Por Joel Arriola y Alberto Quiñónez[i]
Contenido:
1. Introducción
2. La dialéctica de las izquierdas en El Salvador
3. Sobre los orígenes del MNP
4. La cuestión del Estado: el Nuevo Estado y la democracia participativa
5. La lucha en el marco del régimen burgués
6. La degeneración teórica y la degeneración política
7. ¿Qué hacer?
8. Bibliografía
1. Introducción
Las diferentes expresiones de la izquierda en El Salvador transitan (en cierto modo desde hace unos años) un momento difícil y caótico. Hay, en el seno de estas, un viraje tremendo hacia los caminos del reformismo y, con ello, hacia posiciones políticas propias de la derecha. El acomodamiento ante las coyunturas, la ausencia de proyectos políticos revolucionarios de largo plazo, es decir históricos, el distanciamiento de la organización popular y la falta de un verdadero compromiso con la revolución y con ella por las profundas transformaciones sociales, que encaminen a la superación, como decía Marx, de la prehistoria de la humanidad, hacen sin duda un tremendo desgaste al proceso, siempre retrasado, de aglutinamiento de las izquierdas.
Las opciones se cierran y el futuro transita más hacia la barbarie, que hacia los umbrales de la "prehistoria humana". Las expresiones cada vez más dramáticas de la crisis capitalista nos empujan obligadamente a apurar el paso. Sin caer por ello en una urgencia apocalíptica que nos haga perder el rumbo, no podemos prolongar más la crítica y emplazamiento teórico y práctico de las expresiones de izquierda que, le restan más que le suman a la conformación de un proyecto revolucionario, con carácter de clase, que permita ir liberando a los pueblos, del yugo del capital.
Divisando una dialéctica negativa que nos someta a un círculo vicioso demasiado prolongado, diremos que es objeto de estas notas ampliar la crítica de la izquierda salvadoreña que en otros artículos hemos iniciado.
Creemos que el silencio (y la docilidad por otro lado) que han mantenido las juventudes en los últimos años, comienza a resquebrajarse y con ello lo hace también la mantenida por clase trabajadora. No se rompe por los signos que se presentan mediáticamente como "participación de la juventud"[ii], sino por la organización y la claridad ideológica de todos esos grupos que se mantienen a la sombra del sistema.
¿Hay opciones de izquierda en El Salvador de hoy? ¿Qué ha sucedido con esa opción a la izquierda de la izquierda tradicional (es decir a la oposición de izquierdas) a la que le habíamos apostado? El presente artículo da algunas luces sobre esta problemática y da nuestra postura preliminar sobre este fenómeno al que no vemos sino como una expresión más del reformismo que nos imbuye, como una expresión clara de la crisis ideológica de la "izquierda" salvadoreña y de la crisis política del sistema, en cuyo torbellino hala de forma no despreciable a su contrario.
2. La dialéctica de las izquierdas en El Salvador
Si bien la historia de las izquierdas es larga en nuestro país, entramos a considerar como punto de ruptura el proceso iniciado en la década de los ochenta. No porque la historia precedente no sea importante o porque no revista suma importancia en el análisis de la configuración de fuerzas y de diferentes corrientes dentro de la izquierda, sino y sustancialmente porque es en este momento cuando convergen los factores internos (la crisis económica derivada del deterioro del modelo de acumulación y la crisis política que se originaba en el desgaste del esquema de dominación militarista) y los factores externos (la posición que para Estados Unidos resulta geopolíticamente estratégica)[iii], que derivan en la agudización de las tensiones sociales y políticas y que determinan que las tendencias contestatarias -no necesariamente de la izquierda socialista- se unificaran en la acción en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Además la configuración de la izquierda posterior a la guerra guarda mayor relación con el proceso de los 80's en la unificación político-militar de las izquierdas: el FMLN
La primera organización en lanzarse a una abierta lucha armada fueron las (FPL), con [iv]una reivindicación programática marxista-leninista3. La última fue el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) -la vieja guardia del modelo pro soviético considerada la "izquierda oficial" con vínculos directos con La Habana y el Kremlin- después de ver "fracasada" reiteradamente su apuesta electoral[v]. Las demás organizaciones se encontraban entre las posiciones de izquierda "moderada" y de la socialdemocracia (como el caso del Ejército Revolucionario del Pueblo - ERP).
Hay un punto que es importante destacar. El FMLN nace como un Frente, es decir, como la aglutinación en función de la praxis contra un enemigo común, cuestión que no borra las diferencias ideológicas de las fuerzas aglutinadas. Es ahí que puede hablarse de alianza: no la aparición de un solo sujeto coordinado en todas sus partes como algo orgánico, sino de un sujeto compuesto de partes con fuertes discrepancias entre sí.
Por ser un Frente se mantiene la identidad de cada una de las organizaciones que le daban sustento[vi]. Se presenta como un Frente, como una alianza, porque existen diferencias que pueden ser irreconciliables y que no permiten, por ello, configurar un solo sujeto social y político, con una sola agenda y una sola finalidad. La alianza es tal en tanto es una convergencia de medios, no necesariamente de finalidades, de tácticas no de estrategias. Esta modalidad del Frente como una alianza se mantuvo hasta la muerte polémica del Comandante Marcial, primera cabeza de las FPL -organización de clara y abierta orientación marxista-leninista- y a cuyo mando se encontraba aproximadamente la mitad de todo el ejército revolucionario.
Tras la muerte de Marcial, el FMLN vira lentamente de una agenda de alianzas múltiples hacia la conformación del Partido como unidad. Pero la unificación de las distintas organizaciones político-militares estaba mediado por un factor de bastante amplitud pero poca profundidad: el factor de resistencia militar frente a un enemigo más o menos difuso[vii]. Lo que coagulaba a las fuerzas al interior de esa unidad era el elemento eminentemente militar, la soldadura teórica, ideológica y política estaba prácticamente ausente o jugaba un rol secundario.
Terminada la guerra, lógicamente se pierde ese factor de cohesión y se llega a un resquebrajamiento del Frente como partido, como unidad; surgen de ahí los partidos socialdemócratas, la Tendencia Revolucionaria (TR), algunas ONG's y los "intelectuales independientes de izquierda". El discurso bajo el cual antes se aglomeraban tendencias dispares no era más que una ficción; como síntesis no expresaba sino un alto nivel de violencia identitaria. Por eso (y únicamente en ese sentido) es difícil también hablar de disidentes o traidores al Frente: muchos de quienes salieron en la década de los noventa tenían claro desde el principio que "el proyecto socialista" del FMLN era una sombrilla que no los cubría del todo. Ello es válido para políticos eclécticos como Joaquín Villalobos, Ana Guadalupe Martínez, Jorge Meléndez y allegados; como para los rebeldes de cuero duro como Dagoberto Gutiérrez. Para los primeros, el proyecto del Frente estaba demasiado a la izquierda; para los últimos, ese proyecto parecía estar muy arriba y muy a la derecha.
En este punto entonces es indispensable considerar y no perder nunca de vista esa distinción entre varias izquierdas funcionando a distintos niveles, con diferentes estrategias, con un diverso nivel de alcance, entre otras características.
Finalizada la guerra el FMLN se convierte en una vaca gorda en los despachos del Estado; gana cada vez más espacios dentro de las instituciones estatales, disputando el poder antes reservado para los sectores afines a la burguesía oligárquica. El Frente consigue una cuota del poder mediático -por mérito propio o por la paranoia de su adversario- a través del cual se maquilla como la oposición por antonomasia; pero es la oposición oficial, institucionalizada, la oposición que debe tener el régimen para legitimarse.
Este proceso de insertarse en el aparato del Estado, no bajo la lógica de utilizar a la manera socialista el parlamento y demás instituciones burguesas constituía ya la expresión del alto grado de degeneración política del FMLN, no sólo en los programas y en los planteamientos políticos, sino en la vida cotidiana y palpable. A la vez este proceso de degeneración del FMLN da pie años más tarde a la conformación de un nuevo sector burgués en la cúpula vitalicia de este partido, proceso que es acelerado por su incorporación a la administración directa del aparato estatal[viii].
