Por Leonardo Ixim
La victoria del Ejército Popular de Liberación dirigido por el Partido Comunista Chino y Mao Tse Tung a la cabeza de éste, un 1 de octubre de 1949, marca el inicio de la revolución socialista en la nación más poblada del mundo, dejando importantes lecciones para la revolución mundial.
Carácter la revolución
La tercera revolución, como se le conoce en la historiografía marxista, se caracterizó, tras la derrota nipona en 1945, por la presión de las comunas populares campesinas, sobre todo en el norte, contra los terratenientes vinculados al Kuomunitang, los campesinos ricos y usureros. Esta presión se ejerció fuera de la mediación impulsada por el PCCH con su política de alianza de cuatro clases y sobre todo contra la ofensiva reaccionaria de los nacionalistas de Chang Kai Shek. El proletariado por su parte no fue actor relevante debido a las traiciones estalinistas previas, pero como plantea Nahuel Moreno, pese a eso y gracias al influjo de la reforma agraria comunera, los comunistas impulsaron inconscientemente la estrategia de la revolución permanente (socialista) y por tanto el carácter preponderante del proletario, que tendrá roles importantes posteriormente.
El campesinado chino, debido a que en su mayoría no poseía tierra o poseía el mínimo para su sobrevivencia, es un proletariado en potencia, ejército de reserva industrial, que se acoplará posteriormente con sus pares obreros de mayor antigüedad. Pero políticamente por estar disperso agrupado en consejos comunales, órganos de poder local, no logrará crear organismos articuladores. Ese papel lo jugó el Partido Comunista Chino.
El gobierno que se instaló es calificado por Moreno como bonapartista, una política estrenada por el PCCH desde la alianza con la burguesía china para derrotar la invasión japonesa. La política de las cuatro clases, conocida como la Nueva Democracia (proletariado, campesinado, pequeña burguesía y burguesía “patriótica”) fue aplicada para evitar después de 1949 una revolución agraria radical en el sur de China, al grado que los consejos comunales en esa región aceptaron la incorporación del campesinado rico y se reglamentó el trabajo jornalero.
Por tanto el gobierno revolucionario actuará como mediador, además de aceptar actores de la burguesía patriótica en la transición socialista. Este fenómeno incuba la burocracia maoísta que a diferencia de la soviética, producto de la contrarrevolución mundial de los 30s, es producto del desarrollo desigual chino y su carácter bonapartista. La guerra de Corea sin embargo izquierdiza su política y obliga a expropiar a algunos elementos burgueses y pequeño burgueses, creando empresas mixtas en muchos casos, con otros actores burgueses “patrióticos”.
Bonapartismo revolucionario
Después de la guerra de Corea, en 1953 China inició sus planes quinquenales y un proceso de acumulación material por medio de la industrialización, generado efectos contradictorios sintomáticos de este bonapartismo revolucionario. Por un lado creará una gran masa obrera que exigirá una mejora en sus condiciones de vida y una masa campesina que no verá atenuada la diferenciación campo-ciudad y una burocracia que se enquista, en el Estado, la industria, el ejército y el partido.
Pese a esto el desarrollo industrial chino es impresionante, se vuelve exportador neto de importantes materias primas, inicia el proceso de reconversión productiva de estas, desaparece el hambre en el campo y la ciudad, universaliza la educación y la salud, inicia la producción de energía nuclear, etc.; todo esto resultado de la economía planificada.
La capa maoísta, vislumbrando futuras pugnas interburocráticas por un lado y la presión de las masas proletarias y campesinas por una democracia socialista, lanzó la campaña de las cien flores entre 1956-1957, que buscaba formalmente democratizar la vida pública. Sin embargo la burocracia en su conjunto, al ver una agudización de los conflictos de clase, detuvo estas movilizaciones. Nuevamente el sector maoísta actuó bonapartistamente equilibrando la situación sin reivindicar del todo las demandas de abajo.
Tras esta situación se lanzó el Salto Adelante, un proceso de industrialización forzosa entre 1958-1959, que pese a alcanzar los planes a gran escala de industrialización pesada, provocó una hambruna en el campo y la destrucción de los consejos comunales. En las fábricas se dieron varios casos de regimentación forzada del trabajo; los efectos económicos de esto se mantuvieron hasta 1962.
