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Por la nacionalización de la industria de refinación y comercialización del petróleo
Las políticas neoliberales de las últimas dos décadas han debilitado a los sindicatos y a la clase obrera industrial, pero no por ello las masas populares han dejado de luchar. En el último período, los empleados públicos (magisterio, sector salud, telecomunicaciones, etc.) han protagonizado importantes luchar en casi todos nuestros países por la defensa del empleo y del salario. Pero la crisis del sistema capitalista semi colonial centroamericano continua profundizándose, ahora con los altos precios del petróleo y de los alimentos.
En lo que va del mes de Mayo se han producido en el área centroamericana, dos importantes luchas de transportistas en Guatemala y en Nicaragua. Ambos casos son representativos de la rebelión de los pequeños propietarios que están siendo arruinados por la crisis del capitalismo. En el caso de Guatemala, el detonante de la lucha fue la restricción de horarios impuesta por la municipalidad de la ciudad de Guatemala, que restringía en siete horas su paso por la ciudad. Quienes creían que el gobierno de Álvaro Cólom era “progresista” deben terminar con esas ilusiones. La repuesta de Cólom al reclamo de los pilotos fue la declaratoria del “estado de prevención” (estado de excepción) que posibilitó la intervención combinada del ejército y la policía guatemalteca, quienes reprimieron la lucha de los pilotos. El corto paro de los pilotos de Guatemala dejó desabastecidas cientos de gasolineras y ya comenzaba a escasear el bunker para las centrales eléctricas.
En un mensaje a la nación, Cólom declaró que “los pilotos del transporte pesado han atentado contra el orden público, paralizando la circulación, estos hechos no los toleraré y ejerzo las potestades que me da la Constitución política para preservar la tranquilidad de los guatemaltecos" (AP 08/05/08)
En el caso de Nicaragua, los transportistas fueron el paro reclamando el congelamiento del precio de los combustibles. Las cooperativas sandinistas se rebelaron contra su propio partido en el poder. El alza del petróleo a nivel internacional esta arruinando a los pequeños propietarios, no solo transportistas, sino a los pequeños y medianos negocios, incidiendo en el alza generalizada de los precios. La factura petrolera es una carga onerosa para nuestros países pobres y atrasados.
En cierta medida, los países de la OPEP explotan al resto de países atrasados del tercer mundo. Una parte de las ganancia queda en manos de los países productores de petróleo, pero la mayor tajada queda en manos de las empresas transnacionales petroleras y sus agentes especuladores de la Bolsa de New York.
El gobierno de Chávez ha ofrecido en el marco del ALBA un programa de financiamiento para Nicaragua: pagar el 60% en efectivo y el 40% restante se paga en un plazo de 20 años con intereses bajos. Pero estas blandas condiciones de financiamiento no superan el problema del enorme endeudamiento y la dependencia de los combustibles. Chávez habla de solidaridad y nueva relación entre nuestros pueblos, pero en el fondo maneja una relación capitalista con los países compradores de petróleo, aunque las condiciones de financiamiento sean mas blandas.
La rebelión de los transportistas en Nicaragua obligó al gobierno de Ortega a retroceder, pero el problema no se ha solucionado, porque los precios del petróleo continuaran subiendo y la factura petrolera se tornará insostenible no solo para Nicaragua, sino para el conjunto de países centroamericanos. Ortega no quiso tocar las ganancias de las transnacionales petroleras. La crisis obliga a los sindicatos a colocarse a la cabeza de la lucha por la nacionalización de la industria de refinación y comercialización del petróleo en todos los países centroamericanos, para ser puesta funcionar bajo administración de los trabajadores, como un primer paso para enfrentar la decadencia del capitalismo.