Por otro lado de esa degeneración del FMLN, aparece casi como leyenda urbana en sus inicios, la Tendencia Revolucionaria (TR). Dado el cerco mediático de los sectores de la derecha y la izquierda institucionalizada, además de toda la demonización que el mismo Frente hizo -y hace- de la TR, poco alcance tenían las ideas y reivindicaciones de este sector. No obstante, es a través de la figura de Dagoberto Gutiérrez que la TR gana espacios mediáticos cada vez más amplios, hasta posicionar en varios sectores de la sociedad planteamientos de crítica al FMLN y a la derecha a un mismo tiempo. Pero fuera de ese marco, el proyecto político parece inexistente para la TR y para los diferentes mecanismos de lucha que ha ido apadrinando a lo largo de estos años. Ello no desdice que para el momento la TR cuente con el discurso más radical y con mucha de la gente más consecuente y luchadora del espectro político del país.
En el medio de este escenario quedan un número no despreciable de (pseudo) intelectuales que desde la academia, los medios de comunicación, las llamadas redes sociales y otros espacios, tratan de legitimar las acciones de uno u otro bando, manteniendo posturas acríticas desde su triste acomodo de "capa media". En el peor de los casos, estos (pseudo) intelectuales juegan el papel de disgregadores de la organización social, llamando al escepticismo político o hablando de la muerte de la utopía socialista y la santificación del reino del mercado. Una característica que estos comparten es su inmovilidad real en el plano de lo político, lo que redunda en la inoperancia de sus aportes teóricos[ix].
Efectivamente, todos estos elementos previos deben servir como marco introductorio para comprender los vectores que halan a las izquierdas en El Salvador posterior a la guerra. La resultante, como esbozamos más adelante, es ese proceso de negación de la izquierda por sí misma, y que no por corresponder a una realidad dialéctica tendrá un proceso de reconciliación tan inmediato y tan feliz como quisieran algunos apologetas de la historia, esos falsos profetas de la izquierda que piensan que la transformación vendrá inexorablemente, sino que más bien por el contrario lo que vendrá en lugar de la reconciliación será la inevitablemente superación dialéctica de ese mismo instrumento, su arrinconamiento en el basurero de la historia.
3. Sobre los orígenes del MNP
Como decíamos arriba, posterior a la finalización de la guerra y tras la firma de los llamados Acuerdos de Paz en 1992, el hegemón analógico [x] (FMLN) construido durante la década de los ochenta se dispersa y da paso a la formación de otros instrumentos políticos. En ese marco surge a mediados de los años noventa la Tendencia Revolucionaria (TR), un sector que rompe con los lineamientos políticos burgueses que paulatinamente iba adoptando el FMLN, constituyéndose en una oposición de izquierda frente a un FMLN con un programa burgués[xi].
De este rompimiento surge, años más tarde, a finales del 2010, el Movimiento por la Democracia participativa (MDP) liderado por las caras más visibles de la TR y reivindicando las consignas de un "nuevo Estado" y una "democracia participativa". A diferencia del discurso antisistema que había manejado hasta entonces la TR, el MDP surge "como instrumento del pueblo", teniendo como eje central de acción y construcción, el marco jurídico de la democracia burguesa [xii]
En efecto, el MDP surge a partir de las sentencias de la Sala de lo Constitucional que, en 2010, eliminaron los listados cerrados de diputados y abrieron la participación de las candidaturas independientes en el espectro electoral salvadoreño. Meses antes un comunicado del que participaba la TR, las calificaba como "históricas resoluciones, [que] constituyen avances importantes en la democratización del régimen político salvadoreño"[xiii]. En el discurso mediático, los cabezas visibles del MDP siempre sostuvieron que el camino debía hacerse en un doble plano: en el plano de la legalidad del régimen burgués y en el plano de la lucha antisistémica.
Esa consideración salvaba momentáneamente la contradicción de entrar al juego del sistema para luchar en su contra. Era una justificación válida en términos tácticos, como una manera de usar las instituciones del Estado burgués de un modo socialista. Pero este movimiento hacia los rumbos electorales habría de abrir otra de las contradicciones del MDP, tanto que, poco o nada logró salvarse de la entrada en el espacio "legal" de la acción electoral, pues tanto ésta como su contraparte social fueron derrotadas de forma aplastante por el sistema.
Al mismo tiempo el MDP se planteaba como "un instrumento de lucha por la vida... en pro de la política al servicio de la lucha por la vida, de la agricultura, por el trabajo, de la lucha contra el cambio climático"[xiv]. Sobre esto es importante subrayar que la crisis sistémica del capitalismo a escala planetaria supone una contradicción tan profunda que no sólo exige una lucha por la dignidad de la vida humana sino, antes que cualquier cosa, hacerla posible. Eso explicaría la necesidad de una "lucha por la vida". Pero esta consideración desprovista del lente de la economía política, nos lleva a una lucha por la vida en abstracto y a la construcción de cajones políticos en pro de la "humanidad", el "país", el "desarrollo". Cajones en los que cabe cualquier cosa menos la necesaria reivindicación de las clases históricamente excluidas y explotadas.
El concepto de "lucha por la vida", tan publicitado en la campaña del MDP, pierde así todo carácter radical y su carácter holístico se trueca en un abstracto similar a los utilizados desde siempre por los sistemas de dominación; además, esa abstracción se da a tal nivel que borra los contradictorios intereses de clase y las diferentes posiciones que ocupan las clases en la producción y reproducción económica y social o en su transformación. La "lucha por la vida" se convierte en una lucha por la reproducción del sistema de dominación vigente más que en su transformación radical, en cuyo caso no podría hablarse de una lucha por la vida a secas, sino de una lucha por la vida digna de las mayorías populares.
Por más que el término se yerga sobre "buenas intenciones", éstas sólo sirven de catalizador negativo de la lucha de clases. La "lucha por la vida" es un mediador de intereses contradictorios que, por ocultar la esencia política de la verdadera lucha por la vida, se convierte en un miembro de la ecuación que sólo aporta a la armonía social, creando un vínculo entre la lucha de las izquierdas y la conciliación de clases (fenómeno por el cual buena parte de la izquierda ya había transitado antes).
Pero, el experimento del MDP de basar toda su actividad en el marco de la democracia burguesa mediante la participación con candidatos no partidarios culminó con la candidatura de William Huezo -exdirigente de la central sindical más fuerte (pero también de las más burocráticas y con altos indicios de corrupción) de todo el país, la Asociación General de Empleados Públicos y Municipales (AGEPYM)- como candidato "independiente" a diputado por San Salvador. Huezo fue respaldado (por no decir impulsado directamente) por el MDP, levantando sus consignas de un nuevo Estado y una democracia participativa. El dirigente sindical no logró la diputación, confundiéndose con los otros candidatos burgueses "independientes", principalmente por levantar toda esa charlatanería reformista y no un programa con reivindicaciones de clase. Otro de los candidatos, David Pereira, por el departamento de Sonsonate corrió la misma o peor suerte que Huezo. Y lo mismo sucedió con Gilberto Morán, que corría igualmente por una diputación en San Salvador y que tuvo la misma suerte que Huezo aunque con muchas menos perspectivas.
Agotado el instrumento del MDP y en alguna medida deslegitimados ante las clases populares, a mediados del 2012, con las mismas caras y la misma concepción de "lucha" el MDP da un giro, y en un acto sorpresivo decide fundar junto a otros "sectores sociales" un nuevo partido político expresamente electoral: El Movimiento Nuevo País (MNP). El MNP, como lo declaró en su acto de fundación uno de los máximos dirigentes, Fidel Nieto "no es un partido marxista o leninista, es un partido que aspira a ser una alianza de diversos sectores del país, por supuesto que en las filas del partido habrá gente que destaque por ese conocimiento importante, pero éste será un partido con fines políticos"[xv]; Más tarde Dagoberto Gutiérrez, ex comandante guerrillero y secretario general del MDP, declaraba que es "necesario pensar en el país, pensar en nuevas relaciones con la Naturaleza, con el género, con la economía -una nueva economía-, con el imperio Estadounidense, y con el mundo"[xvi].
