Por Ana Mendoza
Madrid, 6 sep (EFE).- El escritor argentino Alberto Manguel arremete con dureza en su nuevo libro, "La ciudad de las palabras", contra los grandes grupos editoriales que tratan la literatura como "productos de supermercado", y asegura que esos editores "son culpables de un crimen contra la humanidad".
"Debería haber un tribunal internacional que los juzgara, porque están matando la imaginación, la creatividad y son responsables de convertir a los lectores en consumidores de basura", afirmó hoy Manguel en una entrevista con Efe en la que habló de esta obra, recién publicada por RBA.
El conjunto de ensayos reunidos en "La ciudad de las palabras" lleva el significativo subtítulo de "Mentiras políticas, verdades literarias" y es fruto de una serie de conferencias que Manguel (Buenos Aires, 1948) dio en Canadá, en un ciclo protagonizado en otras ediciones por escritores como Doris Lessing, Margaret Atwood o Carlos Fuentes.
A lo largo de 180 páginas, Manguel reflexiona sobre la relación de la literatura y el mundo y plantea preguntas para las que muchas veces no hay respuestas, entre ellas cómo ayuda la ficción a percibirnos a nosotros mismos y a los demás o si puede servir para cambiar el mundo.
El autor de "Una historia de la lectura", su libro más famoso, es una persona reflexiva y serena, pero cuando algo le parece mal lo dice sin rodeos. Eso sí, lo dice con una educación exquisita, cultivada en esa inmensa biblioteca de 35.000 volúmenes que posee en su casa de Mondion, en Francia.
Y en esta nueva obra critica a los políticos y a todos cuantos tratan de manipular el lenguaje; a quienes no admiten al otro y no toleran las diferencias y a esos ministros de Economía que, tras la crisis financiera de 2008, dieron millones de dólares a los bancos y "dejaron en la miseria a cientos de miles de ciudadanos 'sobrehipotecados'".
"Tenemos un sistema económico que ha demostrado no funcionar y, en lugar de cambiarlo, lo mantenemos. Es increíble que aceptemos esto. Estamos viviendo como ovejas, porque se nos masacra y luego se utilizan nuestros huesos para construir los edificios que necesitan aquellos que nos han masacrado", indicaba Manguel.
A Manguel le "desespera" la superficialidad y la rapidez que, desde ámbitos tan diferentes como la política, la publicidad o el mundo editorial, se trata de imponer al ser humano, y defiende cualidades "casi perdidas: la profundidad de la reflexión, la lentitud del avance, la dificultad de la empresa".
"Pensad menos y trabajad más". Esta frase que la ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, pronunció en 2007 y que Manguel recordó hoy, resume lo que los políticos esperan de los escritores en particular y de la gente en general. Y es que, como sostiene en su libro este escritor, traductor y editor, la "gran riqueza de la literatura", y su "dificultad", es que "no es un dogma. Expone los hechos pero no da respuestas concluyentes".
Los escritores, añade, deben someterse a largos períodos de observación y reflexión "para crear una literatura que ilumine su tiempo, arrojando luz sobre el pasado y el sobre el futuro, como recuerdo o como advertencia".
La literatura poco puede hacer ante las grandes catástrofes o las guerras, pero sí puede servir de consuelo o de "punto de equilibrio".
Primo Levi cuenta que en el campo de concentración le solían pedir que recitara algo de Dante y él citaba "casi de memoria" el pasaje del encuentro de Dante con Ulises en el infierno". Aquel texto le servía a Levi y a sus compañeros "para superar su propio sufrimiento y para seguir adelante", comentaba hoy Manguel.
Al escritor argentino, "en situaciones muy difíciles", la literatura le ha servido también "de consuelo" y le ha recordado que "hay otras formas de vivir y de ser". Alberto Manguel acude a clásicos de diferentes épocas, como la "Epopeya de Gilgamesh" o el Quijote, para ilustrar las tesis que defiende en "La ciudad de las palabras" y para reflexionar sobre la validez de la literatura.
Ese tipo de literatura que él propugna, fruto de la reflexión y del conocimiento, tiene poco que ver con la que tratan de imponer desde hace años los grupos editoriales que están en manos de "los grandes grupos financieros", y eso lo considera "muy grave".
"Las grandes editoriales 'formatean' los libros como si fuera un producto de supermercado, un par de zapatos, y muchos escritores se prestan a ello", aseguró Manguel, quien no dudó en afirmar que esos editores "son culpables de un crimen contra la humanidad".