Por Orson Mojica
El 1 de Mayo del año en curso ocurrió un gran acontecimiento internacional, pero no fue protagonizado por las marchas de los trabajadores en casi todos los países del mundo, sino por los “Seal”, tropas elites del ejército de los Estados Unidos, quienes ejecutaron a Osama Bin Laden, en Abbottabad, una localidad urbana de clase media alta ubicada a 50 kilómetros al norte de Islamabad, capital de Paquistán.
10 años después
Casi 10 años después de los ataques al World Trade Center, en Nueva York, en donde murieron miles de trabajadores norteamericanos producto del ataque terrorista de Al Qaeda, la venganza de los Estados Unidos se hizo realidad. A pesar de disponer de ilimitados recursos materiales y logísticos, los presidentes Bill Clinton y George Bush habían fallado en el intento de presentar la cabeza de Bin Laden en bandeja de plata. Correspondió a Barack Obama dar a conocer la noticia al mundo: el enemigo número uno de los Estados Unidos, y de todas las democracias imperialistas occidentales, había sido finalmente eliminado. Y aunque no dieron a conocer públicamente las fotos del cadáver de Bin Laden, argumentando hipócritamente razones morales, el presidente Obama si las tiene bien guardadas en su portafolio, y seguramente las revisa de vez en cuando para cerciorarse de que efectivamente logró conquistar el trofeo que le garantiza casi seguramente la reelección presidencial.
¿Quién era Osama Bin Laden?
Probablemente no haya ser humano en el planeta que no haya oído alguna vez de la existencia de Osama Bin Laden, jefe de una organización terrorista internacional conocida con el extraño nombre de “Al Qaeda” que se atrevió a desafiar el poderío militar de los Estados Unidos. Desde los ataques terroristas del 11 de Septiembre del 2001, se desató una cruzada mundial en contra de Bin Laden, que llevo a los Estados Unidos a invadir Afganistán el 7 de Octubre del 2001, dos años antes que la invasión a Irak en marzo del 2003.
Bin Laden, hijo de una millonaria familia saudita, fue aliado de los norteamericanos, en la década de los años 80, durante la invasión soviética a Afganistán, formando parte de las guerrillas que combatieron al Ejército Rojo hasta obligarlo a salir de Afganistán con el rabo entre las piernas. Además del apoyo militar de los Estados Unidos, en el contexto de la guerra fría, las guerrillas afganas contaron con el apoyo incondicional del ejército de Paquistán, una potencia nuclear en un país atrasado, que estaba obligado a ser el muro de contención de la influencia militar soviética, antes del derrumbe de la URSS en 1990.
Paquistán y los Talibanes
Al retirarse los soviéticos de Afganistán en 1989, dejaron instalado el gobierno títere de Mohamed Nayibulá, desatándose un cruenta guerra civil, entre ejércitos asentados en diferentes tribus, que concluyó en 1992 cuando las tropas tayikas tomaron Kabul. Por primera vez en tres siglos, los pashtunes perdieron el control de la capital. Afganistán se desintegraba, causando preocupación en el ejército paquistaní.
Las pashtunes recibieron el apoyo militar del ejército paquistaní y se organización en el movimiento conocido como Talibán, que en lengua árabe significa “Estudiantes”, e inicialmente surgieron como un movimiento de rescate del Estado Afgano que estaba prácticamente putrefacto. Para lograr sus objetivos, los Talibanes desarrollaron al extremo el fundamentalismo islámico, una ideología religiosa que les permitía luchar y agrupar a las masas campesinas. En el marco de la guerra fría, los Estados Unidos alentaron el desarrollo del fundamentalismo islámico, porque ayuda a combatir a la URSS que tenía millones de musulmanes dentro de su territorio, sin prever que en un momento determinado se le volvería en contra.
Las relaciones entre los Talibanes y el Servicio de Inteligencia (ISI) del ejército paquistaní fueron muy estrechas. En realidad, el ejército paquistaní controlaba y dirigía a los Talibanes. En poco tiempo, en 1996, los Talibanes tomaron Kabul y ejercieron el control sobre la mayor parte del territorio afgano, aunque no lograron liquidar las guerrillas de las otras etnias.
Verdadero origen de Al Qaeda
Al Qaeda tiene su origen inmediato en la lucha contra la invasión soviética a Afganistán, con la diferencia que se proponía no solo derrotar a los soviéticos, sino llevar a la “yihad” a todo el mundo. En ese sentido, fue el ala más radical del movimiento “muyahidín” que terminó rebelándose contra su antiguo aliado, los Estados Unidos.
Las relaciones de Bin Laden con el general Hammed Gull, ex jefe del ISI, y con el general Mirza Aslam Beg, ex comandante en jefe del ejército paquistaní, eran muy estrechas. La expansión silenciosa de Al Qaeda, antes de la cruzada mundial en su contra, no se explica por el extremismo religioso, sino fundamentalmente por una necesidad económica de un sector de la burguesía o pequeña burguesía árabe: el fundamentalismo islámico se convirtió en la ideología del nacionalismo árabe, que comenzaba a regatear el control de los recursos naturales de sus países pobres, en un periodo de crisis de la economía mundial. En la mayoría de los países árabes existen todavía gobiernos entreguistas. El discurso nacionalista burgués o pequeño burgués adquirió formas religiosas. El saqueo de los recursos naturales exacerbaba los ánimos, sobre todo al disminuir los beneficios de la renta petrolera.