La Revolución Cultural
Este hecho que conmocionó al mundo en la década de los 60s, sin duda fue producto del enfrentamiento de la lucha de clases a nivel mundial; de la contraofensiva imperialista sobre todo contra la revolución vietnamita; de la agudización de las luchas sociales en todo el mundo ya sea contra la burocracia soviética, contra los estados capitalistas centrales o sus pares neocoloniales; del aislamiento que sufre China tras romper con la burocracia post estalinista y el fracaso de la revolución indonesia tras la política oportunista seguida por los comunistas cercanos a China con respecto al nacionalismo burgués de Sukarno y el desenlace genocida impulsado por la CIA; de la traición de la burocracia soviética con su política de coexistencia pacifica con el imperialismo y la incapacidad tanto de China y la URSS de hacer un frente único aunque fuera táctico de apoyo a Vietnam.
Todos estos factores internacionales junto a la relevancia política del proletariado en contra de la burocracia y la alianza con la juventud y los estudiantes, hizo que la facción burocrática maoísta lanzara la Revolución Cultural, usando al proletariado y a la juventud en contra de la otras facciones burocráticas que identificaban su supervivencia con la restauración paulatina del capitalismo.
La revolución cultural fue sin duda un movimiento de masas en contra de la burocracia que, aunque instrumentalizado por el maoísmo, cuestionó el enquistamiento en el poder de estas capas parasitarias propias de la transición al socialismo en momentos de flujo y reflujo de la lucha de clases a nivel mundial. Al final fue detenida ante el temor del surgimiento una auténtica democracia socialista, y las distintas capas burocráticas hicieron frente común para desarmarla. El saldo es conocido: tras esto, Mao fue perdiendo fuerza en la dirección, del Estado y del partido, los sectores más reaccionarios empezaron a tener hegemonía y tras la muerte de Mao, estos terminaron arreglando cuentas con los dirigentes cercanos al líder chino.
El pueblo chino por su parte quedó exhausto tras movilizarse heroicamente. La instrumentalización de un sector de la burocracia, los errores que cometió el maoísmo con su excesivo culto a la personalidad a Mao condujeron por último a la victoria de los reaccionarios contrarrevolucionarios de la burocracia.
Restauración capitalista
El capitalismo se va restaurando con un nuevo liderazgo, con Deng Xiaoping y Li Peng, abriendo primero las puertas a la producción mercantil interna fomentando la burguesía china, pero sobre todo externa, creando zonas francas en la costa convirtiendo a este país en la fábrica del mundo, proceso que se consolidó con la devolución de Cantón y Hong Kong a Inglaterra, bajo la elucubración de “un solo país y dos modelos”.
En lo político el régimen de partido único se hizo cada vez más autoritario, persiguiendo a opositores tanto de derecha como de izquierda, un buen pretexto usado por el imperialismo para su falsa política de derechos humanos. Por ejemplo el caso del Tíbet y su autodeterminación donde EU usa a la reaccionaria teocracia budista; o el caso de la masacre de Tiennamen en 1989, levantamiento de las masas proletarias y juveniles contra la burocracia, aplastado sin misericordia usando al ejército. Para la burguesía burocrática este hecho es usado para que en 1992 se promulgue la vía socialista de mercado, agudizando las carencias de la población, China se vuelve famosa por la sobrexplotación de las masas obreras.
A inicios del siglo XXI, el PCCH se declaró abierto a todas las ideologías progresistas, sin definir qué significa eso y se permitió que la burguesía forme parte de la dirección. Con eso se consolidó la nueva clase dominante china. Estas serie reformas basadas en la exportación de productos baratos debido al bajo costo de la mano de obra ha permitido un crecimiento sostenido de China, pero tras la crisis de 2008 el crecimiento cayó de un 12 % anual a un 8 %, todavía altísimo, pero con un constante aumento poblacional que impacta en la economía. Posteriormente se han mantenido estas tasas reorientando el modelo hacia el mercado interno, volviéndose importador neto de materia prima.
El proletariado ha aprovechado la reorientación del modelo y se ha movilizado por mejoras salariales. En los últimos dos años ha habido importantes huelgas, reprimidas en su mayoría pero con conquistas parciales importantes, fuera del encuadramiento de los sindicatos oficiales. Con ello se vislumbran las posibilidades políticas de esta clase y nuevamente la necesidad de la revolución.