Por Nicolas Le Brun
Hace un par de meses, el periódico inglés The Guardian indicaba la polarización que se estaba dando en el seno de la sociedad griega, de una forma imprecisa políticamente hablando. El artículo en cuestión hablaba del peligro de una guerra civil en Grecia, luego de las protestas contra el último plan de austeridad votado por el parlamento bajo el designio de la Troika de Bruselas, FMI y BCE.
Sin embargo, el principio de base era correcto, una creciente y fuerte radicalización y polarización de las masas y la sociedad que ha enfrentado los violentos planes de austeridad desde hace casi un quinquenio.
Las últimas elecciones dieron una fotografía del movimiento que se produce en la sociedad griega. De un lado la izquierda denominada radical, en relación con el PASOK, de Syriza encabezó la votación de este escrutinio anticipado del seis de mayo. Por otro lado la aparición de la derecha fascista de la Aurora Dorada, hace que el panorama cierre en sus aristas.
Pero como se menciona anteriormente esto no es más que una fotografía de una situación mucho más compleja. La contrarrevolución económica que busca seguir el camino de la austeridad a toda marcha y seguir hundiendo a las masas en la pobreza más absoluta y poner a Grecia en un situación similar a las colonias o semicolonias del Tercer Mundo avanza impulsada por el voraz capital europeo.
La crisis se profundiza
Lejos de dar signos de mejoría, la situación en Grecia va rumbo al abismo. La crisis política es el reflejo de la degradación de la situación estructural del país.
Presa de los fondos especulativos, este país debe hacer frente a las “obligaciones” contraídas con los inversionistas que vieron ahí una oportunidad de hacer fortuna a partir de los altos intereses que se ofrecían en la bolsa. Muchos países y bancos europeos se prestaron al juego especulativo hasta llevar a la economía hasta las cuerdas, esto en conjugación con la crisis del 2008 y la burbuja inmobiliaria.
Hace un mes, Grecia anunció el desembolso de 436 millones de euros para cumplir con los intereses de los denominados fondos “de rapiña”, que son los bonos comprados por los “inversores” que ven una oportunidad en los bonos que salen a la venta cuando un país está al borde de la quiebra. Estas compañías compran los bonos en el mercado secundario, por debajo del valor nominal y luego se niegan a cualquier reestructuración de la deuda, para así cobrar el valor nominal del bono, con todo e intereses.
Este hecho ha provocado también la evolución de los índices de endeudamiento del país con respecto al PIB. Éstos no han dejado de crecer en forma exponencial desde hace casi 20 años, pasando de un 100% en el año 1995 a un 175% aproximadamente en el primer trimestre del año 2012 aproximadamente.
Esta situación se ve todavía más complicada si otros detentores de la deuda griega, que detentan cerca de 6 mil millones de euros en títulos, se oponen a cualquier variación en las obligaciones de la deuda y los pagos a estos “hombres de negocios” que lucran a partir del hambre del pueblo griego. Estas agencias, Dart y Elliot Associates, también participan en el mercado de países de América Latina con el mismo procedimiento.
Si a esto se le adiciona la expatriación de capitales de la burguesía y la alta pequeña burguesía griega, el panorama se hace todavía más complejo. En los últimos dos años los depósitos bancarios en Grecia pasaron de 240 mil millones a 160 mil millones y la caída sigue en proceso. Muchos de los millonarios europeos buscan otros paraísos fiscales más seguros o bien invierten en economías que consideran más seguras como la de Gran Bretaña, donde en los últimos tiempos las compras de bienes inmuebles de lujo se ha disparado. En los bancos griegos y el resto de los bancos europeos, el problema se presenta por la capacidad de mantener la liquidez. En un día, el 14 de mayo, los bancos griegos sufrieron el retiro masivo de cerca de 700 mil millones de euros durante la jornada. El efecto que tienen estas situaciones es un efecto dominó; cuatro días más tarde, del Banco Santander en Inglaterra, fueron retirados cerca de 250 millones de euros. Todo esto representa un gran problema de liquidez para los bancos, aún tomando en cuenta los planes de rescate que ha realizado el BCE.