El caos ideológico del derrumbe de la URSS en 1990, la ofensiva y saqueo neoliberal en todo el mundo, especialmente en los países árabes productores de petróleo, la desaparición de los partidos comunistas y el no surgimiento de direcciones revolucionarias alternativas, la apertura de una coyuntural situación reaccionaria a nivel mundial, entre otros factores, posibilitaron el surgimiento de organizaciones terroristas como Al Qaeda, al menos en los países árabes o de tradición islámica. En este contexto mundial resurgió el método de lucha terrorista, aislado de la lucha de las masas, como un mecanismo de lucha contra el imperialismo.
Este postulado de lucha contra Estados Unidos y las potencias occidentales llevó erróneamente a muchos sectores de izquierda a solidarizarse con el método terrorista, rompiendo con la tradición marxista. No siempre el “enemigo de mi enemigo es mi amigo”, todo depende de las circunstancias, de la realidad concreta. Para los socialistas centroamericanos lo fundamental es si las masas trabajadoras se movilizan de manera independiente y revolucionaria.
La cacería llegó a su fin
En torno al rol y paradero de Bin Laden se tejieron las teorías más extrañas. Unos afirmaron que Bin Laden siempre fue un agente de la CIA y que los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2011 eran una simple pantomima para justificar la contra ofensiva militar del imperialismo a nivel mundial, especialmente la invasión a Afganistán e Irak. Otros afirmaron que Bin Laden había muerto, y que Estados Unidos lo mantenía artificialmente vivo para tener una justificación de sus ataques.
La verdad es que Bin Laden residió durante el periodo de la cacería en su contra en un tranquilo barrio de ex militares retirados en Abbottabad, a escasos kilómetros de una Academia Militar de Kakul y las instalaciones nucleares de Sehala, un lugar ultrasensible para Paquistán, siempre bajo la imperceptible protección del ISI y de sectores del ejército paquistaní. Todo indica que no fue la CIA la que logró dar con el paradero de Bin Laden, sino que, por circunstancias que desconocemos, el ISI terminó entregando su ubicación.
Es imposible penetrar el espacio aéreo de Paquistán, en una zona fronteriza con Afganistán, a escasos kilómetros de una base militar, sin contar al menos con la colaboración de un sector del ejército, que abandona a su antiguo aliado Bin Laden en aras de restablecer mejores relaciones con los Estados Unidos, quienes ocupan todavía Afganistán.
En la guerra contra el movimiento Talibán, tanto en Afganistán como dentro de Paquistán, Estados Unidos está ensayando nueva tecnología militar, que presiona al ejército paquistaní que debe gobernar un país en permanente convulsiones sociales, y con un fuerte sector fundamentalista islámico. La ayuda militar norteamericana al ejército paquistaní se ha tornado decisiva en los últimos años
Pero aunque la negativa a mostrar el cadáver de Bin Laden acrecienta las especulaciones, la realidad es que Obama ha utilizado el hecho de haberlo ejecutado, para redoblar las presiones contra el gobierno paquistaní.
Obama ha declarado recientemente que "creemos que tuvo que haber algún tipo de red de apoyo a Bin Laden dentro de Pakistán (…)no sabemos si pueden haber sido algunas personas dentro del Gobierno, o fuera del Gobierno. Y eso es algo que tenemos que investigar y, más especialmente, que el Gobierno paquistaní debe investigar”. (EFE 8/5/2011)
La ejecución de Bin Laden ha desatado una crisis política en Paquistán, los partidos islamistas están solicitando la renuncia del primero ministro Yusuf Raza Gilani, y el presidente de ese país, Asif Alí Zardari, por no garantizar la “soberanía nacional”.
¿El fin del terrorismo?
Cuando una organización terrorista como Al Qaeda, con una estructura extremadamente centralizada, pierde a su jefe principal, el golpe es demoledor. Pero, como hemos analizado, Al Qaeda fue producto de determinadas circunstancias que ya cambiaron y no se repiten. Ahora las masas árabes se movilizan y tumban dictadores en Túnez y Egipto, o luchan por derrocar a Gadafi o la dinastía Assad en Siria, y ya no son atraídas por el terrorismo o el fundamentalismo islámico, lo que representa un cambio significativo.
Es indudable que Estados Unidos mantendrá su ofensiva mundial en la lucha contra las organizaciones terroristas, utilizando también métodos de terror que contradicen los principios democráticos que dice defender. Como principal potencial imperialista le interesa mantener la supremacía militar, y el mensaje enviado al mundo tras la ejecución de Bin Laden es que harán cualquier cosa con tal de mantenerse como imperialismo dominante.