Por Michel Husson
Mientras que la zona euro esboza una fase de recuperación muy moderada, los pronósticos alarmistas respecto a la trayectoria general de la economía mundial se multiplican: por ejemplo, Le Monde del 20 de octubre titulaba "El crecimiento chino se ralentiza, la economía mundial sufre ”. Christine Lagarde/1 enumera las "razones para estar inquietos en torno a la situación económica " y Jacques Attali/2 anuncia que "el mundo se acerca a una gran catástrofe económica”.
Comencemos trazando un breve panorama de la coyuntura: el crecimiento mundial se ralentiza, principalmente en los países emergentes, salvo en India. Esta tendencia se retroalimenta con la caída de los precios de las materias primas y se transmite a los países avanzados. El comercio internacional también se ralentiza, al mismo ritmo que el PIB mundial, como si la globalización productiva hubiera tocado techo. La zona euro registra una recuperación muy tímida y desigual. Estados Unidos y el Reino unido, siguen aprovechándose de las circunstancias (se benefician un poco) pero el crecimiento tiende a ralentizarse en un caso y en el otro resulta artificial.
En el campo de la "esfera financiera", el quantitative easing (flexibilidad monetaria) alimenta la burbuja de activos en lugar de alimentar la inversión productiva, que se estanca. Y la única perspectiva -hasta ahora retrasada- de un repunte del tipo de interés del FED (Banco Central de EE UU) pesa como una espada de Damocles hasta el punto de desestabilizar las monedas y los mercados financieros de numerosos países. En fin, "la incertidumbre y las fuerzas complejas pesan sobre el crecimiento mundial " para retomar la fórmula del FMI en sus últimas perspectivas/3.
De este cuadro puntilloso, se pueden extraer las tres características fundamentales de la coyuntura actual:
· La persistencia de las "secuelas de la crisis financiera mundial";
· Las perturbaciones de la economía mundial;
· La perspectiva de un "estancamiento secular".
Las secuelas de la crisis financiera mundial
La flexibilización monetaria permite a un Banco Central la compra de títulos. De ese modo crea moneda que, inyectada en la economía, debería hacerle despegar.
Admitamos que eso haya podido funcionar durante un tiempo en Estados Unidos.
Pero el hecho nuevo es que se comienza a tomar conciencia de que este tipo de medidas tiene efectos colaterales preocupantes.