Los trabajadores de Panamá nos muestran el camino para derrotar la inflación y la carestía de la vida
Panamá está que arde, no de calor, sino por las grandiosas movilizaciones de trabajadores y sectores populares que se han rebelado contra la inflación, la carestía de la vida, los bajos salarios y los precios exorbitantes de los combustibles.
Uno a uno, poco a poco, se han ido sumando a la lucha los gremios, sindicatos y sectores populares. Primero fueron los maestros, quienes convocaron a un paro nacional de 72 horas, que se ha prolongado. Después los médicos y personal hospitalario se rebelaron y llamaron a la lucha. Posteriormente, se sumaron los combativos obreros de la construcción, agrupados en el Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción y Similares (SUNTRACS).
Participan en las movilizaciones y bloqueos de calles y carreteras, los transportistas, agobiados por los precios de los combustibles, y también organizaciones indígenas y estudiantiles. A diferencia de anteriores movilizaciones, en estas se han sumado enormes sectores de la clase media que se ve afectada por la carestía de la vida y la inflación. Últimamente, el gremio de las enfermeras agrupadas en la Asociación Nacional de Enfermeras de Panamá (ANEP) se ha sumado a la lucha, engrosando y fortaleciendo la movilización popular.
El gobierno de Laurentino Cortizo ha combinado amenazas de represión, con llamados al dialogo. Presionando por las movilizaciones, ha ordenado la congelación de los combustibles en 3.95 dólar el galón, asumiendo el Estado un subsidio de 150 millones de dólares por tres meses. Esta concesión temporal es una victoria parcial de la movilización, destinada a desmovilizar y dividir a los sectores sociales que se han unido en la lucha.
Los empresarios de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (CCIAP), agrupada en el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), se oponen a los subsidios y exigen “austeridad”. La crisis en Panamá ha destapado los problemas del capitalismo semicolonial: endeudamiento e incapacidad del Estado para resolver los problemas de la población, especialmente de la más pobre, la más golpeada por la pandemia y la inflación.
El miércoles 13 de julio se sumaron a la lucha los obreros del SUNTRACS, quienes paralizaron completamente la industria de la construcción, la más importante de Panamá. Las condiciones para la Huelga General están dadas a partir de la generalización de la lucha y de la sumatoria de los paros y movilizaciones de los diferentes sectores. Sin embargo, se requiere superar la espontaneidad y proceder a una centralización o coordinación nacional, porque se avecina la etapa más peligrosa y es la inminente negociación entre el gobierno de Cortizo y los representantes de la protesta social.
Laurentino Cortizo, sin abandonar las amenazas de represión contra las dirigencias, ha llamado a un gran dialogo, teniendo como facilitador a la Iglesia Católica. El arzobispo José Domingo Ulloa con un discurso conciliador ha llamado a la cordura, para “no afectar el diario convivir y evitar los daños a terceros, a la paz social y al proceso de recuperación económica”.
En toda lucha existe alguna fase de negociación con las autoridades. En este punto es donde la mayoría de los movimientos de protesta son derrotados pacíficamente. La experiencia nos indica que mientras se negocia no se debe debilitar la movilización, sino todo lo contrario: redoblar la lucha, incorporando nuevos sectores, para tener la suficiente fuerza para imponer el pliego de 32 puntos que han levantado los diferentes sectores. Cualquier negociación debe ser pública y la lucha no puede ser desmontada hasta que la mayoría de las bases aprueben cualquier posible acuerdo.
Y para garantizar un triunfo de todos se requiere una coordinación nacional que permita sostener la Huelga General hasta el final, hasta obtener la victoria. Cortizo y las cámaras patronales intentaran hacer concesiones parciales a cada sector, separar la negociación en varias mesas de dialogo, para dividir tan poderoso movimiento.
Los trabajadores de Panamá nos están ensañando el camino para derrotar la inflación y la carestía de la vida. Tomemos nota, porque la lucha popular en Panamá es apenas la punta del iceberg de la crisis capitalista que carcome las bases de Centroamérica.