Opinión Libre


Por Camilo Salvadó, PICTA AVANCSO*

  1. Corrupción, ceguera histórica y teatro político

El domingo 27 de agosto, el señor presidente, haciendo gala de sus dotes actorales, apareció en un video declarando Non Grato a Iván Velásquez, jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), y ordenando su inmediata salida del país.

Desde entonces a la fecha, los guatemaltecos hemos tenido que asistir (o participar) a una aburrida obra de teatro titulada “Jimmy contra Iván”, la cual resulta difícil entender si es una obra épica, una tragedia o una comedia. Vamos por partes.

Primero, debe decirse que ya no sorprenden las desesperadas maniobras y ni los repetitivos discursos orientados a obstaculizar el trabajo de la CICIG. Que ya no sorprenden las constantes noticias de actos de corrupción. Lo que sí sorprende, valga la redundancia, es que la gente aún se sorprenda por esas noticias.

Sorprende que las personas aún se escandalicen, y que muchos afirmen que “se perdieron los valores” (¿cuáles valores?), que “en los gobiernos militares no había corrupción” o que “la corrupción inició con los gobiernos civiles”; que los empresarios que han confesado actos de corrupción sean vistos como “víctimas” y no como “colaboradores eficaces” de la misma.

Segundo. En realidad no se trata de “Jimmy contra Iván”. No se trata de ver quién de los dos es el más valiente ni de quién es más de a sombrero. ¿Por qué tanta insistencia en ver un pulso entre individuos y no una pugna entre grupos de poder? ¿Por qué seguimos creyendo que esto es simplemente una lucha de “los buenos” contra “los malos”?

Visiones tan básicas, infantiles y maniqueas sobre un tema tan complejo y profundo como la corrupción, solo nos llevarán a estar viendo la misma aburrida obra de teatro, con otro título, dentro de algunos meses o años.

Tercero, cuando se usa la palabra “corrupción”, se está aludiendo de forma figurada a un cuerpo (¿el cuerpo del Estado?) que se encontraba saludable pero ya no lo está. Se imagina una forma estatal pura e incorrupta que de pronto fue presa de una “enfermedad” que le corroe o corrompe por dentro. Nada más lejos de la verdad.

La corrupción en Guatemala no empezó con el gobierno de FCN, no empezó con el gobierno del PP, ni con el de la UNE (ni con los gobiernos civiles de 1987 a la fecha, si a eso vamos). En otras palabras: eso que llamamos corrupción no es una “enfermedad” actual del Estado guatemalteco, es un conjunto de prácticas y relaciones que están presentes en dicho Estado desde su origen mismo.

Las complejas prácticas y relaciones que tan fácilmente hemos decidido llamar corrupción siempre han estado allí, aunque no siempre las quisimos ver, aunque no siempre les dimos ese nombre. Es un fenómeno antiguo, con raíces, por lo menos, coloniales, y que se prolonga hasta la actualidad.

Lo afirmado es un hecho histórico innegable, que conviene recordar en estos días tan patrióticos, cuando parece importarnos más la bandera y los desfiles, que los niños muriendo por desnutrición. Cuando el Himno Nacional y el nombre de Guatemala hacen que se nos llenen los ojos de agua, pero no nos importa que las grandes corporaciones dejen sin agua a las comunidades rurales.

Una sugerencia: si a usted de verdad le importa Guatemala, entonces apoye las Consultas Comunitarias, apoye las luchas en defensa del agua y de la vida, y olvídese por unos cuantos días de “Jimmy contra Iván”.

  1. ¿Y la Consulta en Cahabón? ¿Y las Consultas Comunitarias?

Frente a un escenario político tan confuso y convulso como al que nos ha tocado asistir el último año y en este mes de septiembre, un evento democrático e inspirador como la reciente celebración de la Consulta de Buena Fe en Cahabón, Alta Verapaz, el domingo 27 de agosto, ha pasado desapercibido en los medios de comunicación masivos.

En otros casos, como ya es usual, la celebración misma de la Consulta y el derecho de los pobladores de Cahabón a expresar libremente su opinión sobre los proyectos hidro energéticos OXEC I y OXEC II, han sido objeto de señalamientos falsos, prejuiciados, racistas y trasnochados que no vamos a repetir.

Entre varios otros motivos, la poca importancia que se ha dado en los medios de comunicación masivos a la Consulta de Cahabón, es que el mismo día en que se celebró la Consulta (27 de agosto), el señor presidente, James Morales, levantó el telón y dio inicio  al primer acto de la obra de teatro “Jimmy contra Iván”.

