Por Maximiliano Cavalera
En el siglo XX fue testigo de grandes acontecimientos que estremecieron a la humanidad y determinaron el destino de miles de millones de trabajadores en el mundo. Si la revolución Bolchevique simboliza el triunfo más grande del proletariado, asimismo el mes de Noviembre de 1918, será recordado como uno de los más trágicos para la revolución mundial. Fue en el ocaso de la primera guerra mundial, cuando los trabajadores y soldados alemanes se alzarían contra la burguesía que los había dirigido a la muerte y miseria legada por la guerra imperialista. Desgraciadamente, esta intentona heroica fue barrida por los agentes de la burguesía con el apoyo de la socialdemocracia, contubernio que dejo postrada a la humanidad en la miseria imperialista postergando la revolución social en uno de los países mas industrializados del globo.
Orígenes de la Revolución
Como se recordará, Alemania ha sido la cuna de grandes procesos sociales que han conmovido a la humanidad, en 1849 y 1948 estalla una revolución democrática que no logra liquidar a la monarquía, pero deja los cimientos para el gran desarrollo de corrientes de izquierda importantes. Para finales del siglo XIX e inicios del XX, Alemania era gobernada por una Monarquía constitucional. La segunda Internacional tiene un gran arraigo en las organizaciones obreras, esta corriente es llamada la socialdemocracia, y particularmente en Alemania tiene un gran arraigo y peso social. Cabe mencionar que el partido socialdemócrata alemán había logrado arrancarle grandes conquistas sociales al Estado Alemán, luchas sistemáticas de los obreros que llevarían al famoso canciller de hierro Otto Von Bismarck a afirmar: “por caro que parezca, el seguro social, resulta menos gravoso que los riesgos de una revolución” (Citado en el prólogo del libro: Nuevo Derecho de la Seguridad Social, de Ángel Guillermo Ruiz Moreno).
El Estado Alemán va cediendo concesiones importantes al proletariado y las clases explotadas, tales como el seguro social, salario mínimo, jornada laboral de ocho horas, entre otras. Entre 1890 y 1914 los principales países de Europa incrementaron sus presupuestos armamentísticos, en un lapsus de tiempo conocido como la paz armada. Estos procesos de tecnificación y solo preparaban el camino para que en 1914 Alemania junto al imperio Austrohúngaro declara la guerra a Rusia, Francia e Inglaterra. La gran guerra seria solo el proceso en que: “El capitalismo comenzó a sentirse limitado dentro del marco de los viejos Estados nacionales, sin la formación de los cuales no habría podido derrocar al feudalismo. El capitalismo ha llevado la concentración a tal punto, que ramas enteras de la industria se encuentran en manos de asociaciones patronales, trusts, corporaciones de capitalistas multimillonarios, y casi todo el globo terrestre esta repartido entre estos ‘potentados del capital’, bien en forma de colonias o bien envolviendo a los países extranjeros en las tupidas redes de la explotación financiera”. (Lenin, El socialismo y la Guerra). Además de la miseria provocada por la gran guerra, el triunfo del partido bolchevique y la revolución de octubre en Rusia, abre un proceso revolucionario en toda Europa, como lo vaticina Lenin: “Los inauditos horrores y calamidades de esta guerra interminable hacen Insoportable la situación de las masas, aumentando su indignación. Va fermentando a todas luces la revolución proletaria internacional”. (EL estado y la Revolución, Lenin) Este proceso gestado por las condiciones materiales provocadas por la guerra, y el ejemplo heroico de los bolcheviques, anunciaban la revolución.
La revolución
La gran guerra, y la derrota Alemana ocasionarían las condiciones de hambre miseria y frustración para una población que había logrado grandes conquistas del régimen monárquico. Así es, que la revolución comienza en Noviembre de 1918, con el alzamiento de los marineros de la flota de guerra Kiel, quienes se negaron a obedecer las órdenes de sacar la flota al mar del norte para realizar una última intentona de batalla con los marineros ingleses. Este alzamiento se expandió por todo el país, forzando el 9 de Noviembre, la caída del Kaiser Guillermo. Este proceso político y social era de extrema importancia, ya que planteaba la posibilidad de la expansión de la revolución soviética al resto de Europa, pero no solo eso, sino que un triunfo proletario en Alemania, planteaba la posibilidad de construir una sociedad más igualitaria, con lo más avanzado de la técnica capitalista, premisa fundamental para la construcción del socialismo. Lenin diría: “La revolución soviética en Alemania reforzará el movimiento soviético internacional, que es el reducto más fuerte (y el único seguro e invencible, de una potencia universal)” (Lenin, La Enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo). Tan convencidos estaban los bolcheviques de que una victoria de los trabajadores en Alemania se traduciría en el inicio del triunfo de los trabajadores en el mundo, que Lenin repetiría hasta el cansancio, que si era necesario la derrota de Rusia en pos de la revolución en Alemania, ellos sucumbirían, ya que este triunfo significaría el levantamiento de la revolución rusa.
