EL SALVADOR. - Se cierra el ciclo del reformismo inútil del FMLN
El reciente triunfo electoral de Nayib Bukele, candidato presidencial del partido derechista Gran Alianza Nacional (GANA), obteniendo el 52% de los votos en primera vuelta, se enmarca dentro de la ofensiva de la nueva derecha latinoamericana.
Los llamados gobiernos “progresistas” de América Latina, definidos por nosotros como nacionalistas burgueses en sus múltiples variantes, después de una década de relativa bonanza económica, comenzaron a caer uno a uno, por la vía electoral, de la misma manera que habían llegado al poder.
En el caso de Centroamérica, el ascenso de la ex guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) al poder en el año 2009, marcó un hito. La historia pareció darles la razón a los reformistas del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) que había logrado tomar el control del FMLN después de la extraña muerte de Salvador Cayetano Carpio en abril de 1983.
Durante muchos años, en los años 70 y 80 del siglo pasado, el debate entre los revolucionarios salvadoreños giró en torno al reformismo versus la lucha armada. AL final ante el auge de las guerrillas, los cuadros del PCS encabezados por Shafick Handal, dieron un viraje hacia la lucha armada, pero sin abandonar la concepción de la revolución por etapas y la vía reformista para llegar al poder.
Cuando en 1992, el FMLN firmó finalmente los Acuerdos de Paz, entre los comandantes de la guerrilla predominaba las concepciones reformistas del viejo PCS. Durante 17 años (1992-2009) el partido FMLN actuó como un partido de oposición, manejando un discurso revolucionario, pero sin abandonar las concepciones reformistas sobre la necesidad de aliarse a sectores de una supuesta burguesía nacional, para desarrollar la revolución democrática durante un largo periodo como antesala de la revolución socialista.
En el año 2009 la crisis de ARENA era evidente, las masas salvadoreñas estaban hartas de casi dos décadas de autoritarismo de los gobiernos de ARENA, y ansiaban un cambio democrático. El auge de gobiernos nacionalistas burgueses de América Latina, cuya máxima expresión fue el chavismo, influyó en El Salvador permitiendo que el FMLN llegase por primera vez a la presidencia con Mauricio Funes.
Las teorías y concepciones reformistas del FMLN pasaron una prueba de fuego, y salieron chamuscadas. Los dos gobiernos del FMLN no lograron hacer un solo cambio democrático importante en una década de gobierno.
Durante el gobierno de Mauricio Funes, el FMLN no mantuvo una política de movilización de masas, sino que se limitó a administrar más eficientemente los mismos programas de asistencialismo social que había aplicado ARENA, con el objetivo de consolidar una base social estableciendo una relación clientelista. Una parte de estos fondos salieron de Alba Petróleos, es decir, de los fondos que provenían de Venezuela. Pero las capacidades financieras del Estado en El Salvador eran muy limitadas, y el endeudamiento fue la constante.
Bajo el gobierno de Sánchez Cerén se acabó la fiesta, y tuvo que aplicar mayores ajustes contra los trabajadores, con graves consecuencias políticas. En pocas palabras, después de una década de administrar el Estado burgués, sin haber realizado un solo cambio democrático importante, el FMLN abandona el gobierno con el rabo entre las piernas, sumido en una profunda crisis política, con una justificada cólera de sus bases que se sienten que fueron engañadas.
Debemos hacer un balance de las teorías y concepciones reformistas de la conducción del FMLN, por el enorme daño que le han hecho a la revolución salvadoreña y centroamericana. La conclusión es clara: de nada sirve ganar las elecciones sino se utiliza el triunfo obtenido para movilizar a las masas en la perspectiva de obtener más triunfos que permitan avanzar hacia la democratización real, que solo se puede obtener por medio de una Asamblea Nacional Constituyente, libre y soberana. Ni siquiera aprobaron una reforma fiscal que obligara a los empresarios a pagar conforme sus ganancias, para financiar la salud y la educación. Hicieron todo lo contrario: siempre aplicaron las mismas recetas neoliberales.
Durante una década el FMLN gobernó precariamente en alianza con la sombra de la burguesía, especialmente con un sector proveniente de la inmigración palestina, de donde salió el propio Nayib Bukele, ex alcalde de San Salvador bajo las banderas del FMLN, y que ahora se ha revelado como lo que realmente fue siempre: la encarnación de la nueva derecha, que se prepara para ocupar la vacante dejada por ARENA.