La crisis Alimentaria Mundial
Por Alberto Ramirez
El Trabajador No 75, Costa Rica.
El sistema capitalista mundial enfrenta tres crisis globales: la financiera-económica, la de los hidrocarburos y la crisis alimentaria. La combinación y convergencia en el tiempo de estas tres crisis prometen ser de largo aliento y sin posibilidad de resolución en el corto o mediano plazo. Una de la crisis alimenta a la otra y la vuelve más brutal.
La crisis financiera-económica con centro en el imperialismo yanqui, hace que los capitalistas, para intentar escapar de ella, se refugien en los llamados commodities, tales como, petróleo, alimentos y otras materias primas, provocando mayor especulación y mayores precios sobre estos últimos. A su vez, la perspectiva cercana de que los hidrocarburos, petróleo y gas natural, toquen techo en su producción, ha conllevado a la irracionalidad a los capitalistas e imperialistas de utilizar grandes extensiones de tierras para producir energía para los automóviles con los alimentos: maíz, soya y otros. La fiebre mundial por producir biocombustibles ha sido uno de los factores principales para disparar por las nubes a nivel mundial los precios de los alimentos.
Esa crisis alimentaria está hundiendo a millones de seres humanos en la peor hambruna de la historia de la civilización humana, dado que es y serámundial y generalizada. El capitalismo imperialista no le garantiza ni siquiera la comida a los trabajadores y pobres del mundo. Solamente en un año (marzo 2007 a marzo 2008), el precio del maíz subió un 31%; el del arroz un 74%; el de la soya, un 87% y el del trigo, un 130% y así sucesivamente pasa con los demás alimentos. Millones de personas que viven con uno o dos dólares diarios, inevitablemente morirán porque no pueden comprar su comida o terminarán comiendo basura, como los animales carroñeros, hundidos en la degradación y barbarie capitalista.
Los representantes del capitalismo imperialista, léase el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), el presidente del Banco Mundial (BM), el director del Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) y los representantes de la Naciones Unidas (ONU), le están echando la culpa de los altos precios de los alimentos y la crisis alimentaria mundial a la producción de los biocombustibles, mientras que los representantes de los capitalistas de la periferia semicolonial, productores de biocombustibles, como Lula, desmienten a aquellos y le echa la culpa de la crisis y encarecimiento de los alimentos a los llamados países ricos (imperialistas).Luiz Ignacio Lula da Silva, residente de Brasil, y agente de los capitalistas brasileños, sostuvo en la XXX Conferencia Regional de la FAO que: "Me espanto cuando quieren relacionar el aumento de los alimentos con los biocombustibles, cuando no hablan del impacto de la subida del petróleo en el precio de los alimentos y cuando no hablan del impacto de los subsidios agrícolas" (1). Más adelante, este ex-obrero y traidor de su clase, señaló que: "Tampoco hablan de los fertilizantes, vendidos cada vez más caros por la multinacionales de los países más ricos" (2).
En realidad, los altos precios de los alimentos y la crisis alimentaria mundial tiene varias causas o factores que los producen. Según los representantes del capitalismo mundial, entre las causas del encarecimiento de los alimentos se encuentran los siguientes: el calentamiento climático; caída de las reservas de cereales; creciente demanda de China e India; el auge de los biocombustibles, acciones especulativas y el alza en los precios del petróleo. Algunos de estos factores son reales, mientras que otros no lo son. En verdad, la causa de fondo que explica este grave problema es la estructura del capitalismo imperialista mundial.
El marxista Ernest Mandel, lo plantea de la siguiente manera: "El destino de las semicolonias bajo el sistema imperialista internacional asume su forma más trágica en la creciente subalimentación de estas naciones. En la década de los treinta eran todavía capaces de exportar 15 millones de toneladas de granos anualmente. En la década de los años sesenta han tenido que importar 10 millones de toneladas de granos anualmente y el volumen de estas importaciones amenaza con hacerse aún más grande en la segunda mitad de la década actual. Esto no se debe ni a la explosión demográfica ni a la imprevisión, sino a las estructuras socioeconómicas impuestas por el imperialismo. Extensiones de tierra cada vez mayores están siendo transformadas para la producción de cosechas para la exportación, para satisfacer las necesidades de los países metropolitanos y no de la población local (...) La dependencia cada vez mayor respecto de las exportaciones imperialistas de productos alimenticios es monetarizada en el mercado capitalista mundial a través de precios más altos, y de ser necesario a través de la escasez artificialmente creadas..." (3). El subrayado es nuestro.
