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Lo que se oculta detrás del “Plan Mérida”
A pocos meses de abandonar el poder, el presidente George Bush convenció al Congreso de los Estados Unidos para crear el “Plan Mérida”,--supuestamente para combatir el narcotráfico, el crimen organizado y el tráfico de personas (léase inmigración ilegal) --, por medio del cual México recibiría 850 millones de dólares en ayuda militar: helicópteros de combate, tecnología de punta, perros, espionaje electrónico, capacitación y entrenamiento de tropas especiales. De esa cantidad, los países de Centroamérica y el Caribe recibirían 350 millones de dólares para fortalecer las fuerzas de policía y seguridad.
El narcotráfico no surgió de la nada: es un fabuloso negocio que controlan grupos poderosos dentro de los Estados Unidos, el gran consumidor de drogas, del cual la mafia colombiana o mexicana es apenas una parte de dicha maquinaria. La adicción a las drogas es promovida a nivel mundial por estos grupos poderosos que viven bajo las sombras del poder imperial.
El antecedente inmediato del “Plan Mérida” es el “Plan Colombia” que permitió a los Estados Unidos en un corto periodo de tiempo apuntalar militarmente al gobierno de Colombia, con el doble objetivo de combatir al narcotráfico pero al mismo tiempo acorralar a la poderosa guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los resultados están a la vista: la mayor parte del secretariado de las FARC ha sido aniquilado, y la guerrilla combate a la defensiva en la selva colombiana.
La administración Bush ha justificado la necesidad del “Plan Mérida” para enfrentar la creciente violencia en la frontera sur con México. La metrópoli imperialista está sumamente preocupa por mantener el control militar y la paz social en su patio trasero (México y Centroamérica) en los precisos momentos en que se agudiza la crisis de la economía norteamericana que presagia una crisis mundial de dimensiones desconocidas.
En una reunión realizada a finales de Octubre del 2007,entre el sub secretario Jhon Dimitri Negroponte y empresarios en Monterrey, México, éste expresó: "Voltearemos al sur juntos y ampliaremos nuestra estrategia y apoyo a nuestros socios en Centroamérica que comparten los mismos retos y compromisos (…) A medida que tengamos éxito, que las pandillas pierdan su dominio sobre Centroamérica y a medida que EE.UU. reduzca su demanda de narcóticos, prosperaremos”. (BBC 29/10/07)
Ese plan ya está en marcha. Negroponte, ex jefe de la CIA, recientemente realizó una gira por México y Centroamérica, preparando las condiciones para la implementación del “Plan Mérida”. En el caso de Centroamérica, el combate contra las maras o pandillas reviste una singular importancia, porque éstas son el reflejo de la desesperación que provoca el hambre y la miseria. Decenas de miles de jóvenes se enrolan en las maras en Guatemala, El Salvador y Honduras para encontrar una falsa salida a la crisis del capitalismo en la región.
En Guatemala, Thomas Shannon, subsecretario de Estado adjunto, aseguró que “Centroamérica está en una posición vulnerable entre México y Colombia, y el propósito del Plan es enfrentar el flagelo (del narcotráfico)”. (El Periódico 07/06/08) Aunque funcionarios de la administración Bush han explicado que el “Plan Mérida” no incluye la presencia de tropas norteamericanas en México y Centroamérica, la realidad es que incluye un mayor control y subordinación de las fuerzas armadas de estos países.
En realidad, por el momento los Estados Unidos no requiere invadirnos militarmente para controlar nuestros países, ya que para ello cuentan con aliados locales que ejercen la labor represiva en representación del imperialismo yanqui. Lo anterior implica una mayor militarización y fortalecimiento de los aparatos represivos del Estado burgués semicolonial en todos los países centroamericanos. El imperialismo yanqui y las burguesías locales se están preparando para la enorme crisis de la economía y la hambruna mundial que se avecinan, y que puede provocar oleadas revolucionarias y de explosión de la violencia popular.
Negroponte realizó su gira triunfal por Centroamérica sin encontrar ninguna oposición seria. La izquierda se encuentra débil, dividida y atomizada. Las antiguas guerrillas ahora convertidas en partidos parlamentarios (URNG, FMLN y FSLN) no han manifestado su oposición al “Plan Mérida”. Es hora de reflexionar sobre el recorte a las libertades democráticas, la militarización y la represión selectiva que implica la implementación del “Plan Mérida”.