Por Max Arturo Herrador Maravilla
Periodista y escritor independiente
Imagínense escribir un análisis electoral en El Salvador en medio de una pandemia sin recibir más de algún improperio por algún lector, teniendo en cuenta que los titulares son ahora la noticia completa para muchos.
La insalubridad mental resulta ser el común denominador en este proceso. Este es un país que le cuesta desmarcarse de un periodo de post guerra porque nunca se dieron las condiciones de una reconciliación nacional, es un país (al igual que muchos) donde el hartazgo de la población hacia la sociedad política llegó a un punto álgido, en paralelo a una pandemia que arrincona al ciudadano de a pie al distanciamiento social y a una precariedad económica.
Como me decía un doctor en salud mental con quien suelo platicar sobre estos temas: “Es una receta para una tormenta social perfecta que produce a gran escala: violencia, intolerancia y agresividad”.
Las redes sociales son el nuevo medio masivo de comunicación, pero tiene a diferencia de los tradicionales multi-direccionalidad en el mensaje, es decir, en su retro alimentación se convierten en verdaderos campos de batalla entre personas que se dejan manipular por una guerra política bien pensada, una guerra sucia con centros troles, sitios de periódicos en línea sin nombres ni apellidos , y por supuesto, una bandada de tontos útiles; juntos forman una oleada de mensajes de odio y atomización de la verdadera problemática que se vive.
Por desgracia tenemos líderes de opinión, columnistas, comunicadores, youtubers, influencers, que lo saben a la perfección y en forma perversa sacan rédito de eso.
De tal manera vemos a aspirantes a cargos legislativos y municipales con sus propias plataformas comunicativas donde destilan mensajes de confrontación con el mero objeto de ganar adeptos, o bien, tergiversan la información a sus anchas; vemos a youtubers que con tal de monetizar sus canales dan rienda suelta a un vocabulario soez y a conclusiones circenses.
Por desgracia el periodismo como tal y el gremio aun no terminan de entender cuál es su verdadero rol y son asfixiados por una marejada de insultos, los cuales en muchos casos tienen un motivo de ser.
En este ambiente donde el escenario político es agresivo e insalubre, las verdaderas propuestas de país salen sobrando, y los rostros nuevos de pensamiento frescos que tanto necesita la cosa pública no tienen oportunidad de un debate constructivo.
El insulto y el achaque es la bandera con la que el político mediocre se promociona, generando audiencias a base de exaltar pasiones y bajos instintos, sin sopesar las consecuencias que sus actos comunicativos conllevan.
Por lo tanto mis estimados amigos les invito a buscar entre las casillas de abajo rostros y no banderas, animando a toda la gente a salir a votar por caras y no por dogmas.
Vote por quien quiera pero hágalo por una propuesta clara, la que le convenga y la que más le parezca. Si vota por bandera o por las casillas de arriba (que es igual) estará votando por más de lo mismo.
Y para terminar les dejo estas dos preguntas a manera de reflexión a cada quien:
¿De dónde sale el dinero de la campaña electoral de algunas candidaturas que lo hacen de forma desproporcionada?
De todo se ha hablado en esta campaña pero sobre el tema del narcotráfico y el lavado de dinero nada, ¿acaso no creen que eso es extraño? Tomando en cuenta que el triangulo del norte centroamericano son tres narcoestados, manipulados a través de los años por líderes parias de la política internacional.