Por Nicolás le Brun
Hace dos décadas, la ofensiva económica de la burguesía imperialista se centraba en los países de la periferia. Por un lado, la restauración capitalista en los antiguos estado obreros, hacía que la clase trabajadora de estos países perdiera el control de la estructura económica y pasara a manos privadas. Los antiguos dirigentes de los Partidos Comunistas pasaron a ser los nuevos propietarios o socios de las empresas más rentables. Detrás de ellos las conquistas fueron una a una destruidas.
Por otro lado, en el continente americano, la banca internacional empujaba a los gobiernos del área a aplicar rigurosos planes de ajuste estructural con el fin de garantizar el pago de la deuda contraída por los diferentes gobiernos con la banca. Esto provocó que muchas de las empresas más rentables de estos países pasaran a manos privadas, se destruyeran también conquistas de la clase trabajadora en diferentes materias como educación, salud pero sobre todo en el ingreso. La inflación, las devaluaciones de la moneda y otras medidas hicieron que el poder adquisitivo se perdiera para las grandes mayorías.
Al mismo tiempo, los organismos financieros internacionales recomendaban dar más ventajas a los empresarios y a los inversores para que según sus eufemismos “estimularan el crecimiento” y a la vez el empleo.
Pero como un cuento chino, desde esta época hasta ahora, las cosas no han hecho más que empeorar para el conjunto de la población y no ha dejado de mejorar para una minoría cada vez más pequeña.
Entonces caben unas pequeñas reflexiones para alimentar la discusión, pero sobre todo para tratar de orientar la acción en contra de los actuales planes de austeridad, que no son ni más ni menos que recetas para mantener a un sistema moribundo pero que no cae.
Las Europas
Con la creación primero de CEE y posteriormente de la UE, la idea de una sola Europa parecía antes los ojos de las masas, algo real.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad que esta visión. Europa como una estructura piramidal, establecía relaciones de poder. Los estados con las burguesías más fuertes como Alemania, Francia e Inglaterra, que no es miembro de la UE, apostaban a colocar dinero en los países periféricos de Europa. Así fue como la burguesía de países más pobres como Grecia, Portugal, España y otros se llenaron de recursos con tasas de interés más altas que las que tenían los primeros países. El caso griego es muy ilustrativo, el porcentaje de bonos en manos de Alemania, Francia es de un 41% y el resto se reparte en porcentajes casi similares entre otros países del área y del resto del mundo. Esto explica el gran interés del dúo Merkel-Sarkozy por obligar a Grecia a entrar en la austeridad a fondo y poder pagar sus obligaciones.
El dinero entró a esos países no fue empleado para ponerlo a “trabajar”, dentro de una lógica capitalista. Mucho de ese dinero pasó de mano en mano y como por arte de magia se evaporó. Además de esto, el porcentaje del PIB que se utilizará para hacer frente al pago de la deuda es demasiado grande, casi un 9% lo que en pocos años llevaría de nuevo al colapso a la economía helena.
Pero los banqueros, sin importar el destino de los dineros prestados, empezaron a cobrar desde el principio. La burguesía de estos países más débiles tomó además como parte de las condiciones de los acreedores, medidas para incentivar la producción, es decir exoneraciones fiscales para las empresas, con lo que el estado dejó de percibir importantes sumas de recursos. En pocas palabras un negocio montado para que los mismos que prestan se queden con todo. En medio de la discusión del último plan de “salvamento” de la economía griega adoptado por la UE, Alemania y Grecia acordaban un nuevo tratado para atraer inversiones alemanas en Grecia. Ambos países firmaron un texto de cinco páginas el viernes, al término de una visita de dos días del ministro alemán de Economía, Philipp Rosler, acompañado por unos cincuenta empresarios alemanes a Grecia. En la parte griega, fue firmado por el ministro del desarrollo Michalis Chrysohoidis.(El Nuevo Herald 7-11-2011)
Los centros de interés alemanes en Grecia se sitúan en las áreas de las energías renovables (solar y eólica), las tecnologías medioambientales, el turismo, las tecnologías de la información y del sector de sanidad, indica el documento.
Según una fuente patronal alemana, algunos proyectos de inversión alemanes en Grecia incluyen la creación de complejos residenciales que mezclan el turismo con los cuidados médicos, especialmente destinados a la tercera edad.