El partido y la Revolución
Todo proceso revolucionario tiene fuerzas que luchan entre sí para lograr imponerse sobre otras, en toda revolución hay partidos políticos u organizaciones que representan clases sociales y particularmente, sectores de las clases sociales. Esta revolución no seria la excepción, el partido socialdemócrata (SPD) antes del 1914, representaba los intereses de los trabajadores, pero tantos años de vivir de la democracia burguesa, fueron creando intereses y privilegios que los dirigentes querían mantener, como diputaciones, cargos en el Estado, caudal electoral, etc. Para hacerse una idea, en el Reichstag de 1912 formaban el partido parlamentario más fuerte, con 110 diputados y el 28 % de los votos. En 1914, la podredumbre del SPD llegó a tanto que sus dirigentes votaron a favor de la guerra. La contraparte de este fenómeno la encabezarían Rosa Luxemburgo, Karl Liebnecht y Franz Mehring quienes fundaron la liga Espartaquista que se opuso a la guerra y lucho por encabezar la revolución."Decenas de millares de obreros, estallaron en vivas salvajes. Yo no había visto nada igual. Luego por la tarde, obreros y soldados rojos desfilaban aún. La revolución Mundial había llegado. Nuestro aislamiento había terminado." (Juan Ignacio Ramos, De noviembre a enero. La revolución alemana de 1918) Desde el 4 de noviembre, las delegaciones de marineros y trabajadores se esparcieron por todas las grandes ciudades de Alemania. Ya el 7 de noviembre, la revolución abarcaba todas las ciudades costeras. En los días siguientes abdicaron todos los príncipes gobernantes en los demás Estados alemanes, siendo el último Günther von Schwarzburg-Rudolstadt el 23 de noviembre. En este proceso de lucha, los socialdemócratas, presionados por el temor a que los espartaquistas comandados por el recién liberado Karl Liebnecht proclamaran la republica socialista, se adelantan y pregonan la republica Alemana.
Ya para el 10 de noviembre, existen los órganos de poder dual, organizan un consejo de obreros y soldados que rivalizan con las nuevas instituciones del Estado burgués y con los representantes y sindicalistas socialdemócratas, que son desplazados por los representantes de los consejos. La socialdemocracia junto a sus sindicalistas, comienzan a maniobrar para vencer a los organismos obreros, es así, que pactan con la burguesía Alemana que, los representantes sindicales aseguraban garantizar una producción ordenada, terminar las huelgas, hacer retroceder a la influencia de los consejos e impedir la socialización de la propiedad productiva. Los empresarios garantizaban a cambio la introducción del día laboral de ocho horas, que los trabajadores habían pedido inútilmente ya hace años, “gran nueva conquista de la socialdemocracia”.
El Consejo de Representantes del Pueblo presentó el 12 de noviembre su programa de gobierno. Este levantaba el estado de sitio y la censura, abolía la ordenanza de servidumbre y establecía el derecho al voto desde los veinte años, por primera vez también para las mujeres. Todos los prisioneros políticos recibieron amnistía. Se promulgaron las libertades de asociación, reunión y de prensa. Partiendo del Acuerdo de Comunidades de Trabajo se estipuló el día de trabajo de ocho horas, ayuda a los desempleados y se amplió el seguro social y de accidentes.
Para el mes de enero, el intento de revolución obrera de los Espartaquistas fracasa y son asesinados atrozmente Rosa Luxemburgo Karl Liebnecht y otros dirigentes revolucionarios. El fracaso de la revolución proletaria en Alemania tendría consecuencias funestas para el movimiento obrero, ya que aplazaría por tiempo indefinido el apoyo tan necesario para que no triunfara la burocracia estalinista en Rusia. Asimismo, postergaría la revolución pudo haber barrido las condiciones sociales que permitirían el ascenso del Nazismo. Pero la enseñanza más grande de la derrota en Alemania, es que los espartaquistas no pudieron construir un partido revolucionario que luchara contra el oportunismo de la socialdemocracia. Hacia falta una organización como la bolchevique, acostumbrada a la democracia y la lucha clandestina, este partido no lo pudieron construir los espartaquistas cuando la revolución se les cernió en los hombros. La enseñanza resulta funesta, pero nos dice, que la historia no espera a los revolucionarios que quieren cambiar la explotación y la miseria que impera en el mundo.