitalistas privados pudieran volver a los ‘negocios como siempre’.
Especialmente en el último trimestre de 2009 tuvimos una recuperación de los mercados bursátiles muy rápida, la mayoría – no todos - de los países desarrollados apenas comenzaron a salir de la ‘recesión técnica’ comparados con el periodo anterior, pero con altas tasas de desempleo, mientras China después de una seria recesión el 2008, el año 2009 mostró un crecimiento cercano al 9%, superando todas las expectativas; todo esto dio una cierta base para que con la misma celeridad se multiplicaron las voces diciendo que la crisis había sido superada en lo medular.
Sin embargo, la frágil recuperación es frágil, con una demanda disminuida por el alto desempleo, y la falta de inversión privada suficiente para asegurar la retirada de los estímulos fiscales sin rebote de la recesión. Estuvo desde el comienzo amenazada, por las previsibles consecuencias recesivas de los ajustes, y sobretodo por las más serias amenazas de explosión de las burbujas especulativas provocadas por el ‘dinero dulce’ inyectado a las economía, que en alto porcentaje no se dirigió, como era previsible, a la inversión productiva, a lo que hay que sumar la posibilidad de ‘default’, cese de pagos, de la deuda soberana de países con déficit fiscal estructural agravado por el fin del auge. Estos países, entre ellos Grecia, necesitan recurrir a nueva deuda para saldar sus compromisos pasados, pero el aumento del riesgo que se asocia a ellos, se transformó en un circulo vicioso que se reflejó en la rebaja de la calificación crediticia, hasta el limite de no ser estados considerados elegibles para el crédito, a ningún precio.
Una semana negra para las bolsas europeas
El miedo se convierte en pánico en los mercados bursátiles. El pánico se extiende por las bolsas europeas, ha habido una ‘semana negra’ con la caída de los principales índices bursátiles, solamente el 5 de mayo – coincidiendo con la huelga general en Grecia contra los planes brutales de austeridad - Milán bajó el 4,3%; el índice Euro Stoxx 50, cayó 3,1%; El Ibex de España descendió el 2,93%; París, el 2,35%; Londres, el 1,55%; y Francfort, el 0,9%. Los analistas informan que el mercado está entrando en una parálisis y falta de liquidez, de manera similar a como ocurrió a comienzos del año pasado, por temor a las consecuencias de una crisis del sistema bancario, ahora las caídas generalizadas de las bolsas se deben a la posibilidad de impago de la deuda soberana por Grecia, Portugal, y otros países de mayor peso en el concierto europeo como España e incluso Italia. Todos ellos países de la zona del euro.
Los bancos más afectados en caso de cese de pagos de Grecia, hubieran sido alemanes y franceses. Ello provocaría una nueva crisis bancaria.
El miedo se convierte en pánico en los mercados bursátiles. El pánico se extiende por las bolsas europeas, ha habido una ‘semana negra’ con la caída de los principales índices bursátiles, solamente el 5 de mayo – coincidiendo con la huelga general en Grecia contra los planes brutales de austeridad - Milán bajó el 4,3%; el índice Euro Stoxx 50, cayó 3,1%; El Ibex de España descendió el 2,93%; París, el 2,35%; Londres, el 1,55%; y Francfort, el 0,9%. Los analistas informan que el mercado está entrando en una parálisis y falta de liquidez, de manera similar a como ocurrió a comienzos del año pasado, por temor a las consecuencias de una crisis del sistema bancario, ahora las caídas generalizadas de las bolsas se deben a la posibilidad de impago de la deuda soberana por Grecia, Portugal, y otros países de mayor peso en el concierto europeo como España e incluso Italia. Todos ellos países de la zona del euro.
Los bancos más afectados en caso de cese de pagos de Grecia, hubieran sido alemanes y franceses. Es la moneda única europea, el Euro, y en general toda la arquitectura de unificación de Europa que marchó bien mientras había auge económico, la que ahora que el boom acabó está en cuestión. En particular como mantener bajo la misma moneda a países sin políticas fiscales comunes y productividades tan diversas, impidiéndoles ajustar periódicamente sus desequilibrios recurriendo a la desvalorización de su moneda, puesto que ahora carecen de ella.
Es la moneda única europea, el Euro, y en general toda la arquitectura de unificación de Europa que marchó bien mientras había auge económico, la que ahora que el boom acabó está en cuestión. En particular como mantener bajo la misma moneda a países sin políticas fiscales comunes y productividades tan diversas, impidiéndoles ajustar periódicamente sus desequilibrios recurriendo a la desvalorización de su moneda, puesto que ahora carecen de ella.
