Por: Raúl Jiménez Lescas
Las y los mexicanos estamos acostumbrados desde hace muchos años a conmemorar la Independencia de México en la noche del 15 de septiembre con una “Noche Mexicana”, pero en realidad, el Grito de Dolores se dio en la madrugada del 16 de septiembre y fueron varios gritos, según la audiencia del Padre de la Patria.
Y el 16 de septiembre de 1810 apenas inició la lucha por esa anhelada independencia. La guerra duró más de una década y fue devastadora para la entonces Nueva España. Por tanto, la Independencia no se logró el 16 de septiembre como el pueblo mexicano cree, sino 11 años después y no en forma de República como soñaron los insurgentes, sino como un “Imperio Mexicano” a nombre del Rey de España, Fernando VII.
Así que trataremos de mostrar la Ruta de la Consumación de la Independencia que inició con el Plan de Iguala, el Tratado de Córdoba (fue un sólo tratado y no en plural “los tratados”).
Así nació el Plan de Iguala
En nuestra Historia Patria se nos enseña que don Agustín de Iturbide, vallisoletano y realista de corazón, tuvo la habilidad de enganchar los insurgentes Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo, Teresa de Mier y Carlos María de Bustamante al “Plan de Iguala” y, por supuesto, al recién llegado de España, don Juan de O’Donojú para que estampara su firma en el Tratado de Córdoba para facilitar la Consumación de la Independencia.
Lamento decirle al sistema educativo mexicano que no fueron así las cosas. Lo siento mucho. Sin minimizar las habilidades políticas del futuro primer emperador mexicano, fueron más complejas las cosas.
La Consumación de nuestra Independencia fue un proceso complejo donde confluyen diversas fuerzas de la península ibérica y de la Nueva España. Después de una década de guerra civil, todos podemos entender que “el horno no estaba para bollos”. Los realistas en el sur, al mando de Iturbide no podían acabar con la lucha insurgente al mando de Guerrero. Ni los insurgentes podían derrotar al ejército realista.
En España se había restituido la Constitución gaditana y en la Nueva España se nombraron, por elección (del tipo siglo XIX), los ayuntamientos constitucionales gaditanos. Así muchos criollos asumieron los mandos políticos y no sólo militares. Por ejemplo, el general Antonio de León, dejó las armas y ganó el primer cabildo mixteco en Huajuapan, donde se levantó en armas en pro del Plan de Iguala, reconociendo a Iturbide en el mando militar.
Iturbide, después de intentar sofocar la resistencia de los insurgentes del Sur (hoy buena parte del estado de Guerrero), decidió pactar con sus archienemigos de una larga y turbulenta década. Así nació el Plan de Iguala del 24 de febrero de 1821. Mandos realistas e insurgentes conformaron el Ejército de las Tres Garantías (Trigarante).
El arribo de O’Donojú
Dice Doralicia Carmona: “Los Tratados de Córdoba ratifican el Plan de Iguala por el que se consuma la Independencia de México. El virrey Juan de O’Donojú, antes de tomar posesión de su cargo y en camino a la ciudad de México, firmó estos tratados en la Villa de Córdoba, Veracruz.
O’Donojú, quien formará parte de la Junta Gubernativa del Imperio Mexicano, llegó a Veracruz como Capitán General y Jefe Superior Político cuando España tiene como últimos reductos Veracruz y Acapulco, plazas desprotegidas y sin capacidad para resistir un sitio bien organizado. Ante esta situación, invitó a Iturbide a discutir la independencia y logra modificar el Plan de Iguala en el sentido de que las cortes del imperio mexicano puedan elegir libremente un gobierno monárquico moderado.
Iturbide tiene los recursos militares para tomar la capital, pero estima que puede hacerse sin derramar sangre y con una capitulación honrosa. Así que O’Donojú entra en comunicaciones con Iturbide y acuerdan firmar un tratado el 24 de agosto siguiente.
(…) Este día, 24 de agosto por la mañana, Iturbide va a la casa de O'Donojú y antes que nada Iturbide dice: "Supuesta la buena fe y armonía con que nos conducimos en este negociado, supongo que será muy fácil cosa que desatemos el nudo sin romperlo'". Sigue refiriendo Bustamante: “Dados los puntos y encerrados en el despacho del señor O'Donojú dichos jefes con sus respectivos secretarios, el de Iturbide extendió el Tratado; llevóselo a O'Donojú, quien después, desde luego, aprobó la minuta y sólo tachó de mano propia dos expresiones que cedían en elogio suyo.
El Tratado de Córdoba
En ellos se estipula: “Esta América se reconocerá por Nación soberana e independiente y se llamará en lo sucesivo Imperio Mexicano... El Gobierno del Imperio será monárquico constitucional moderado... Será llamado a reinar en el Imperio Mexicano en primer lugar el Sr. D. Fernando Séptimo, Rey Católico de España y por su renuncia o no admisión, el... Sr. Infante D. Francisco de Paula; por su renuncia o no admisión, el... Sr. D. Carlos Luis, Infante de España,... y por renuncia o no admisión de éste, el que las Cortes del Imperio designaren... El Emperador fijará su Corte en México, que será la capital del Imperio... Se nombrará inmediatamente, conforme al espíritu del Plan de Iguala, una junta compuesta de los primeros hombres del Imperio, por sus virtudes, por sus destinos, por sus fortunas...