¡Vaya declaraciones valiosísimas de los máximos dirigentes del MNP en su acto de Fundación! Otra vez se vuelve a plantear la situación de manera elevadamente abstracta y consecuentemente por sobre las clases se alzan conceptos como "pensar en el país" o cosas como que el nuevo partido no será un partido marxista-leninista, pero que si habrá gente que destaque por este conocimiento. ¡También Kautsky conocía el marxismo y Bernstein no era tampoco ajeno a él; Stalin incluso escribió sobre "Leninismo"!
A partir de allí, el MNP ha hecho suyas las banderas de las reivindicaciones planteadas por el MDP; y es que no podía ser de otra forma, pues estos instrumentos no son sino la secuencia uno de otro; en realidad es la misma cúpula la que dirige, con la diferencia de que en ese proceso de conversión a movimiento "amplio" y luego a partido político que "busca alianzas con diversos sectores", todo su lastre reformista se hace más evidente y la salida de sectores de su base se hace cada vez más una realidad.
Recién fundado el MNP, inicia un fracasado proceso de recolección de firmas para poder inscribirse legalmente como partido político y así poder participar en los procesos electorales del 2015 para diputaciones y alcaldes (y hoy concejales, con los consejos locales plurales). La recolección de firmas resultó ser un fracaso, pues no logran las necesarias para inscribirse como partido legal; sin embargo, lo que si logran es posicionarse en la palestra político-electoral salvadoreña; tanto así, que ahora son considerados por todos los partidos electoreros como una especie de potencial electoral comodín, es decir como un partido o movimiento minúsculo que podría aportar unos cuantos votos a las filas de los partidos mayoritarios, sobre todo por la popularidad de su principal dirigente: Dagoberto Gutiérrez. Lo mismo sucede con los otros partidos de "centroizquierda", el Partido Social demócrata (PSD) del director de Protección Civil Jorge Meléndez, ex comandante guerrillero (Jonás) señalado como implicado en la muerte de Roque Dalton, y que apoyaría a Mauricio Funes en la elección del 2009, el Cambio Democrático (CD), que también le jugó a apostarle al gobierno de Funes-FMLN. Ambos partidos tenían hasta hace poco (tras una ruptura de Dada Hirezi con Funes, por el "rumbo de la economía del país")[xvii] una participación considerable en el gobierno.
A partir de esta derrota en la recolección de firmas el MNP ha barajeado varias posibilidades, entre otras una alianza con los partidos socialdemócratas, prácticamente insignificantes: El PSD y CD. La vía legal o electoral se encuentra primando en esa carrera de doble plano que se justificaba como paso necesario pero no absoluto; cuando el proyecto partidario del MNP fracasa, fracasa también la incipiente organización social que, muy por detrás, le seguía los pasos; lejos de cambiar de estrategia, los líderes del MNP comienzan a negociar con Jorge Meléndez la alianza para las próxima elecciones, sin que las bases -escasas, adormecidas y golpeadas por el fracaso de la recolección de firmas- tomen un papel activo, una participación real en este tipo de decisiones. Últimamente al parecer, fracasar las negociaciones con Meléndez, ha aparecido Dagoberto Gutiérrez casi pidiendo el voto por el ex presidente Antonio Saca, expulsado de las filas del ultraderechista ARENA y principal conductor de un sector de la burguesía emergente expresada políticamente en el partido GANA[xviii].
Vemos entonces que el MNP intenta, de todas las formas posibles, ganar un espacio en el espectro electoral. Y no vemos, por el contrario esfuerzos denodados por fortalecer la construcción de un proyecto político realmente consecuente, clasista, a cuya base se encuentre un sujeto histórico que le dé sustento y que supere esa pobreza teórica y política de apelar al "país", la "nación", entro otros términos muy poco afortunados y bastante ambiguos.
¿Cómo algo que era secundario, que era un mal necesario, se posicionó como la estrategia central del MNP? ¿Dónde se decidió apostarle el todo por el todo al eslogan electoral, dejar que la organización social de base fuera un resultado por rebalse de la aparición mediática? ¿Cómo se puede hablar de democratizar la democracia con un esquema poco democrático en la propia casa? ¿Hasta dónde ese centralismo burocrático no es una reproducción del esquema vertical de decisiones inconsultas y pobres, hasta dónde es una alternativa al aburguesamiento del FMLN y a las diferentes caras de la derecha?
La respuesta a ello, solo tiene salida si consideramos que, a pesar de que la degeneración del MNP se expresa en el recorrido de su formación como instrumento político, la esencia (o mejor dicho la base) del problema se expresa más aún al introducirnos en el análisis del planteamiento programático del MNP: el nuevo Estado y la democratización de la democracia o, lo que en su planteamiento es lo mismo, la democracia participativa. Anteriormente, analizábamos cómo el concepto de la "lucha por la vida" negaba el carácter de clases requerida en la lucha actual frente al capitalismo y su fenomenología, y cómo ello se traducía en una agenda reformista de fondo. De ese postulado y de los que analizaremos a continuación es que no resulta extraño que, la que pudo considerarse una eventual táctica del MNP (participar en los procesos electorales) se traduzca y se eleve a una estrategia, a una fin y con ello pasar a ponderar los canales del sistema, las vías legales, la cuestión electoral, por sobre la organización política de la gente.
4. La cuestión del Estado: el Nuevo Estado y la democracia participativa
A parte de la "lucha por la vida", hay otros dos conceptos que se han vuelto centrales en el planteamiento del MNP. Estos conceptos son los referidos al "nuevo Estado" y a la "democracia participativa". Ambos términos se han convertido en el pivote de la agenda político partidaria del MNP. Veamos que deconstrucción teórica y política puede hacerse de estos conceptos partiendo de los presupuestos mismos del MNP.
¿De qué concepción de Estado parte el MNP para su planteamiento del nuevo Estado? Dagoberto Gutiérrez, su líder indiscutible, ha dicho que "el Estado es la fuerza ideológica, económica, política, militar, cultural, psicológica, deportiva y religiosa que nace de la sociedad y se encarama en la sociedad y en la ley. Ese es el Estado"[xix].
Por tanto el MNP parte de una concepción de Estado deformada, más cercana al reformismo que a la izquierda marxista. Es así en tanto que el Estado ya no se plantea como una relación de poder, sino esencialmente como una fuerza objetiva autonomizada. Si bien aceptamos que el Estado llega a tener una cierta autonomía con respecto al poder de facto de las distintas clases sociales, éste existe sólo gracias y en la medida en que ese poder supone relaciones de dominio, y supone la existencia de una clase que detenta los medios de producción y puede someter a otras clases en función de sus intereses, precisamente con los instrumentos de dominación políticos que el Estado le brinda.
Además, esta relativa autonomía del Estado no es sino la condición necesaria de su existencia plena (es decir de su existencia más o menos regular, no en un momento de crisis). Aquí, coincidimos con Gramsci, cuando este dice que todo Estado es administrado por los intelectuales orgánicos propios de la clase dominante a nivel económico (es decir, de la que posee los medios fundamentales de producción), y esos intelectuales poseen necesariamente una relativa autonomía respecto a la clase a que representan; esta autonomía relativa de los administradores del Estado, respecto a las clases dominantes a las que representan y a las cuales sirven es "indispensable para el ejercicio total de la dirección cultural y política: esta función cultural debe ser completada, debe representar 'la autoconciencia cultural, la autocrítica de la clase dominante' Esta autocrítica [y por extensión esta autonomía relativa del Estado respecto a las clases dominantes a nivel estructural] es un signo de desarrollo de la clase dominante (...) En ausencia de esta autonomía tanto los intelectuales como la clase dominante permanecerían en el estadio económico-corporativo "[xx].