La única posibilidad de sacar a Grecia del cese de pagos, era un salvataje de emergencia con nuevos préstamos. Pero los países en condiciones de poner la mayor parte del dinero, Alemania en primer lugar, se resistían a hacerlo, mientras a cada postergación la cifra necesaria para ‘salvar’, al menos momentáneamente, a Grecia del default crecía y crecía. Finalmente, el contagio inicial de la inestabilidad que ya se advertía en las bolsas, y el temor a las consecuencias del default griego sobre los bancos de los principales países desarrollados en Europa obligaron a la Unión Europea a otorgar los nuevos préstamos, pero como cualquier país subdesarrollado tuvieron que acudir a la participación junto a los europeos del FMI. Una gran humillación para la UE.
Es importante remarcar que especialmente con la menor recaudación impositiva, la caída de la inversión y el magro ahorro interno, la mayor parte del déficit público es estructural, y se agravó con el rescate de los banqueros y otras decisiones de las autoridades.
En Grecia el capitalismo no puede salir del marasmo y dar garantías a los acreedores sin corregir el déficit fiscal, para asegurar el pago de la deuda. La lógica de justicia y equidad dictaría que los primeros que deberían pagar son las propias empresas beneficiarias de las políticas de los sucesivos gobiernos griegos, elevando seriamente las tasas impositivas y aumentando la recaudación de las empresas y las grandes fortunas, pero bajo un gobierno capitalista esto no es viable, en primer lugar porque serian los propios capitalistas afectados los que controlan el gobierno o tienen la mayor capacidad de presión sobre él, pero por otro lado porque haría más difícil la recuperación de la inversión, muchas veces de multinacionales que escapan al control del gobierno.
Un gobierno no capitalista debería suspender el pago de deuda exterior que fundamentalmente fue dirigida hacia la ganancia empresarial y la corrupción gubernamental, y estímulo el auge especulativo que el grueso de la población no disfrutó.
El gobierno griego parece decidido a cumplir las exigencias de sus socios y prestamistas, naturalmente con un elevado costo social. Una campaña furiosa de los medios de comunicación se ha puesto en marcha para que la gente olvide el origen real de la crisis, y parezca que son los propios trabajadores, jóvenes y pensionados los culpables por disfrutar de un nivel de vida superior a las posibilidades. El gobierno griego, la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI han acordado un plan de rescate con préstamos de 120 billones de euros, pero exigen a cambio brutales medidas de austeridad. Las filtraciones de las conversaciones indican algunas de estas medidas: Los funcionarios públicos verán reducidos sus salarios anuales en 25%, los salarios serán congelados durante 3 ó 4 años. Las pensiones serán rebajadas. El impuesto al valor agregado que ahora es de 19%, subirá a 24 ó 25%. Con estas y otras medidas esperan reducir los salarios de los empleados públicos en un 30% y los de los trabajadores del sector privado en un 20%.
La crisis se extiende a España
Los rumores que se extendieron sobre un plan de salvataje de 280 millones de euros del FMI para España, provocaron la caída de la bolsa el 4 de mayo, que se siguió profundizando en los días siguientes, el 5 de mayo todos los títulos de las principales empresas bajaron: BBVA, el 4,76%; el banco Santander, el 4,59%; Repsol, el 2,45%; Iberdrola, el 2,44%, y Telefónica, el 2,33%. Ello a pesar de los vigorosos desmentidos del primer ministro José Luís Rodríguez Zapatero y del comisionado de asuntos económicos y monetarios de la Unión Europea, Olli Rehn, Sin embargo una misión del FMI que llegó a España para efectuar su visita anual regular, coincidió con la petición del FMI a España de rápidas medidas para reducir el déficit. Lo mismo pidió el Fondo Monetario Internacional a Irlanda y Portugal, que son los países que han sufrido un mayor impacto de los mercados por la crisis griega. Caroline Atkinson, en nombre de la institución, ha dicho que España ha presentado un plan de medidas "bastante grande", y subrayó que es necesario aplicarlo con celeridad para lograr la reducción del déficit. España sigue en recesión, ya tiene cerca del 20% de parados forzosos, entre los jóvenes las cifras se disparan, y los subsidios de desempleo no duran para siempre. En estas condiciones la aplicación de medidas de ‘austeridad’ exigidas por el FMI y sus socios en la Unión Europea va a agravar la situación de la población, y se va a enfrentar con la resistencia creciente de trabajadores y jóvenes.