Pero la dinámica por establecer un control cada vez más directo por parte de las potencias europeas sobre Grecia se ve también refeljado por el monto de las Inversiones Extranjeras Directas. Del total de 33 000 millones de euros durante el período 2003-2009, 11 000 millones correspondieron a Alemania, 7000 millones a Francia y 6000 millones a Gran Bretaña. El 75% del total de inversiones corresponden a estos tres mismos países que buscan garantizar una rentabilidad mayor mediante la sobre explotación y la rapiña.
El acuerdo también prevé un apoyo administrativo alemán a Grecia en materia del establecimiento de legislación en temas de competencia, energía y telecomunicación.
Es decir, el reparto de las empresas y sectores que el gobierno griego acordó privatizar, ofrecidos en bandeja de plata a los inversores alemanes. Entre 2003 y el 2009, el 72% de la inversión extranjera en Grecia se centró en el sector terciario de la economía, un 26% en el secundario y un 0% en el primario (Banco de Grecia 2010). Esto refleja el signo de la época y es coincidente con las nuevas inversiones alemanas que buscan posicionarse aún más en este sector de servicios.
Además desde la entrada primero en 1981 a la CEE y luego en 1999 a la zona euro, Grecia ha visto crecer exponencialmente el déficit en su balanza comercial. La dependencia de los bienes importados y la reestructaración del sector primario, fueron haciendo más vulnerable y dependiente su economía.
El proceso de dependencia y sometimiento de los gobiernos de los países periféricos es lo que está en el fondo de este asunto de la deuda. Para poder cumplir con los planes de ajuste, eje central de la posición alemana, los gobiernos deben arrasar con todas las conquistas sociales y los activos estatales.
Esto no puede ser llevado a cabo a fondo por medio de métodos democráticos y por eso en el endurecimiento de la represión y de los rasgos bonapartistas de los regímenes.
El giro a la derecha en España o bien el ascenso de personajes tecnocráticos oscuros como el nuevo primer ministro italiano Mario Monti, su colega griego Lucas Papademos, quien fuera vicepresidente del Banco Central Europeo, BCE, reflejan esa tendencia.
La democracia burguesa no funciona con la crisis.
La democracia burguesa es un lujo para cuando las condiciones económicas así lo permitan. La burguesía no escatima en utilizar cualquier método con tal de garantizar su dictadura económica que impone a la clase trabajadora. Europa tiene en su historia claros ejemplos y ahora el auge de la extrema derecha en varios países y el discurso xenofóbico que alientan por diversos medios no es una casualidad. La burguesía europea se preparara para una resistencia dura de la clase trabajadora y no escatimará medios para derrotarla.
En los antiguos estados obreros, la mayor parte de ellos están siendo dirigidos por gobiernos bonapartistas que pasan por encima de toda la institucionalidad formal con tal de aplicar en primera instancia la privatización de los medios de producción, en segundo lugar la consolidación de una nueva burguesía salida de la burocracia estalinista y en tercer lugar el mantenimiento de las inversiones en los sectores rentables como el gas, minerales y productos agrícolas. Esto no incomoda a las “democracias occidentales” salvo cuando los socios dejan de ser fiables. Es el mismo caso de las dictaduras de los países árabes que durante décadas fueron socios importantes hasta que ya no pudieron garantizar el control de sus países.
Así pues, cuando el ex primer ministro griego Papandreus anunció un referendo para decidir sobre el acuerdo impuesto por la banca europea y el dúo franco alemán, la respuesta de estos dos gobiernos fue principista, no hay cabida para ribetes democráticos.
La lucha que tiene enfrente el proletariado europeo es de gran envergadura, es en contra de las últimas conquistas sociales que los trabajadores lograron arrancar a la burguesía en la post guerra y las conquistas democráticas también.
La defensa de estas no puede ser a medias y debe ser unificada, así como unificados están los de arriba.
Las movilizaciones de los Indignados son espectaculares pero que no inciden en la estructura productiva y las huelgas generales realizadas en Grecia, Portugal y que se anuncian en Bélgica, no son unificadas en todo el continente.
Es por eso que la salida es combatir de conjunto el plan de austeridad de la banca, la unificación por abajo para construir los Estados Unidos Socialista de Europa, única alternativa viable para salir de la crisis.