Más préstamos y más impuestos para pagar la lucha contra el crimen organizado
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Como ya estaba anunciado, el pasado 22 y 23 de Junio se realizó en Guatemala, la Conferencia Internacional de Apoyo a la Estrategia de Seguridad del Istmo, organizada por el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), en la que participaron delegaciones de Europa, Japón, México, Colombia y, por supuesto, no podía faltar la señora Hilary Clinton, secretaria de Estado de los Estados Unidos.
En esta Conferencia salieron a relucir las cifras más escalofriantes sobre la violencia, la inseguridad ciudadana, femicidios, actuaciones del crimen organizado, narcotráfico, sicariato, el fenómeno de las pandillas o “maras”, que estremecen diariamente a Centroamérica, la región más violenta del planeta.
El funcionamiento del sistema capitalista en Centroamérica está peligro, no por la movilización de los trabajadores, sino por la ola de violencia producto de la descomposición social que trae aparejada la crisis económica permanente y el desempleo masivo.El auge de los pequeños ejércitos del narcotráfico, que reclutan a sus miembros entre los sectores sociales marginales, evidencia la ruina de los pequeños Estados nacionales que son incapaces de garantizar el derecho a la vida y la seguridad de sus ciudadanos.
Las burguesías locales han demostrado su incapacidad para generar un desarrollo económico mínimo. Los Estados centroamericanos hace mucho tiempo dejaron de ser autosuficientes. El funcionamiento mínimo de los Estados nacionales en Centroamérica es posible por el constante endeudamiento interno y externo. Por ello, los gobiernos del área, como limosneros, han tenido que lanzar un desesperado llamado de auxilio a los gobiernos imperialistas para que los socorran en esta lucha contra el crimen organizado. Pero estos no han abierto la chequera.
Arturo Valenzuela, subsecretario de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, se adelantó en aclarar que “esta no es una conferencia de donantes (…) cuando sumas toda la ayuda —de todos los países con la región—, la cantidad es sustancial. La pregunta es si esa ayuda está siendo usada de la mejor manera, y ese será el principal asunto a tratar en Guatemala” (AFP, 20/06/2011)
El discurso de Hilary Clinton fue mucho más categórico: “Los comercios y ricos de cada país deben pagar impuestos justos, la seguridad real no puede financiarse en base a los pobres”. Estados Unidos se resiste a donar dinero en la lucha contra el crimen organizado, pide sacrificios a los gobiernos. Clinton puso de ejemplo a El Salvador donde “por cada dólar que dona EE.UU., los empresarios donan 3”. Pero a pesar de eso, El Salvador es uno de los países más violentos e inseguros de la región.
En el mismo sentido,Trinidad Jiménez, ministra de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, advirtió que los gobiernos centroamericanos “tendrán que asumir que el desafío al que se enfrentan exigirá más recursos nacionales”, lo que deberá implicar “reformas fiscales” y acciones de lucha contra la evasión “que garanticen la sostenibilidad de las políticas públicas en materia de seguridad”.
Y para que no quedaran dudas, Karel De Gucht, comisario de Comercio de la Unión Europea, exigió una “política fiscal más equilibrada y basada en la premisa de que toda la sociedad debe asumir sus responsabilidades de acuerdo con sus capacidades económicas”. (ACAN-EFE, 22/06/2011)
Álvaro Colom, presidente de Guatemala, adelantó que los “ministros de Finanzas discutirán la posibilidad de un planteamiento centroamericano de un impuesto para la seguridad y la lucha contra el crimen organizado. Sería un impuesto de igual naturaleza para toda la región, y debería ser un impuesto adicional a lo que cada país ya tiene” (Siglo 21, 23/06/2011)
Todos los recursos que fueron puestos a disposición de los gobiernos centroamericanos, no son donaciones, sino préstamos del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que evidencian la bancarrota de las burguesías locales. Nuestros países tendrán que endeudarse más para garantizar la seguridad de las burguesías locales y las fronteras de Estados Unidos. Conclusión: vienen nuevos impuestos, no para los ricos, sino para la clase media, los trabajadores y los pobres.