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Las enseñanzas de las revoluciones democráticas en Túnez y Egipto

Cuando los ideólogos burgueses nos estaban atosigando las mentes, con la idea falsa de que la crisis del sistema capitalista había terminado, recibimos la agradable noticia del derrocamiento de la dictadura de Ben Alí en Túnez, producto de la movilización popular. Nuestra alegría no se había disipado cuando recibimos otra largamente esperada noticia: las movilizaciones se habían extendido a Egipto, país clave en Medio Oriente, haciendo tambalear a la dictadura pro imperialista de Mubarak.

Las escenas son las mismas: las masas hambrientas salen a las calles, desesperadas por la miseria, a reclamar más libertades y la satisfacción de sus necesidades básicas.  Se inicia la represión, hay muertos y heridos, pero las masas no ceden fácilmente y sin proponérselo de manera consciente, con su sacrificio y decisión, terminan derrocando a los gobiernos aliados del imperialismo, profundizando una situación revolucionaria en Medio Oriente.

Las revueltas populares en Túnez y Egipto son verdaderas revoluciones democráticas en curso, cuyo final, como toda lucha revolucionaria,  no está garantizado de antemano. En el caso de Túnez el dictador Ben Alí salió huyendo al dorado exilio en Arabia Saudita. Inmediatamente, las clases dominantes de Túnez conspiraron para mantener con vida al ejército y la policía, instituciones represivas del Estado burgués que fueron agrietadas y erosionadas por la movilización popular, en la medida en que unidades enteras se negaron a continuar reprimiendo a la población en las calles.

El cambio de gobierno en Túnez incluyó a representes del viejo régimen, lo que implica que la conspiración contrarrevolucionaria está en curso. Pretenden engañar a las masas haciéndoles creer que las cosas han cambiado, cuando permanecen casi iguales. El triunfo de la revolución democrática en Túnez dependerá de la intensidad de la movilización popular.

En Egipto, ocurre algo similar, aunque todavía no se ha producido el derrocamiento de Mubarak. Al contrario, observamos una clara intención de Estados Unidos y la Unión Europea por evitar el derrocamiento revolucionario del régimen de Mubarak, un gobierno aliado que ha sido clave para mantener la dominación imperialista en Medio Oriente, así como mantener con vida al estado sionista de Israel.

Pero, a pesar de las diferencias, existen similitudes con los acontecimientos revolucionarios de Túnez. La sangre derramada por los manifestantes, ha radicalizados los ánimos. La cúpula militar de Egipto intenta una salida pacífica y negociada, mientras los soldados también se niegan a disparar contra el pueblo desarmado. La desestabilización del régimen de Mubarak abrirá un boquete por donde se expresará el descontento acumulado por más de 30 años de dictadura de Mubarak.

Las grandes enseñanzas consisten en que las revoluciones en los países atrasados estallan casi siempre por reivindicaciones democráticas, y no necesariamente por consignas anticapitalistas o socialistas. Pero las revoluciones democráticas encierran el germen de la revolución socialista, en la medida en que el sistema capitalista e imperialista resulta incapaz de satisfacer las ansias de libertad, no puede garantizar el derecho al trabajo, a la educación, a la vivienda, el acceso a la tierra, etc. Nada ni nadie garantiza el triunfo de estas revoluciones democráticas. El triunfo solo es posible cuando existe una conducción revolucionaria que alerta a las masas populares, y las guía en el difícil camino de obtener la victoria.

En Centroamérica las tareas democráticas, como la liberación nacional, la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente en cada uno de nuestros países, así como lograr la reunificación de la dispersa patria centroamericana, siguen pendientes. Por esta razón, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a la izquierda revolucionaria a unir esfuerzos en construir esta dirección revolucionaria, y aprender de las experiencias de Túnez y Egipto.

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