Hoy la obra de teatro se ha hecho más compleja e interesante. Ya no se trata solo de “Iván” o “Jimmy”. Ya han aparecido otros actores en pugna: Gobiernos Indígenas, Organizaciones de la Sociedad Civil, Ejército, Grupos corporativos y Cámaras Empresariales, El Congreso, Grupos de Ganaderos de las regiones oriente y norte, Medios de Comunicación masivos, entre otros.

En todos los casos, con contadas excepciones, las pugnas de poder son entendidas y explicadas con una retórica de “buenos guatemaltecos contra malos guatemaltecos” y manejando argumentos muy similares, aunque en apariencia opuestos.

Por otro lado, se entiende, por supuesto, la indignación ante la corrupción (ilegal) y ante el despilfarro (legal) de este gobierno y de los anteriores. Sobre todo, cuando los funcionarios públicos se han embolsado millones de millones, al mismo tiempo que los niños mueren de desnutrición, cuando no hay suficientes escuelas ni centros de salud, cuando no hay maestros ni doctores.

También se entiende que la crisis política desatada por las declaraciones del señor presidente haya acaparado la atención de muchos guatemaltecos, sin dejarles apenas tiempo para poner atención a otros procesos, menos espectaculares, como la Consulta de Cahabón. Pero ¿Cómo podemos hacer visibles los hilos que unen ambos escenarios?

Veamos. Las constantes noticias sobre la corrupción del gobierno anterior, los cada vez más claros indicios de la corrupción del gobierno actual, y eventos como las movilizaciones masivas del 20 de septiembre, han hecho que a muchos guatemaltecos urbanos les parezca insignificante y sin sentido que los habitantes de un “lejano” (desde la perspectiva urbana) poblado rural se opongan “irracionalmente” a proyectos hidro energéticos que “evidentemente” (de nuevo, desde la perspectiva urbana) les traerían “desarrollo” y “bienestar”.

Si los guatemaltecos urbanos tan solo pudiesen ver más allá de la historia oficial, podrían darse cuenta de que la actual lucha contra la corrupción no tiene nada de inédito ni de original. Que sus antecedentes se encuentran en las ya centenarias luchas indígenas y campesinas contra la explotación, la opresión  y la injusticia (lo cual incluye la corrupción).

Con todo lo positivo que han dejado las movilizaciones del 20 de septiembre, sin embargo es necesario refrescar un poco nuestra memoria histórica: ¿Cuántas veces las organizaciones campesinas e indígenas han tenido encerrados a los diputados en el congreso? ¿Cuántas veces han exigido la renuncia del presidente sin obtener apoyo de nadie?

Si los guatemaltecos urbanos tan solo pudiesen quitarse la venda que los medios de comunicación masivos les han puesto sobre los ojos.  Si lo hicieran, dejarían de replicar el discurso corporativo y oligárquico que no quiere ver luchas contra la injusticia y la desigualdad, sino “conflictividad”, “atraso” y “violación del derecho a la libre locomoción”. Dejarían de tragarse el discurso pro-empresarial y anti-comunal, teñido de un racismo que más que añejo ya resulta putrefacto.

Si así fuese, comprenderían que la lucha contra la corrupción en realidad está mucho más próxima que lo que creyeron a las luchas de CODECA, del CUC, de UVOC, de Plataforma Agraria, del CPO, del CPT, del CCDA, de tantos otros.

Comprenderían también que en la Consulta de Cahabón y las más de 90 Consultas Comunitarias ya celebradas, hay en juego mucho más de lo que parece evidente. Comprenderían que los 26,526 votos en contra de OXEC I y II, pesan más que los 11 votos a favor, y que las trilladas “inversión privada” y “certeza jurídica” o que los 107 votos de los diputados a favor de la impunidad.

Comprenderían que hay otras formas de “desarrollo”, de “bienestar” y de “democracia”  muy distintas a las que nos han vendido por tales. Que la racionalidad capitalista no es la única. Que la gente consultada en Cahabón y en más de 90 Comunidades en todo el país, está luchando por la vida de todos, por el agua de todos.

Si los guatemaltecos urbanos tan solo se atreviesen a ver más allá de sus propias narices, se rompería el muro que nos divide, y se tenderían muchos puentes, se forjarían alianzas necesarias para fundar otra Guatemala. Una Guatemala donde quepamos todos, donde nadie tenga que morir de hambre o sed, mientras otros despilfarran la riqueza y los elementos naturales.

* Investigador del equipo Pueblos Indígenas, Campesinos, Capitalismo, Territorios y Ambiente (PICTA), de la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO). Las dos partes del artículo fueron editoriales del noticiero radial Maya K’at, el 12 de septiembre y 3 de octubre del 2017

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