La crisis continúa: se requiere un programa anticapitalista en Centroamérica
Iniciamos el año 2013 en el ojo de la tormenta de la crisis del sistema capitalista. Lejos de amainar, la crisis continúa golpeando a los grandes centros imperialistas, especialmente a Europa.
Mientras Europa es devastada por la crisis económica, con el aumento del desempleo, mayor xenofobia contra los inmigrantes, reducción de los salarios reales, etc, el imperialismo alemán, derrotado militarmente en la primera y segunda guerras mundiales del siglo XX, emerge como la potencia dominante del viejo continente.
Contradictoriamente, mientras la crisis del sistema capitalista golpea a las grandes metrópolis imperialistas, en América Latina hemos tenido años de relativa calma, debido al crecimiento de las exportaciones de materias primas, que son devoradas por esa potencia imperialista emergente que es China.
Pero el ambiente económico sigue recalentándose. Estados Unidos, la potencia absoluta en el mundo, sigue al borde del llamado “abismo fiscal”, que no es otra cosa que el excesivo endeudamiento en relación a su PIB. Todo lo que pase en el futuro próximo en Estados Unidos tendrá repercusiones inmediatas en el resto del mundo.
En Centroamérica, los efectos de la crisis del sistema capitalista son más que evidentes. Los minúsculos Estados nacionales que surgieron de la desmembración del Estado Federal, a mediados del siglo XIX, ya no pueden sostenerse por sí solos. Todos están endeudados en relación a la mitad de su PIB, es decir, la mitad de lo poco que producen anualmente es para pagar deudas que crecen día a día.
Centroamérica vive una espantosa calamidad social. Hasta en la otrora prospera Costa Rica se reducen los índices de Desarrollo Humano.
La crisis económica genera descontento social, conlleva el germen de la revolución. Pero, a diferencia de los años 70 del siglo pasado, este descontento está siendo conducido al pantano de la democracia burguesa, a juegos y rejuegos electorales.
En esta edición de la Revista 1857, analizamos los casos de Honduras y El Salvador, dos países en los que la crisis económica está produciendo, por un lado, un enorme descontento social, y por otro lado, ilusiones democráticas en el movimiento de masas.
En Honduras, el desarrollo del partido LIBRE, está relacionado directamente con la crisis económica y social. Y en El Salvador, ante la división de la derecha, crecen las posibilidades de reelección del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en el gobierno.
A pesar de las posibilidades electorales, el problema es que ninguno de estos partidos tiene un programa para combatir la crisis económica del capitalismo. Sin un programa anticapitalista que unifique a los trabajadores y sectores populares, podrá cambiar mil veces el gobierno pero todo seguirá igual o peor.
Es necesario abrir una discusión sobre estas enormes debilidades.