Pero la conceptualización de Estado del que parte el MNP es un Estado sin clases sociales, un concepto ya implícito en la "lucha por la vida". Si la lucha por la vida se hace de forma abstracta sin la existencia de clases, el instrumento a utilizar es igualmente un instrumento neutral, cuya caracterización responde solamente a un fetiche del poder político. Es la fuerza objetiva autonomizada que debe ser combatida en función de la humanidad abstracta, es la lucha contra la "clase política", obviando que detrás de esa "clase política" se encuentra los intereses de la clase social dominante: la clase capitalista.
Al ver solamente los elementos externos del Estado, el MNP deja de lado su esencia, deja de lado que "el Estado -como decía Lenin - es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables"[xxi].
Por tanto, "como el Estado nació de la necesidad de tener a raya los antagonismos de clase y como al mismo tiempo, nació en medio del conflicto de estas clases, el Estado lo es, por regla general de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que con ayuda de él, se convierte también en clase políticamente dominante, adquiriendo así nuevos medios para la represión y la explotación de la clase oprimida"[xxii].
La lucha por un nuevo Estado pasa entonces por "arrancar" el Estado de la influencia de la clase económicamente dominante, es decir de la burguesía. ¿Cómo se hace esto posible? Únicamente mediante la acción organizada de las masas que despojan a las clases dominantes de los medios fundamentales de producción y los ponen al servicio de la clase trabajadora organizada como clase dominante. Pero la cuestión de la expropiación de los medios fundamentales de producción tampoco lo ha tocado el MNP y su precondición, esto es, la conformación de una clase trabajadora organizada y consciente, tampoco le ha preocupado mucho. ¡Vaya asunto tan sustancial el que no le ha preocupado al MNP! Lenin decía: "para los que juzgan las cosas superficialmente. se destaca con especial relieve una característica de la revolución. la violencia revolucionaria [pero] una cualidad mucho más profunda y permanente de esta revolución, la condición de su triunfo es, y será siempre la organización de las masas proletarias, la organización de los trabajadores (sic), en efecto, es la condición más importante de la revolución, la fuente más profunda de sus victorias"[xxiii].
Aquí no se trata pues de tal o cual método para la revolución, no se trata de si las elecciones son válidas o no[xxiv], de lo que se trata es de la expropiación de la propiedad privada sobre los medios de producción (y por tanto se trata de la revolución social misma), como primera condición esencial para arrancar de la influencia de la clase dominante el poder del Estado. No se trata de negar la necesidad del Estado para la clase trabajadora en la construcción del socialismo.
Pero se trata de otro Estado, de un Estado transitorio o Semi-Estado, como le llamaron los clásicos, que surge precisamente de la revolución socialista.
Entonces, el MNP ya no plantea la cuestión del Estado en términos de clase, sino en términos de cualquier otra charlatanería, como la "democratización de la democracia", "un Estado participativo", entre otras. No cabe duda pues, que este planteamiento es una forma nueva de reformismo y que la finalidad revolucionaria da pasó a la finalidad reformista en el marco de las relaciones capitalistas de producción y dominación.
Y es que la cuestión del Estado ha sido siempre fuente de aguas divisorias entre el reformismo y el marxismo revolucionario. Fue el mismo Engels, ya en 1875 quien en una carta a Bebel le critica precisamente la cuestión del Estado: "los anarquistas -le decía Engels- nos han echado en cara más de la cuenta esto del «Estado popular», a pesar de que ya la obra de Marx contra Proudhon, y luego el 'Manifiesto Comunista' dicen claramente que, con la implantación del régimen social socialista, el Estado se disolverá por sí mismo y desaparecerá. Siendo el Estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la revolución, para someter por la violencia a los adversarios, es un absurdo hablar de Estado popular libre: mientras que el proletariado necesite todavía del Estado no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir"[xxv].
Pero las palabras de Engels serían poco escuchadas por Bebel y por la socialdemocracia Alemana. En 1899, fue Rosa Luxemburgo quien tuvo que desbaratar el planteamiento reformista de Bernstein; para éste el Estado, mediante las reformas parlamentarias se convertiría poco a poco en la misma sociedad; es decir que las funciones del Estado serían absorbidas por la misma sociedad. Decía Rosa Luxemburgo: "el segundo presupuesto de la implantación por etapas del socialismo -según Bernstein-, es la transformación del Estado en sociedad. [Pero] el Estado actual es una organización de la clase capitalista dominante"[xxvi].
Así pues, con Engels, igual podríamos decir nosotros, del programa del MNP -programa al parecer inexistente-, y sobre el planteamiento del nuevo Estado participativo, que siendo el Estado -si nos referimos a construir un Estado socialista, aunque claro está que los personeros del MNP no dudarán en decirnos que el de ellos no es un Estado proletario, sino sólo "un nuevo Estado"-, una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la revolución, para someter al enemigo de clases, es un absurdo hablar de un Estado participativo, pues mientras la clase trabajadora necesite el Estado para aplastar la resistencia de las clases dominantes y conducir al país por el rumbo de una economía socialista, sería absurdo no pensar en la "participación" de las mayorías popular es en este proceso, cuando son éstas precisamente el artífice directo de ese nuevo Estado, de ese Estado Transitorio. Es más, este Estado no es más que estas masas populares organizadas como Estado.
Pero veamos sólo dos citas más de los clásicos, para ver como esta cuestión de la "participación" no hace sino expresar una vez más el reformismo del MNP. Lenin decía: "organizáremos la gran producción nosotros mismos[xxvii], los obreros [sic]... Este comienzo sobre la base de la gran producción, conduce por sí mismo a la 'extinción' gradual de toda la burocracia"[xxviii] pro burguesa y enajenada. Pero claro, esta idea pertenece al Estado o Semi-Estado proletario, posterior a la transformación de las relaciones de producción capitalistas, de la maquinaria institucional que le da sustento y legitimación y de las relaciones de propiedad sobre las que se funda. Como vemos pues, si desaparece la burocracia, no es posible sino sólo y exclusivamente si las masas toman su lugar.
Además de Lenin, el mismo Marx apuntaba ya, en 1848: "ya de jamos dicho que el primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al poder, la conquista de la democracia. El proletariado se valdrá del poder para ir despojando paulatinamente de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir del proletariado organizado como clase gobernante"[xxix] Aquí Marx, a diferencia del discurso del MNP sobre el Estado -y de otras expresiones de "izquierda" como el FMLN - lo aprecia en función de los intereses de clase, en donde el proletariado es claramente el sujeto histórico llamado a realizar las transformaciones económicas, sociales y políticas que permitan derrotar al capitalismo. Ese Estado que centraliza los medios de producción no es un "nuevo Estado" en abstracto, sino un Estado proletario, un Estado permeado por intereses de clase concretos. Además aquí el Estado, es el proletariado organizado como clase dominante y por ende las funciones especiales de la burocracia desaparecen.
Pero la caracterización del MDP-MNP sobre el "nuevo Estado" es básicamente la siguiente: "¿Qué significa un Nuevo Estado? -dice Dagoberto Gutiérrez- Primero, una nueva relación con la economía; dos, una nueva relación con la democracia –se trata de una democratización de la democracia-; tres, una nueva relación con la naturaleza; una nueva relación con el poder político -un nuevo poder político-; una nueva relación con el ser humano; una nueva relación con el mundo; una nueva relación con los emigrantes."[xxx].
Es decir, aquí el Nuevo Estado propuesto por el MNP no es la destrucción del Estado burgués, sino su reforma. El Nuevo Estado ya no se plantea pues, como un instrumento para reprimir la resistencia de la burguesía y el medio para llevar la sociedad por el rumbo de la economía planificada, sino como una forma de conciliar los intereses antagónicos entre las clases. La reforma es elevada por el MNP, a finalidad última. Y esto es así, porque dentro de la formulación teórica e ideológica que daría pie a la agenda política, no se habla más que de conceptos abstractos y no de las relaciones concretas que están a la base del carácter abyecto que asume el devenir social en el marco del capitalismo.
