Historia

Por Andrea Celina Luque Blanco.

El 26 y 27 de agosto de 1910 se reunió en Copenhague la II conferencia Internacional convocada por mujeres socialistas de 17 diferentes países. Dicha conferencia decidió que el 8 de marzo se conmemoraría el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En esta fecha se recordaría a todas las mujeres que perecieron por la lucha de sus reivindicaciones. Es decir, se celebraría como una jornada de lucha feminista en conmemoración a las trabajadoras de una textilera de Nueva York (Cotton) que declararon una huelga en protesta por las condiciones barbáricas de trabajo. El dueño de la fábrica no aceptó la huelga, lo que provocó que las obreras ocuparan la fábrica. El montaje estaba para la tragedia y no se haría esperar: el dueño de cerró la fábrica textilera prendiéndole fuego; las crónicas de la época señalan que las 129 proletarias murieron abrazadas.

Antecedentes

Esta conmemoración recopila una larga historia por la emancipación de la mujer, tanto del yugo del capitalismo como de la opresión de las costumbres, del hombre, y del sistema patriarcal que impera en la sociedad capitalista, pero que tiene sus orígenes en el surgimiento de la propiedad privada con la explotación del ser humano por el ser humano. Los primeros movimientos reivindicativos para establecer los derechos de la mujer fueron de carácter burgués. En este caso son las sufragistas y las feministas. Dentro de la izquierda se encuentran posiciones encontradas y en algunos casos misóginas.

Posiciones aberrantes como la del anarquista Pierre-Joseph Proudhon que misóginamente afirmaba: “el fin de la institución del matrimonio, la muerte del amor y la ruina de la raza humana (…) no hay otra alternativa para las mujeres que la de ser amas de casa o prostitutas” (www.historiasiglo20.org). Son los primeros marxistas los que comienzan a dar explicaciones concretas al problema de la explotación de las mujeres en el sistema capitalista y su comienzo en el advenimiento de la propiedad privada y el desplazamiento del matriarcado por el patriarcado.

Federico Engels plasmaría las primeras posiciones teóricas serias en el tema en su muy conocido libro El Origen de la Familia la Propiedad Privada y el Estado. Engels analizaba y equiparaba la dominación de clase con la dominación de la mujer por el hombre. Sin embargo, la liberación de la mujer sólo se puede lograr tras una revolución socialista que destruya el capitalismo. Esto implicaba que la lucha de las mujeres estaba unida intrínsecamente a la del movimiento obrero por su emancipación, es decir la lucha por librarse de la clase explotadora llevará a las mujeres a conseguir su libertad como mujer.

En las filas de los revolucionarios marxistas se mencionan una gran cantidad de mujeres que ocuparon un papel importante dentro de la historia del movimiento obrero, entre ellas están Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Virginia González, Alexandra Kolontái entre otras. Paradójicamente sería un hombre, August Babel el que teorizaría sobre el tema de la mujer y su emancipación.

 En su libro la Mujer y el Socialismo, explicó cómo en la evolución de la historia de la humanidad el advenimiento de la propiedad privada vino aparejada al advenimiento del patriarcado, al sustituir la comunidad primitiva y el matriarcado como sistema social de producción.

La liberación de la mujer según Babel se dará cuando la sociedad capitalista sea abolida y se instaure una sociedad en la que no exista la explotación: “La mujer de la nueva sociedad será plenamente independiente en lo social y lo económico, no estará sometida lo más mínimo a ninguna dominación ni explotación, se enfrentará al hombre como persona libre, igual y dueña de su destino”.  (August Babel, La Mujer y el Socialismo)

Clara Zetkin y el movimiento de obreras y obreros

Las y los revolucionarios no estamos por la idealización de ninguna figura de una revolucionaria o revolucionario. Todo lo contrario, estamos en contra de la divinización de cualquier personaje histórico, pero en esta edición de El Socialista Centroamericano en que conmemoramos las luchas histórica de las mujeres por la libertad, también recordamos con orgullo a una gran luchadora de los derechos de la mujer trabajadora, se trata de Clara Zetkin, quien encarnaría en su vida como revolucionaria la lucha de la mujer por su libertad de las cadenas del capital y del machismo.

Clara Zetkin nació en 1857 en Sajonia. Hija de un maestro rural, de los 17 a los 20 años estudió magisterio en un instituto de Leipzig, en donde conoció a muchos militantes revolucionarios y a Ossip Zetkin. Luego se traslada a Zurich donde conoce a Plejanov, Vera Zasúlich y otros.

