Por José del Carmen Uriza
El año 1968 marcó un hito en la historia del siglo XX. En esa época, se hicieron sentir los primeros síntomas del agotamiento del boom capitalista de la postguerra. Irónicamente, este crecimiento del capitalismo produjo cierto confort de la clase media urbana, una masificación de la educación en los países más importantes de América Latina, y con ello se crearon las condiciones para el desarrollo de un poderoso movimiento estudiantil
El año 1928 se caracterizó por un fenómeno mundial de radicalización de la juventud, que se tradujo en grandes movilizaciones estudiantiles en todo el planeta, siendo las más importantes la de mayo de 1968 en Francia y la octubre de 1968 en México.
Esta última terminó en una terrible masacre que puso al desnudo las características totalitarias, antidemocráticas y sanguinarias del régimen bonapartista del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La influencia de los acontecimientos internacionales
Para comprender este fenómeno mundial de radicalización de la juventud, debemos analizar, aunque sea someramente, los acontecimientos más importantes que sacudían al mundo.
En términos generales, el ascenso capitalista, el bajo desempleo, había producido un auge de las luchas obreras por mayores reivindicaciones y conquistas laborales. En América Latina, el triunfo de la revolución cubana en 1959, y su tránsito hacia el socialismo en 1961, había provocado un efecto de shock sobre la juventud, y un auge de los métodos guerrilleritas. En las universidades estatales, --había muy pocas privadas--, florecían las organizaciones guevaristas, maoístas y trotskistas
Pero dos acontecimientos sacudirían la conciencia de la juventud: la Primavera de Praga en Checoslovaquia, y las revueltas de Mayo en Francia, ambos acontecimientos ocurrido en 1968.
En Checoslovaquia se produjo una revolución política contra el régimen stalinista del Partido Comunista, obediente de la burocracia del Kremlin. Fue un serio intento por democratizar la sociedad pero manteniendo las bases económicas del socialismo. La lucha por la democratización condujo finalmente a la invasión del Ejército Rojo que aplastó a sangre y fuego este intento por imponer la democracia obrera. Este tipo de luchas antiburocráticas fortaleció a las organizaciones trotskistas en Europa y América Latina.
En Francia, en 1968, se produjo una revuelta obrera-estudiantil que paralizó al país y puso en jaque al gobierno del general Charles De Gaulle. La lucha la iniciaron los estudiantes universitarios. El Partico Comunista Francés y las direcciones sindicales evitaron meterse en la lucha, pero al final la presión de las bases se impuso. Para el 13 de Mayo se impuso una huelga general que paralizó Francia. A diario se producían marchas multitudinarias, con una dinámica anticapitalista. Se organizó un Comité de Huelga que llego a ser un organismo de doble poder. Al final, este poderoso movimiento fue conducido y disuelto en elecciones.
El movimiento estudiantil mexicano en 1968
Este fenómeno de radicalización de la juventud también se produjo en México, que en ese momento era gobernando con la mano de hierro del PRI. Las universidades estatales mexicanas era un criadero de organizaciones de izquierda, las cuales impregnaron a las organizaciones estudiantiles.
En términos generales, podemos afirmar que en el movimiento estudiantil existían dos sectores: los “porros” identificados con el PRI y por el otro lado el amplio espectro de organizaciones de izquierda.
En 1968 se produjeron varios hechos casuales que incidieron en el desarrollo de los acontecimientos. En un partido de futbol, el 22 de julio, se produjo un choque entre estudiantes de la Vocacional No 2 de Instituto Politécnico Nacional (IPN) y estudiantes de la Escuela Preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El 26 de julio una manifestación estudiantil que expresaba su apoyo a la Revolución Cubana chocó con otra marcha, organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), afiliada al PRI, que protestaban por la represión policial el 22 de julio. La manifestación fue nuevamente reprimida duramente por la policía. Los días posteriores se produjeron choques entre policías y estudiantes.
Estos enfrentamientos originaron una oleada de huelgas en varias escuelas, situación que se agravó cuando los granaderos y el Ejército entraron a reprimir la protesta estudiantil.
Esta violación a la autonomía universitaria provocó la protesta de Javier Barros Sierra, rector de la UNAM, dándole legitimidad a la protesta estudiantil.SE produjo la unión de estudiantes, profesores y personal administrativo, quienes marchaban juntos por las principales avenidas del Distrito Federal (DF). La lucha se extendió a los principales Estados de la nación mexicana, incorporando a otros sectores de la población. La lucha dejó de ser puramente estudiantil para convertirse en una protesta nacional contra el régimen bonapartista del PRI.
