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Defendamos las libertades democráticas.
En diferentes oportunidades hemos expresado que la decadencia del sistema capitalista conduce inexorablemente al deterioro de la democracia burguesa y al establecimiento de regímenes fuertes o totalitarios, que limitan las libertades democráticas a los trabajadores y el pueblo.
En Centroamérica, bajo el pretexto de combatir al crimen organizado, el narcotráfico, y el fenómeno juvenil de las pandillas o maras, el imperialismo norteamericano está impulsando el llamado “Plan Mérida”, que consiste en rearmar a las policías y fortalecer a los organismos de seguridad. Poco a poco estamos observando un endurecimiento de los regímenes políticos. Quizá el caso más significativo es Panamá, en donde el gobierno de Martin Torrijos intenta fortalecer los órganos de seguridad y dotar de mayores poderes al Presidente de la República.
El otro caso significativo es Nicaragua, donde se ha producido un endurecimiento del régimen político, bajo el gobierno de Daniel Ortega. Atrás han quedado la actitud mesurada de los primeros meses del actual gobierno y los discursos a favor de la paz y la reconciliación.
El gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ha vuelto a utilizar “las turbas” o fuerzas de choque contra los opositores. Las “turbas” fueron utilizadas en la época de la revolución (1979-1990) contra los sindicatos, contra los obreros en huelga y también contra la oposición de derecha, aliada al imperialismo.
En esta ocasión, en un contexto internacional completamente diferente, en donde ahora el FSLN quiere mantener las relaciones de amistad y cooperación con el gobierno de los Estados Unidos, las fuerzas de choque del FSLN reprimieron recientemente una manifestación en la ciudad de León, organizada por la Coordinadora Civil influenciada políticamente por el Movimiento Renovador Sandinista (MRS).
En Nicaragua el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) que dirige el ex presidente Arnoldo Alemán, no hace oposición sino que colabora con el actual gobierno sandinista. El PLC está integrado completamente al régimen político, a través del reparto de los puestos en las instituciones del Estado. Los únicos que intentan levantar las banderas de la oposición son estos organismos de la llamada “sociedad civil”, los cuales por cierto están siendo perseguidos y hostigados por el gobierno de Ortega, bajo el pretexto de controlar el ingreso de los fondos de los organismos donantes.
No compartimos los programas y objetivos de los ONG, porque adormecen la conciencia de los trabajadores y del pueblo, pero tampoco podemos quedarnos inermes ante el brutal ataque a la libertad de organización y manifestación. No podemos permitir que, bajo el pretexto de luchar contra la derecha y el imperialismo, se restrinjan las libertades democráticas.
A lo anterior, debemos agregar que al iniciarse la campaña electoral municipal en Nicaragua, el Consejo Supremo Electoral (CSE) ha dicho que no permitirá manifestaciones que no sean las autorizadas oficialmente a los pocos partidos políticos que participan en las elecciones. Las “turbas” impiden las manifestaciones a punta de batazos y pedradas, mientras que el CSE lo hace en su carácter de organismo regulador de los procesos electorales. El resultado es el mismo.
No se han dictado leyes o decretos que restrinjan las libertades democráticas, pero esta limitación se está produciendo en los hechos, lo que es aun mas grave. Todo recorte o limitación de las libertades democráticas afecta directamente a los trabajadores, porque les impide prepararse y organizar sus propias luchas contra el decadente sistema capitalista.