(…) Carlos María de Bustamante escribe en su Cuadro histórico: “Tal fue el Tratado de Córdoba, confirmación del Plan de Iguala, aunque modificándolo en el importante punto de designación de las personas que se llamaban a ocupar el trono del nuevo imperio, pues además de señalar para ellos al rey Fernando VII y a sus hermanos don Carlos y don Francisco de Paula, se hizo también mención del príncipe heredero Luca, sobrino del monarca español y se omitió el nombre del archiduque Carlos de Austria; pero se introdujo en el tratado la notable novedad de que por la no admisión del rey y los infantes, las Cortes elegirían al soberano, sin expresar que había de ser de casa reinante, como se fijó en el Plan de Iguala. Iturbide dejó con esto abierta la puerta a su ambición, y O'Donojú, «empeñado únicamente en asegurar el trono a los príncipes de la casa de España, dice Alamán, quizás no reparó en la variación muy sustancial que Iturbide había introducido, bastante a minar todo el edificio que acababa de levantarse.» No pudo ocultarse al sagaz primer jefe del ejército libertador que el tratado era esencialmente nulo, por falta de poder para ajustarle por una de las partes, pues el carácter de capitán general y jefe superior político que tenía O'Donojú era insuficiente para celebrar un contrato de tanta entidad; pero el tratado le allanaba la posesión de la capital, y dividía más y más a los últimos defensores de la dominación española”.
Entretanto, en la ciudad de México, el mariscal Novella trataba de mantener el orden, concentraba fuerzas en los poblados cercanos y expedía severos bandos, perseguía a los simpatizantes de la independencia y asistía a Catedral a novenarios a la Virgen de los Remedios por el triunfo de las armas realistas. Entre las medidas que dispuso, fue ordenar al ayuntamiento que proveyese a la ciudad de víveres y demás efectos de consumo y trató de hipotecar las rentas públicas. Enérgicamente el Ayuntamiento se opuso.
Poco después, O’Donojú ofrecerá sus buenos oficios como autoridad para que las tropas realistas se retiren y entrará a la capital con el Ejército Trigarante. En breve morirá poco después de pleuresía. El rey español, Fernando VII no reconocerá los Tratados de Córdoba. En los hechos, con la firma de estos tratados será arreado el estandarte virreinal que ondeó en la Nueva España desde el siglo XVII, un lienzo de seda en forma de cuadrado, de color pardo leonado, con la cruz de San Andrés al centro, de color morado.
La participación de Ramos Arizpe
El clérigo Miguel Ramos Arizpe, mexicano en las cortes españolas, pudo ser un promotor de que don Juan de O’Donojú navegara a la Nueva España como capitán general y político para sustituir al virrey Apodaca. (…)
Ramos Arizpe (15 de febrero de 1775, Valle de San Nicolás de la Capellanía, Provincias Internas de Oriente, Nueva España - 28 de abril de 1843, Puebla de los Ángeles) en realidad se llamó José Miguel Rafael Nepomuceno Ramos de Arreola y Arizpe. (…)
En el año del señor de 1810 fue elegido diputado por Coahuila para las Cortes de Cádiz, España. Viajó al viejo mundo y, según los datos biográficos, destacó como legislador americano (1810-1814). Fue un liberal e independentista. Signó la primera constitución española, la Constitución de Cádiz de 1812, llamada La Pepa (por haber sido proclamada el día de San José).
(….) Sí alguien fue luminaria tras la consumación de la Independencia de México fue José Miguel Rafael Nepomuceno Ramos de Arreola y Arizpe. Su colega don Juan de O’Donojú había firmado los llamados Tratados de Córdoba y entró -enorgullecido como pavo real, a la ciudad de México, entonces capital de la ex provincia española de España- con el Ejército Trigarante, pero rehusó firmar el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, aquel 28 de septiembre de 1821. (…)
Guadalupe Victoria: pieza clave de la independencia
Honor a quien honor merece. Guadalupe Victoria no firmó ni el Plan de Iguala ni el Tratado de Córdoba con los gachupines y trigarantes. No es justo. Tampoco entró con honores a Ciudad de México, ni firmó el Acta de Independencia, es más, ni los mexicanos lo recuerdan. Pero fue pieza clave de nuestra Independencia.
Era muy joven cuando fue reclutado por el generalísimo Morelos en las costas del sur. Fue en el año del Señor de 1810-1811. Es más, se llamaba José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, luego, en la toma de Oaxaca, que en ese entonces se le llamaba la Antequera (1812), se hizo apodar: Guadalupe Victoria (…)
Morelos le echó el ojo, bueno los dos, porque sabía que era un cuadro militar que despuntaba y tenía madera como para construir una presidencia. Así era el generalísimo.
No pienso contar la historia de ese joven que se volvió presidente de México, de hecho, el primero. Me interesa contar cuando lo daban por muerto o quizá, de parranda… Ni una ni otra. Victoria seguía peleando por la independencia, cuando don Juan de O’Donojú y Valero Bernabé arribaron al puerto de Veracruz. (…).
Aclaración: la versión completa del articulo puede leerse en: https://revistadecentroamerica.org/index.php/america-latina/109-mexico-los-tratados-de-cordoba-y-el-plan-de-iguala-para-consumar-la-independencia-de-mexico