El Consejo Nacional de Huelga (CNH)
El desarrollo de esta lucha nacional contra el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) tuvo una expresión organizativa: la creación del Consejo Nacional de Huelga (CNH). El 2 de agosto de 1968, autoridades y organizaciones de estudiantes y profesores de la UNAM, la Escuela Nacional de Maestros, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), el IPN y la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo (ahora transformada en Universidad Autónoma), entre otras, constituyeron el CNH --imitando el ejemplo del Mayo Francés-- como un organismo de lucha nacional, que incorporó casi inmediatamente a las universidades de los Estados de Morelia, Puebla, Sinaloa, Hidalgo, Chihuahua, Guerrero, Veracruz, Nuevo León, Yucatán y Coahuila.
Debido a que no obtenían repuesta de las autoridades, el 8 de agosto el CNH decretó una huelga nacional de las universidades en todo el país. Las huelgas estudiantiles y las marchas de protesta, con participación popular, se producían a diario en la capital de México y en el resto del país. Una revolución democrática se estaba gestando. El gobierno del PRI respondió con más represión, el Ejército se tomó las instalaciones de la UNAM y del IPN, en un vano intento por aplacar la rebelión.
El 26 de agosto de 1968, una multitudinaria marcha llego hasta el Zócalo, frente al palacio presidencial, los discursos encendidos estaban centrados contra el presidente Díaz Ordaz. El 13 de septiembre se organizó una marcha multitudinaria contra la ocupación militar de las universidades por parte del Ejército
El pliego petitorio del CNH
La lucha había trascendido las universidades y se había transformado en una pelea por democratizar el régimen político. El 4 de agosto, en medio de la efervescencia social, el CNH dio a conocer su pliego de peticiones ante el gobierno de Díaz Ordaz: “1) libertad a los presos políticos, 2) destitución de los generales Luis Cueto Ramírez, Raúl Mendiola y del teniente coronel Armando Frías. 3) extinción del cuerpo de granaderos. 4) Derogación de los artículos 145 y 145 bis del código penal (delito de disolución social), 5) indemnización a las familias de los muertos y a los heridos víctimas de las agresiones en los actos represivos iniciados el viernes 26 de julio, 6) deslinde de las responsabilidades de los actos de represión y vandalismo realizados por las autoridades a través de los policías, los granaderos y el ejército”.
El CNH siempre exigió un dialogo público con el gobierno del PRI, pero este se resistió hasta el último momento.
Falsa negociación y masacre del 2 de Octubre
Como parte de un plan para destruir al movimiento estudiantil y popular, el gobierno accedió a negociar. El CNH, que siempre había manejado un discurso moderado y una disposición a la negociación, interpretó erróneamente la maniobra del gobierno, suspendiendo la marcha que tenía programada salir de la Plaza de las 3 Culturas, en Tlatelolco, hacia el Casco de Santo Tomas, en el centro de la capital mexicana.
A las 10 de la mañana del 2 de octubre de 1968, se inició un diálogo informal entre los representantes presidenciales, Andrés Caso Lombardo y Jorge De La Vega Domínguez, con los representantes estudiantiles Luis González De Alba, Gilberto Guevara Niebla y Anselmo Muñoz del IPN, en la casa de Javier Barros Sierra, rector de la UNAM
Pero al mismo tiempo que se iniciaba la negociación informal el gobierno tenía listo el plan represivo conocido como operación “Galeana”. Si bien es cierto que el CNH había suspendido la marcha, se había decidido organizar un mitin para informar el resultado de las negociaciones. Cerca de 10,000 personas se concentraron en la Plaza de las 3 Culturas, como había sido programado.
Con antelación, el Ejercito tomo posesión de los edificios aledaños a la Plaza de las 3 Culturas. Destacamentos de francotiradores fueron distribuidos en las azoteas y edificios de la zona de Tlatelolco y Nonoalco, con el objetivo de iniciar la masacre. El Batallón Olimpia, un destacamento elite del Ejército, tenía la misión de apoyar a los francotiradores.
Paralelamente, el Ejército movilizó una fuerza de entre cinco y diez mil soldados, para capturar a los activistas y principales dirigentes estudiantiles
El Batallón “Olimpia, estaba integrado por soldados de los 14 y 53 Batallones de Infantería, de los 14, 18. y 19. Regimientos de Caballería, con elementos de la Dirección Federal de Seguridad, de la Policía Judicial Federal, de la Policía Judicial del Distrito Federal y de la Policía Judicial del Estado de México, apoyado por Oficiales del Estado Mayor Presidencial, fuertemente armados y vestidos de civil portando como insignia un guante o pañuelo blanco, para identificarse entre si y así evitar fuego cruzado entre ellos mismos.
Según las investigaciones posteriores, participaron 300 medios armados entre tanques, medios blindados y jeeps con ametralladoras, fueron disparados 15 mil proyectiles, hubo 300 muertos, 700 heridos y cinco mil estudiantes detenidos.
Así se produjo esta terrible masacre que causó honda indignación en México, pero que le permitió al gobierno del PRI mantenerse en el poder
Juegos Olímpicos ensangrentados
El sábado 12 de octubre de 1968, el presidente Díaz Ordaz inauguró los XIX Juegos Olímpicos, como si nada había pasado.