Entonces, si hemos visto que el Nuevo Estado del MNP no es un Estado proletario, sino un Estado burgués reformado, conciliador de clases, ¿cómo encarar la discusión política de la cuestión de la "democratización de la democracia", es decir de la democracia participativa?
Ésta no puede ser la democracia real, la democracia democrática, que plantean teóricos de ascendencia marxista como Franz Hinkelammert[xxxi].Es, más bien, una democracia burguesa, liberal en el sentido clásico del término, en cuyo seno sean oídas y debatidas todas las posiciones, en donde la democracia signifique un pacto social pero no una etapa de la lucha de clases. Es una democracia formal, una libertad de la opinión y el albedrío individual, no de la acción real y organizada de las mayorías populares[xxxii].
Tal como dice Lenin, "sólo el comunismo puede aportar una democracia verdaderamente completa, y cuanto más completa sea, antes dejará de ser necesaria y se extinguirá por sí misma"[xxxiii]. La democracia en el marco de las relaciones capitalistas es una falacia, un mito del sistema para seguir opacando dónde se encuentra la esencia del problema, un instrumento de la maquinaria del poder burgués que da esperanzas de oropel a la clase trabajadora.
Pero el MNP no podría salir librado, como simples "revisionistas puros" y asépticos. En algún momento de su discurso de presentación del MDP, Dagoberto Gutiérrez dice: "toda democracia es una dictadura y toda dictadura es una democracia, porque la clave de la democracia, es saber para quién es la democracia, esa es la clave y la pregunta fundamental es saber ¿para quién es la democracia? Si la democracia es para las mayorías esa democracia es dictadura para la minoría, si la democracia es para una minoría esa democracia es dictadura para la mayoría. Eso ocurre aquí ¿hay democracia en el salvador? Si ¿para quién? para una minoría ¿y que hay entonces para la mayoría? Dictadura"[xxxiv].
Aquí, víctima de sus otrora concepciones marxistas Dagoberto cae en un atolladero del cual le es imposible escapar. Si toda democracia es una dictadura, y si la democracia depende del tipo de Estado y si a la vez el Estado lo es de la clase que posee los medios fundamentales de producción y si esto es lo que le emana a la democracia su carácter de clase, ¿No hace acaso el MDP-MNP y Dagoberto Gutiérrez una propuesta de una dictadura, es decir de una democracia para la minoría, en resumen pues, no hace una propuesta de prolongar la dictadura capitalista y su democracia mezquina? Por supuesto que sí. Dagoberto con esta frase, contrario a lo que podría pensarse, no demuestra nada de radicalidad y por el contrario lo que hace es poner en evidencia el carácter burgués de todo su planteamiento.
Pero veámoslo más detenidamente. Si la democracia de El Salvador, es una democracia burguesa, es (como el mismo Dagoberto lo dice) por lo tanto una democracia para los ricos y una dictadura para la mayoría explotada. Y si la democracia es burguesa, es porque el Estado es burgués, y el Estado es burgués porque precisamente hay una minoría dueños de los medios fundamentales de producción. Entonces como lo que el discurso del MNP plantea, como hemos dicho arriba (y como se ve en todos sus discursos y en todos sus escritos), son otras cosas, menos la expropiación de la propiedad privada sobre los medios de producción, no se plantea tampoco el cambiar el carácter burgués del Estado, y si no se plantea la destrucción del Estado burgués, no se plantea por tanto una transformación en la democracia, sino sólo y únicamente su ampliación. Entonces la "democracia participativa" de Dagoberto y el MNP no es sino la ampliación de la democracia burguesa, es decir de la democracia para los ricos, para una minoría, por lo cual la democracia que él mismo propone es una dictadura para la mayoría.
Entonces el MNP propone el mantenimiento y la revitalización de la democracia burguesa, que es, en palabras del mismo Dagoberto una dictadura para la mayoría. Pero aún más, si el MNP se plantea la revitalización de la democracia burguesa, es decir de la dictadura para la mayoría, hace por consecuencia la renovación del Estado Burgués y legitima con ello el régimen burgués y el modo de producción imperante; es decir, el MNP se convierte con ello en férreo defensor del orden capitalista en El Salvador y con ello en un enemigo de la clase trabajadora.
Entonces, la democracia participativa no es sino la ampliación de la democracia burguesa, de esa democracia amputada y mezquina, como diría Lenin. Aún en los Estados más democráticos del mundo, la democracia lo es para un minoritario grupo y no podría pues, servir más que a éste. Es pues, una democracia falsa, una democracia de la clase dominante, así hayan miles de elecciones, plebiscitos o referéndums, es el carácter de clase que le emana desde el Estado, el cual tiene así mismo un carácter de clase, que se remonta a la vez a la propiedad sobre los medios de producción. Es decir pues, para decirlo de una vez, que no hay democracias en abstracto, sino democracia como sistema que está sustentada en un tipo de Estado y si el Estado es burgués la democracia lo es y es, por tanto, una democracia al servicio de una minoría.
Sin embargo, que todo esto "se haya pasado por alto" no debería sorprendernos, de hecho no podría ser de otra forma, pues como decía Rosa Luxemburgo "¡No es de extrañar! Al abandonar el punto de vista de clase, ha[n] perdido la brújula política; al abandonar el socialismo científico, ha[n] perdido el eje de cristalización intelectual, en torno al cual organizar los hechos aislados en el todo orgánico de una concepción coherente del mundo"[xxxv].
Así pues, han perdido la brújula, y no les queda más que pulular de uno a otro hormiguero en busca de concepciones extraídas de la mejor teorización burguesa y/o reformista de nuestros días. En un trabajo posterior analizamos cómo ese pulular deriva en prácticas totalmente apartadas de una visión de izquierdas.
5. La lucha en el marco del régimen burgués
Los mecanismos utilizados por el MNP, como ya decíamos anteriormente, prácticamente son los instrumentos del régimen burgués. Esa degeneración está implícita en la conformación de su núcleo teórico, que es solapadamente reformista. El reformismo ahí deviene de su estructuración abstracta, sin un enfoque de clase, y se presenta con ciertos matices y con cierta pintura que la hace aparecer como una reivindicación de izquierda radical. Pero es un discurso que, maquillado con lenguaje de una izquierda nueva, tiende a jugar el mismo rol de la izquierda tradicional, a borrar las diferencias de clase y a ocultar las posibilidades históricas de liberación del pueblo. Lejos de propender a un cambio sistémico, estructural, intenta reformar en el marco de los cambios que es posible llevar a cabo manteniendo el sistema de producción y dominación.
De esta forma, la agenda adoptada por el MNP se enmarca a las posibilidades legales que brinda el régimen de la democracia burguesa. En un espacio pensado para mantener vivo el régimen, pensado para un sistema de representación partidaria, la incidencia que puede hacerse en función de una alternativa histórica es más bien limitada. Los canales de la democracia burguesa están pensados para legitimar y justificar al régimen de partidos y, más de fondo, a las relaciones de explotación características del modo capitalista de producción.
Pero el MNP le ha apostado principalmente a eso: a las oportunidades del régimen burgués. Y ello lo vemos incluso desde sus antecedentes, principalmente con el MDP; hay que recordar que el MDP nace a partir de las resoluciones de la Sala de lo Constitucional en 2010. Estas resoluciones estaban enfocadas en garantizar que hubiera una participación de la "sociedad civil" en la configuración del escenario institucional, lo cual pasaba por garantizar que las personas, en tanto electores, tuvieran una participación sustantiva en los partidos políticos; obligaba, en cierto modo, a que las cúpulas de los partidos políticos tuvieran un vínculo orgánico con sus bases.
No obstante, en el fondo de las resoluciones de la Sala de lo Constitucional se encuentra la necesidad de refuncionalizar el régimen partidario. No es que se abra la puerta a la democracia participativa, sino que permite que la democracia representativa haga honor a su nombre y los partidos políticos, con la garantía de ser representantes de la "sociedad civil", ejerzan sus funciones de acuerdo con el pseudo mandato de sus bases. Pero es una pseudo-revinculación debido a que, partiendo del adormecimiento generalizado de las bases partidarias de izquierda y derecha, los acuerdos que sean tomados al interior de los partidos no tienen a la base el elevamiento teórico, político y moral de las bases, sino sólo el hecho de que éstas aprueben lo dicho por las cúpulas, cúpulas que nada tienen de ejemplar en el marco teórico y moral.