De acuerdo con el Wall Street Journal, sólo en España, el 30% de los depósitos en los bancos pueden ser retirados de un día para otro, 21% en Portugal y un 48% en Italia.
Este escenario se ve agravado con la reciente pérdida en la calificación de España para sus bonos de estabilización, lo que hace que expone a este país a una caída más fuerte de lo que ha venido resintiendo, aún con el intento del gobierno del Partido Popular por escapar a nuevos planes de ajuste y ver erosionado en corto plazo el impulso de la reciente victoria electoral.
El problema es que los mercados financieros sólo avistan una solución al problema de la crisis, y es la austeridad a todo costo para garantizar, como lo mencionamos al principio del apartado, el pago de los intereses y del principal a los acreedores del capital especulativo, y a la vez, del dinero que ha sido prestado por millones de millones a los bancos europeos para seguir especulando en zonas como Grecia.
El futuro de Europa se juega en Grecia
Esta frase, que está lejos de ser retórica, es un punto fundamental para el movimiento de masas en la perspectiva de poder enfrentar los planes de austeridad, lejos del espejismo electoral.
El viraje electoral en Francia, que puso a la cabeza de una de las principales economías de la zona euro un gobierno de la socialdemocracia, ha llenado de esperanzas a vastos sectores del movimiento de masas que han creído en las promesas electorales que hizo François Hollande, de enfrentar a los grandes bancos y al capital.
Pero esto no debe llevar a engaños y creer que los bancos y los organismos financieros internacionales van a flexibilizar las posiciones y dejar el pago de la deuda al garete.
El mensaje de Cristine Lagarde, la presidenta del FMI, proveniente del gobierno saliente de Sarkozy, ha sido claro al demandar a los griegos cumplir “con sus obligaciones”. Es decir, seguir dentro de la austeridad. Otros gobiernos de Europa, como el español de Rajoy y el italiano de Monti empiezan a distanciarse prudentemente de la canciller alemana Merkel, en vistas de las próximas elecciones en Alemania donde los resultados obtenidos por el partido del gobierno en los Lands han sido negativos. Distancia para no quemarse como se “quemó” Merkel al apostar por Sarkozy de forma abierta en la recién terminada campaña francesa. Pero no significa que de la noche a la mañana hayan decidido cambiar de bando. El proyecto de lanzar el crecimiento en Europa no deja de tener en la mira las conquistas de la clase trabajadora como una forma de reducir los costos de producción y como eufemísticamente llaman aumentar la competitividad. Es decir apostar por hambrear las masas y reducir la calidad de vida.
Las próximas elecciones en Grecia del 17 de junio ponen en el tapete la discusión del poder muy a pesar de los deseos del Partido Syriza.
El programa que ha llevado adelante la izquierda radical ha sido muy importante para poner en la discusión la ilegalidad de la deuda y, como lo expresa Sofia Skorafa, diputada, en una entrevista dada al periódico La Vanguardia “pedimos una auditoría internacional de deuda. Es el pueblo griego el que paga la deuda. Se le ha dicho que está endeudado pero nadie sabe como se ha llegado a esto ni qué es lo que se paga realmente. También tiene que haber una investigación política: ¿se ha gastado el dinero como se ha dicho?”
Este propósito tiene que ser acompañado de lo mismo que ha abierto las puertas al resultado electoral de Syriza, la movilización de las masas y la preparación para que las organizaciones sindicales y populares asuman el poder y decreten la moratoria indefinida de la deuda inmoral.
De lo contrario el futuro, luego de cinco años de recesión, no será el mismo que han vivido actualmente, sino mucho peor, largas jornadas de trabajo, Grecia es el país en Europa con más horas trabajo por hombre, pero con los salario más bajos, cerca 200 euros como salario mínimo.
Un gobierno de Syriza es la puerta para que las masas puedan organizarse y no perder de vista la amenaza fascista que busca la oportunidad para frenar las movilizaciones y aplastar al movimiento de masas y garantizar la aplicación de los planes de ajuste.