En 1882, por acoso de la policía, se dirigió a Francia, contrayendo matrimonio con Ossip Zetkin. En 1889 fue nombrada delegada de las mujeres socialistas de Berlín en el congreso de constitución de la Internacional Socialista. En 1890 regresó a Alemania para ser una de las principales dirigentes del partido Alemán hasta 1914 y la división del movimiento revolucionario Europeo. En 1891 dirigió y fundó La Campana, periódico para las mujeres socialistas, que según algunos llegó a ser el periódico feminista de mayor tiraje de la historia. Luchó porque reconozcan a la mujer el derecho al voto, organización política y sindical, aunque no sin encontrar oposición dentro de los sectores más atrasados del partido socialdemócrata.

En 1907 se celebró el congreso de Stuttgart, en donde Clara llevaría una violenta lucha para tratar el asunto del voto de las mujeres contra los Austromarxistas, a quienes culpó por interrumpir la difusión para logar este derecho. Y finalmente llegamos al congreso de Copenhague en el que ella tomaría la iniciativa de conmemorar un 1 de mayo femenino cada 8 de marzo para recordar la lucha de las 129 empleadas quemadas barbáricamente en la fábrica Cotton en Nueva York. 

La primera guerra mundial

Antes del estallido de la primera guerra mundial, Clara dedicó sus esfuerzos en contra del armamentismo. En el Congreso de Basilea presentó la necesidad de que la internacional respondiera con una Huelga General ante la amenaza de la guerra. En medio de la guerra los problemas de la mujer ocupaban una de sus principales preocupaciones.

Ella escribiría: “Lo que merece una atención particular es el hecho de que en los países del Próximo y Extremo Oriente, las mujeres vinculadas a las tradiciones, a las costumbres y a la servidumbre religiosa milenarias se están moviendo. No me estoy refiriendo, ahora al pequeño estrato de mujeres orientales poseedoras, pioneras de su sexo, que han conquistado erudición, saber y cultura moderna en las universidades europeas y americanas. Pienso más bien en los muchos miles de campesinas pobres y obreras de los campos de arroz y de las plantaciones de algodón, de los campos de petróleo, etc., que en Turquía, en Turquestán, en Corea, en Japón, en Mongolia, en la India, etc, han comenzado a rebelarse contra el doble yugo del hombre y del capital".

En medio de  la guerra fue hecha prisionera. Bujarín recordaría: “Pero no se ciñó la cabeza con una corona de espinas; vio en ello un episodio natural de la lucha, un cautiverio pasajero, al término del cual hay que empuñar nuevamente las armas y marchar otra vez al combate".

La revolución Bolchevique la sorprendió y Clara la miró con buenos ojos: “La Rusia socialista y soviética, escribió, será para nosotros un símbolo, una esperanza y una garantía del advenimiento de los tiempos nuevos que surgirán del caos de la sociedad burguesa.” (Ídem) En noviembre de 1917 fundó el suplemento femenino del periódico “espartaquista”, y en 1920 fue elegida presidenta del Movimiento Internacional de Mujeres Socialistas. Asumió un rol en el levantamiento de 1919, en el que perecieron sus fraternales amigos Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, y con amargura exclamaría: “No lloraremos a nuestros muertos, hay que luchar”.

El resto de su vida luchó por la defensa de las ideas marxistas y por la emancipación de los explotados, de su última y legendaria participación se puede resumir: “Su última actuación que recordará sus mejores tiempos tiene lugar el 30 de agosto de 1932, cuando estaba enferma y medio ciega, el día de la apertura del Reichstag. Por su edad ella preside la sesión y en su intervención exige la creación de un frente proletario entre comunistas y socialdemócratas contra el nazi-fascismo”. (Ídem) A

l final de su vida coincidía con León Trotsky en su análisis sobre el fascismo y el papel entreguista que tuvo el Estalinismo en Alemania, que permitió el ascenso de Hitler al poder. Clara falleció el año siguiente en las proximidades de Moscú y sus restos mortales fueron depositados en las murallas del Kremlin con grandes honores.

El predominio de la explotación del hombre y la mujer por el hombre y la mujer, no solo es el dominio del capital sobre el trabajo, sino el triunfo del sistema patriarcal sobre las mujeres, que somos el eslabón más débil de la cadena capitalista. Por eso la disgregación y aislamiento de las luchas de las mujeres trabajadoras solo fortalecen al sistema capitalista que nos somete. La lucha por una sociedad más justa para todos y todas, está intrínsecamente unida a la lucha de las clases explotadas, es decir que las y los trabajadoras del mundo deben unirse en contra de sus patrones y patronas.

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