Como se trata de aprovechar el espacio legal, el MNP a todo nivel, pero principalmente sus dirigentes, han primado todo tipo de alianzas con los sectores más diversos. Arguyendo que la lucha "debe ser multicolor" y que esta se puede hacer en el marco del sistema, el MNP ha emprendido una agenda de "diálogo" que en nada se diferencia de los diálogos de país que promueven los "tanques de pensamiento de la derecha" y los payasos reformistas el FMLN. Esos diálogos incluyen una alianza tácita con sectores de la derecha, como lo es la naciente burguesía no oligárquica que se ha aglutinado en torno al ex presidente Antonio Saca.
Tampoco es distinto el hecho de que en la plataforma del MNP haya mucho discurso y pocas propuestas de fondo. El proyecto político y la definición de un horizonte al cual se aspira se han dejado de lado en función de aprovechar las oportunidades de la coyuntura. El MNP no es una concertación, ni una apuesta a largo plazo. Es un "aprovechar la coyuntura" que no tiene una propuesta programática seria, una propuesta que se plantee como una construcción utópica y contradictoria al sistema capitalista y a todas las relaciones de dominación que le son consustanciales (el patriarcado, el adultocentrismo, el militarismo, el imperialismo, entre otras).
En el discurso del MNP se plantean las "nuevas relaciones" con la economía, con la naturaleza, y otras. Pero ello cae en el reformismo en contra de la configuración neoliberal del patrón de acumulación vigente en El Salvador. Si bien es cierto que esa lucha debe ser llevada a cabo, sobre todo en estos momentos en que la crisis se trata de superar, desde las élites de poder, a través de la profundización de las relaciones neoliberales, no es menos cierto que el carácter sistémico de esta crisis exige la superación de las contradicciones inherentes del sistema burgués.
¿Es posible que el sistema permita deconstruirse desde su propio interior? ¿Es la democracia burguesa lo suficientemente laxa como para dejar germinar un proyecto partidario realmente contestatario? ¿Acaso no hemos visto en la historia misma de los países de América Latina cómo el capitalismo y el imperialismo norteamericano tienen bien claros que toda alternativa revolucionaria deben ser aplastados, echados por tierra, malamente sepultados? ¿Es posible darle el beneficio de la duda -un beneficio más a costa nuestra - al imperialismo y la clase burguesa de "nuestro" país, que desde hace años confluyen, entre ellos, en un solo proyecto histórico de subyugación de la clase trabajadora? Aquí las respuestas se bifurcan y mientras nosotros asumimos que es necesario construir una amplia y profunda hegemonía popular desde abajo, con carácter de clase que haga frente a los embates del capital, nuestros amigos del MNP pretenden encontrar en los capitalistas de siempre unos aliados en la lucha por un mundo mejor. ¡Habrase visto ingenuidades en el mundo!
6. La degeneración teórica y la degeneración política
Parafraseando la cita de Rosa Luxemburgo que hacíamos anteriormente, no podemos sino decir que el proyecto del MNP ha perdido por completo el rumbo. La desviación teórica de la que parte se traduce paulatinamente en una desviación política, en una deformación de la praxis revolucionaria.
Desde hace algunas semanas han circulado rumores, no desmentidos por los dirigentes del MNP, de la posible alianza entre estos y el ex presidente de derecha recalcitrante, Elías Antonio Saca. Las últimas declaraciones de Dagoberto Gutiérrez hacen parecer que el vínculo entre el MNP y la derecha no oligárquica (representada por Antonio Saca, el Movimiento Unidad y el partido GANA), es bastante estrecho. Gutiérrez afirmo que él y Saca, "son amigos" y que "esa es la magia [de la democracia][xxxvi]".
Haciendo gala de una tolerancia insana, Dagoberto Gutiérrez también se ha visto en pláticas con Jorge Meléndez, funcionario del gobierno de Mauricio Funes e implicado estrechamente con el asesinato y desaparecimiento del poeta Roque Dalton. En una desafortunada entrevista en la que se tocó directamente el tema, Gutiérrez planteó que es posible hacer alianzas con gente como Meléndez, siempre que su pasado no entorpezca la factibilidad de los proyectos políticos actuales. Nuevamente, el "aprovechamiento de la coyuntura", le pone al MNP una venda en los ojos de la moral y la ética revolucionarias.
La degeneración teórica que hemos esbozado en los apartados anteriores explica esta degeneración política. En otras palabras, la forma degenerada en que se plantean las reivindicaciones y las alternativas al status quo actual, conduce asimismo a una forma degenerada de hacer política. Ya entonces el ámbito legal adquiere primacía y ahí hay que operar con sus reglas y con sus posibilidades, pero entonces también hay que hacerlo a toda costa. Y eso supone borrar diferencias de clases y poner un velo sobre asuntos oscuros de la misma izquierda.
7. ¿Qué hacer?
En un artículo de hace algunos meses Carlos Abrego, escritor salvadoreño que reivindica el uso del materialismo histórico en el análisis político, se preguntaba: ¿la lucha por el socialismo es posible todavía?[xxxvii] Nosotros respondemos que no es sólo posible sino también necesario. Nunca como hoy es tan vigente esa dicotomía entre socialismo o barbarie, y ésta última nos gana terreno rápidamente. La crisis sistémica del capitalismo ha puesto en primera plana el carácter destructor de la acumulación de capital, y ello no se limita a la esfera económica sino que trasciende a las crisis social, energética, ambiental, alimentaria, política, científica.
El quehacer del aquí y del ahora es una tarea multidimensional en la que difícilmente pueden adoptarse vías unilaterales, opciones que pongan en mutua exclusión la teoría y la praxis. Por el contrario, ambos aspectos deben estar estrechamente enraizados en una dialéctica en la que ambos elementos se retroalimenten y desarrollen mutuamente.
La incapacidad de criticar nos socava y nos mutila en nuestra posibilidad de crear sin necesidad de apelar a la sombrilla del "líder", de la masa, o a la seguridad ciega sobre presupuestos teóricos. La mitología del conflicto armado juega el papel de catalizador de la conciencia disidente: no se puede criticar al Frente o a los líderes del MNP porque han sido parte fundamental de la lucha por la liberación del pueblo. Criticarlos equivaldría a asaltar el templo de Apolo y las maldiciones caerían contra nosotros con toda la justificación que la razón bucólica pueda proporcionar. Quien pone su fe en estos ídolos olvida que sólo quien está muerto no crítica, pero porque quien no crítica está muerto de facto.
Por ello, el primer paso es desmitificar esa racionalidad pro sistémica que ahora engloba a la mayor parte de la izquierda salvadoreña. Eso se logrará a través de la recuperación del instrumental crítico de las teorías contestatarias, de la confrontación de las diferentes facetas de un mismo discurso con la praxis.
Otro paso es la configuración de una utopía que sea necesariamente la afirmación de la utopía del socialismo y con ésta, del comunismo. Por esta utopía no entendemos los horizontes irrealizables, sino las transformaciones económicas, sociales y políticas históricamente posibles. Ya decíamos que más arriba que nos apegamos a la utopía socialista. Ahora bien, esto no significa que experiencias como la revolución bolchevique o la revolución cubana deban (o puedan) ser repetidas mecánica y ciegamente o, peor aún, que intentemos calco y copia de éstas, sin una aprehensión crítica de su compleja construcción y, por supuesto, de sus particularidades históricas. Pero ello no niega que la organización y la formación deben verse supeditadas a una fraseología propagandística "multicolorida". Tampoco podemos, como el mismo Ellacuría decía, caer en el pragmatismo, por huir del principismo. No es cierto que debamos prescindir hoy día, como hemos dicho arriba, de los elementos sustanciales del marxismo-leninismo y de las experiencias revolucionarias, a saber: la expropiación de la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción, la conquista del poder por el proletariado y el establecimiento de la dictadura revolucionaria del proletariado.