Actualmente, no solo se trata de sub-alimentación como dice Mandel sino de brutales hambrunas generalizadas que ponen en riesgos de muerte por hambre a millones de seres humanos. El imperialismo impuso en el mundo una nueva división del trabajo, dentro del cual se garantizaron el control de la producción y comercialización de los granos y alimentos para una mejor dominación de la periferia semicolonial. Pasaron de ser importadores de granos a ser exportadores de ellos. Los principales exportadores de cereales son los países imperialistas, que superan por mucho a los naciones semicoloniales. Por ejemplo, en Costa Rica, a través de los llamados Programas de Ajustes Estructurales (PAE) y los Tratados de Libre Comercio (TLC) el imperialismo yanqui, cambió la estructura productiva agrícola de estas naciones, pasando de producir granos para cosechar tonteras como flores, tallos, helechos, piña, melones y otras frutas. Por otra parte, "...durante las crisis económicas se produce un deterioro de la capacidad de importar, especialmente de los países pobres, lo que deprime el volumen de las transacciones y provoca situaciones de hambrunas cuando la producción doméstica no es suficiente para suplir las necesidades de la población..." (4).
Sin lugar a dudas, la producción de biocombustibles mediante granos es un nuevo elemento aberrante e irracional del capitalismo mundial que exacerba el alto precios de los alimentos y la crisis alimentaria. Actualmente se utilizan 100 millones de toneladas de cereales por año para producir etanol y biodiésel. Esta gran cantidad de granos se podría estar utilizando para alimentar a la población mundial. De aquí la importancia estratégica de levantar un programa de lucha a nivel nacional, regional centroamericano y mundial que combata y enfrente los altos precios de los alimentos y la crisis generada por esos precios. Este primero de mayo debemos levantar las consignas de. ¡Abajo los altos precios de los alimentos! ¡Congelación de los precios de la Canasta Básica! ¡Aumento de Salarios Automáticos, proporcional e igual a la subida de los precios de la Canasta Básicas y los Servicios Básicos! ¡No a la producción de biocombustibles con granos básicos! ¡Nacionalización, sin indemnización, de la industria alimenticia para garantizar alimentos a bajos precios! ¡Tierra, crédito barato y asistencia técnica inmediata para los campesinos pobres que quieran sembrar granos básicos, para garantizar la suficiencia alimentaria!
Un peligro recorre el mundo: las rebeliones los hambrientos.
Los representantes del capitalismo imperialista, llamase Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización de Naciones Unidas y otros no están preocupados por los millones de personas que se mueran por hambre, porque están acostumbrados a ello, sino que su alerta se debe a que millones de trabajadores, campesinos y otros sectores marginales de la sociedades han salido a luchar violentamente contra los gobiernos porque no quieren morirse de hambre y han logrado imponer la reducción de los precios de los alimentos. El mejor ejemplo de esto fue la rebelión de las masas haitianas a inicios del mes de abril, las más pobres de América Latina. Esta revuelta de los hambrientos haitianos condujo a la caída del premier haitiano, Edouard Alexis. Esta situación tiende a crear procesos de luchas y levantamientos en contra de los gobiernos que quieren evitar dichos representantes del capitalismo imperialista. El director de la FAO, Jacques Diouf, dijo que: "Lo que vemos hoy es solo una señal precursora. Si dejamos las cosas tal como están, corremos el riesgo de tener catástrofes nacionales en los países afectados, que tendrán un mayor impacto en la estabilidad del mudo entero" (1).
La FAO ha identificado 37 países que tienen emergencia alimentaria. Asimismo: "En diez países de África y Asia este problema ya ha ocasionado disturbios. En Pakistán y Tailandia, el ejército se encarga de evitar robos y saqueos en los campos de cereales y almacenes"(2). La situación de lucha, protesta y levantamientos en contra de los altos precios de los alimentos no es exclusivo de los países de la periferia semicolonial, sino que se ha hecho extensivo a algunos países de Europa. De aquí parte la necesidad de plantearse una campaña internacional, así como un programa de lucha mundial en contra de este grave problema, llamando a todos los hambrientos del mundo a seguir el ejemplo de Haití y demás naciones que se han levantado contra las alzas de precios.
(1)La Nación, 17 de abril del 2008.
(2)La Nación, 13 de abril del 2008.