Pero a pesar de todo, algo bueno ha traído este lastre de reformismo, "aburguesamiento" y traición de los "partidos de izquierda" y sus "líderes históricos", y es que viene quedando claro hoy en día la necesidad de construir un nuevo instrumento de lucha de la clase trabajadora, que no se enfoque en la cuestión electoral más que como una simple táctica, que privilegie la movilización y la lucha de clases. Ese sería el otro paso identificable a grandes rasgos: la construcción del mecanismo que permita darle vida a la utopía y la identificación del sujeto histórico llamado a ser su constructor. En nuestra concepción, el sujeto histórico es la clase trabajadora, entendida como la población no propietaria de medios de producción o lo que Marx llamaría más precisamente el proletariado.
Con respecto al instrumento político o "partido", hay que aclarar que su construcción debe partir de una crítica profunda a la naturaleza misma de los partidos políticos "revolucionarios" tradicionales, especialmente a la profunda burocratización sufrida por los partidos comunistas en el siglo pasado (y porque no a la teoría misma que les ha dado sustento). Pero esta crítica debe así mismo hacerse hacia el polo opuesto, es decir a la formación de instrumentos cuasi-anarquistas, sin centralización y donde lo que gobierna es el abanico multicolor abrumadoramente heterogéneo, que no permite una praxis política revolucionaria seria, más allá del simple panfleteo. Necesitamos pues, un instrumento de lucha que rescate lo esencial del legado histórico y organizativo del siglo XX (depurándolo por supuesto de las concepciones erradas, como la inamovilidad del partido), puesto en el marco de la multidimensionalidad de la lucha actual en contra del régimen de burgués; he ahí la más grande de las tareas para la clase trabajadora salvadoreña (y dicho sea de paso centroamericana, latinoamericana, y mundial) y hacia donde debemos trabajar las y los revolucionarios hoy en día.
Pero la lucha debe ser holística o será un engaño. Las estrategias serán radicales caeremos en la doble moral y en el conformismo del mal menor, en la miopía de lo posible, en aceptar nuestra "flaca fuerza mesiánica". Mucha sangre ha corrido y hemos dado muchos muertos como para cejar ahora. Esta juventud otra vez comienza a andar y su compromiso es con una historia de sangre y dominación que todos quieren ocultar; olvidan que en esa cuerda floja está en juego todo lo que somos, lo que podemos y lo que fuimos: "tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer"[xxxviii].
8. Bibliografía
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Joel Arriola, estudiante de sociología de la Universidad de El Salvador (UES). Miembro del Colectivo 25 de Julio. Alberto Quiñónez, estudiante de economía de la Universidad de El Salvador (UES). Miembro del Colectivo de Estudio de Pensamiento Crítico.
Aludimos con ello a expresiones casi circenses -que llaman bastante a la risa, pero también a la indignación- que vienen de la mano del gobierno, del FMLN o de los grupos de la derecha. Del Frente vemos procesos como el tan publicitado "Diálogo País - Juventud"; de la derecha, el medio más visible es mediolleno.com.sv (http://mediolleno.com.sv/) y su caricaturesco "Plan de gobierno de los jóvenes" (http://mediolleno.com.sv/mediollenate2013); del gobierno hay un aporte aún más pobre: los Juventour y toda esa vulgaridad de feria, falta de seriedad y carencia de propuestas que se le imputan a las juventudes.
Con esta diferenciación planteamos una divergencia con la apreciación de Ricardo Ribera, quien señala que el proceso es, por dialéctico, eminentemente interno, es decir que el proceso revolucionario salvadoreño es resultado de las contradicciones ínsitas a la formación económico-social salvadoreña (Ver: Ribera, Ricardo. "El signo de los tiempos como categoría teórica". En: Ensayos de filosofía política y social. UCA Editores. 2012. Págs. 191 - 224). Schafik Handal también analizó la problemática como el resultado de fuerzas eminentemente internas, como un proceso histórico donde pesa más los factores nacionales que los internacionales (Ver: Handal, Schafik. "El largo proceso que condujo a la guerra y a la negociación en El Salvador". En: Una guerra para construir la paz. Ocean Sur. 2006. Págs. 11 - 52). Pero ¿cómo aislar un proceso en cuya explicación no puede obviarse la fenomenología de una realidad global como es el capitalismo? ¿Cómo eliminar el efecto de la estrategia regional del imperio del que El Salvador era -como hoy- un triste satélite? ¿Hasta d ónde poner la cuota de lo "interno" si las contradicciones irresolubles en el país respondían a contradicciones también propias del mundo globalizado? la dialéctica de la determinación externa e interna, se unen pues, indisolublemente en un sólo proceso, y por tanto el separarla es más de una lógica cartesiana, que marxista. A esto además hay que sumarle que Centroamérica no es sino una misma nacionalidad; la revolución que acá maduraba era la revolución socialista centroamericana, y no una revolución aislada.
Cfr.: FPL. "La revolución popular y el gobierno popular revolucionario. Contenido y carácter de la revolución". En: Estrella Roja, órgano de difusión ideológica de las FPL. No2. Págs. 60-70.
Esta en debate, si en verdad el PC se despoja de sus vic ios reformistas y del llamado "etapismo" en la revolución. Una lectura de Schafik Handal (El poder, el carácter y vía de la revolución y la unidad de izquierda), puede hacer parecer que si, sin embargo lo cierto es que en la práctica la posición del PCS antes de la guerra y el FMLN de los acuerdos de paz coincidían totalmente: Se renunciaba en la práctica en ambos casos a la revolución socialista; en el primer caso el PCS separando la revolución democrática de la socialista, mientras que en el segundo, el FMLN había abandonado expresamente la revolución socialista, y pasaba únicamente a defender las reformas democráticas.
Las organizaciones que en su momento configuraron el FMLN fueron cinco: las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), el Partido Comunista (PC), la Resistencia Nacional (RN), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC). Cada una de ellas respondía a naturalezas y dinámicas diferentes, desarrollaron, por tanto, distintas formas de lucha en diferentes frentes de guerra. La maduración política que ello conllevó también fue diferencial para cada organización.
Enemigo difuso en tanto que en él convergían tanto características burguesas, como oligárquicas, pro imperialistas, entre otras. La difusión no era tanto una falencia o ventaja del carácter del enemigo, sino una falencia política de las organizaciones de izquierda -al menos de la mayoría- que no habían dilucidado el carácter holístico de la revolución. Pese a ello no podemos dejar de mencionar que algunas organizaciones bastante fuertes sí tenían claridad sobre el necesario carácter de clase que debía asumir la revolución salvadoreña. Muestra de ello es el texto del XI Congreso de ANDES 21 de junio, celebrado en 1975, el cual sostiene que: "la construcción de un Frente de Masas... permitirá emprender una ofensiva de mayor alcance contra oligarquía burgués -terrateniente, proimperialista y contra la tiranía militar y cualquier otra modalidad de dominación que pretendan impone r las clases dominantes". ANDES 21 de Junio. Texto del XI Congreso de ANDES. 1975. Citado en: Perales, Iosu y Sánchez Villalta, Claudia. Ana María, combatiente de la vida. Ocean Sur. 2012. Págs. 60 - 61.
Someramente hemos tratado estos fenómenos en otros trabajos. Véase: Arriola, Joel. "Transformismo y aburguesamiento". Disponible en: http: / /www.rebelion.org/noticia.php?id=169352. También: Arriola, Joel y Quiñónez, Alberto. "¿Qué es el gobierno Funes-FMLN? Elementos para un debate en la izquierda en El Salvador". Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia. php?id=168214.
Aquí entra también esa suerte de pobres diablos que viven su autoexilio burgués en Europa. Ahora que se puede hacer lo que antes ellos no hacían optan por aparecer como víctimas de un ostracismo infundado. Ver: El Faro. "¿El Salvador? Ya no me siento cómodo en ningún lado del planeta". Nota en: http:// www.elfaro.net/es/201305/elagora/12171/. Mayo, 2013. También: La Prensa Gráfica. "Un historiador en el exilio". Julio, 2013. Nota en: http://www.laprensagrafica.com/un-historiador-en-el-exilio.
El término hegemón analógico es un concepto utilizado por Enrique Dussel, y se refiere a un instrumento político que se forma en momentos históricos determinados y que incluye en su seno al total o por lo menos la mayoría de reivindicaciones de los diferentes movimientos populares. En cierto modo, es un término contrapuesto al de partido en términos leninistas. Dussel, Enrique. "El pueblo y el poder liberador". En: Martínez, Ricardo (Comp.). Los movimientos sociales del siglo XXI. Diálogos sobre el poder. Edit. El perro y la Rana Caracas, 2008. Pág. 239-252.
Cfr.: FMLN. lineamientos para la plataforma electoral. 4 de septiembre de 1993.
Cfr.: Gutiérrez, Dagoberto. Discurso en la presentación del Movimiento por la Democracia Participativa. Enero, 2011. Pág. 5.
Comunicado de diferentes organizaciones sociales en el marco de las resoluciones de la Sala de lo Constitucional sobre las candidaturas independientes. 29 de septiembre de 2010.
Ver:http://mdpelsalvador.blogspot.com/2011/01/presidente-funes-sanciona-la- normativa.html.
Ver: http://mdp.org.sv/index.php?option=com content&view=article&id=153:se-constituve-el-partido-movimiento-nuevo-pais-un-instrumento-de-lucha-politica&catid=12:partido-movimiento-nevo-pais&Itemid=21
Idem
Contrapunto. "Dada renunció por falta de comunicación con Funes". Abril, 2012. Ver nota en: http://www.archivocp.contrapunto.com.sv/politica-gobierno/dada-renuncio-por-falta-de-comunicacion-con-funes.
La Página. "Soy un hombre de izquierda y Saca un hombre de derecha, pero somos amigos". Julio, 2013. Nota en: http://www.lapagina.com.sv/nacionales/84798/2013/07/28/Soy-un-hombre-de-izquierda-y-Saca-un-hombre-de-derecha-pero-somos-amigos.
Cfr.: Dagoberto, Gutiérrez. Op. cit. Pág. 5.
Portelli, Hugues. Gramsci y el Bloque Histórico. Siglo XXI editores. México 17 edición. Trad. María Braun. Pág. 99-100.
Lenin, V. I. El Estado y la Revolución. Cuadernos el Socialista Centroamericano no.15. Pág. 7
Lenin, V. I. Op. Cit. Pág. 12
Lenin, V. I. Discurso en memoria del camarada Sverdlov, citado en: Moreno, Nahuel. "Problemas de organización". En: Cuadernos de formación. Unidad Socialista de los Trabajadores. No 1
Ya la misma experiencia histórica ha demostrado que la participación de los organismos de las clases populares en el parlamento burgués son no sólo necesarias, sino obligatorias en determinados momentos históricos y siempre como una táctica, nunca como estrategia. Sobre esto el mismo Lenin, a quien no se le puede acusar de reformista, ha dicho la obligatoriedad de la participación en el parlamento burgués como una simple táctica. Véase: Lenin, V. I. La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo. Cap. VII: ¿debe participarse en los parlamentos burgueses?
Engels, F. Carta a Auguste Bebel. Londres, marzo de 1875. Versión digital en: http://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas Ze18-3-75.htm
Luxemburgo, Rosa. "Reforma o revolución". Ocean Press. Págs. 102-103. En: Manifiesto. Tres textos clásicos para cambiar el mundo. Cuba. 2006.
No es que reivindiquemos acá la cuestión del desarrollo infinito de las fuerzas productivas como paradigma de construcción del socialismo, sino que la cita sirve acá como sustento para la afirmación de que la construcción de un nuevo Estado, un Estado proletario no es posible sino mediante la toma de las riendas por el proletariado y las clases explotadas y por ende mediante la desaparición de la burocracia.
Lenin. V. I. Ob. Cit Pág.42
K. Marx y F. Engels. El manifiesto comunista. Editorial Jurídica Salvadoreña. San Salvador. 3era edición. Pág.81.
Cfr.: Gutiérrez, Dagoberto. Discurso de en la presentación del Movimiento por la Democracia Participativa. Pág. 6.
Hinkelammert señala que "llevar la democracia a la capacidad de desinflar estas producciones de monstruos [es decir, de enemigos al orden democrático burgués], es un tarea fundamental de la democratización necesaria en todos los campos y en todos los lugares" (Hinkelammert, Franz. Hacia una crítica de la razón mítica. Arlekín. 2007. Pág. 163). Pero "aparece una dimensión de la democracia, que está ausente en las teorías de la democracia. Se trata del control del poder del orden mismo. Este control no lo puede hacer el propio orden democrático, porque es también un orden que descansa sobre la administración de la muerte. La democracia tiene que tener una dimensión que rebasa el propio orden democrático" (Ibíd. Pág. 51). Esa dimensión más allá del orden "democrático" es el espacio de la democratización real, el espacio de la acción revolucionaria. Cfr.: Hinkelammert, Franz. "La rebelión de los límites, la crisis de la deuda y el vaciamiento de la democracia". Grupo Pensamiento Crítico. Junio, 2012. Disponible en: http://www.pensamientocritico.info/articulos/articulos-de-franz-hi nkelammert/280-la-rebelion-de-los-limites-la-crisis-de-la-deuda-y-el-vaciamiento-de-l a-democracia.html.
En su Ensayo sobre la libertad, Stuart Mill sostiene que "nadie pretende que las acciones deben ser tan libres como las opiniones. Las mismas opiniones pierden su inmunidad, cuando se las expresa en circunstancias tales que, de su expresión, resulta una positiva instigación a cualquier acto perjudicial" (Ver: Stuart Mill, J. Ensayo sobre la libertad. Mestas Ediciones. 2006. Pág. 96.). Por acto perjudicial debe entenderse el atropello de los derechos, pero de los derechos burgueses. Entre los cuales ya se encontraba, desde hace casi un siglo antes, el reconocimiento de la propiedad privada como un derecho "natural e imprescriptible" del ser humano. (Ver: Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Artículo 2. 1789).
Lenin, V. I. Ob. Cit Pág. 75
Cfr.: Gutiérrez, Dagoberto. Op. cit. Pág. 3.
Luxemburgo, Rosa. "Reforma o revolución". Ocean Press. Pág. 148. En: Manifiesto. Tres textos clásicos para cambiar el mundo. Cuba 2006
Literalmente, Gutiérrez dijo: "Soy un hombre de izquierda y Saca un hombre de derecha, esa es la magia". Pero se entiende que con la aclaración de "esa es la magia" se refiere a la magia de la democracia, a la magia de una forma política en la que una persona de derechas y una persona de izquierdas pueden sentarse, hablar, debatir, llegar a acuerdos y ser amigos. Como ya mencionábamos en una cita anterior sobre el Ensayo sobre la libertad de Stuart Mill, ello es posible en el marco de la democracia burguesa siempre que no se traduzca en la visibilización de los intereses de clase, siempre que los proyectos políticos propendan a la libertad burguesa, no a la liberación de los explotados. Cfr.: La Página. "Soy un hombre de izquierda y Saca un hombre de derecha, pero somos amigos". Julio, 2013. Nota en: http: //www.lapagina.com.sv/nacional es/8 4798/2013/07/2 8/ Soy -un- hombre -de -izquierda-y -Saca-un-hombre-de-derecha-pero-somos-amigos.
Abrego, Carlos. "¿La lucha por el socialismo es todavía posible?" Abril, 2013. Nota en: http://cosastanpasaieras.blogspot.com/2013/04/la-lucha-por-el-socialismo-es-posible.html.
Benjamin, Walter. “Tesis de filosofía de la historia”. En: Discursos interrumpidos I. Taurus. 1989. Pág. 181.