Por Armando Tezucún

El gobierno imperialista de Donald Trump continúa imponiendo su agenda a los países del Triángulo Norte de Centroamérica. El pasado 27 de marzo, en Honduras, la Secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen (cuya renuncia al cargo fue anunciada por Trump el domingo 7 de abril) se reunió con los ministros de seguridad de Guatemala, El Salvador y Honduras, firmando 10 acuerdos que implican cambios importantes en cuanto a las medidas conjuntas de seguridad.

Según Nielsen, el objetivo de estos acuerdos es “mejorar el trabajo que se desarrolla en las fronteras de los países”, para contrarrestar el crimen internacional y la migración (Prensa Libre 30/03/19). Esta es ni más ni menos la agenda que impulsa Estados Unidos, porque afecta a su seguridad fronteriza, pero pasa completamente por alto las necesidades de los países de la subregión, en lo que toca al combate a la pobreza y pobreza extrema, falta de empleo y violencia, que son las causas de la enorme oleada migratoria a la que asistimos desde el año pasado.

Entre los compromisos está el desarrollo de operaciones conjuntas entre las policías de los tres países. También se propone al análisis y revisión del Manual Regional de Procedimientos Migratorios CA-4. Éste permite el tránsito de personas entre los países del Triángulo Norte, incluyendo además a Nicaragua, mostrando solamente el documento de identidad; la alteración del manual en el sentido de agregar restricciones, significaría un enorme retroceso en los esfuerzos de integración entre los países del área en cuanto a la libre movilidad de los ciudadanos, en un momento en que las burguesías han dado pasos adelante en el tema de integración aduanera. También se aprobó un documento que busca homologar las diferentes leyes referentes al tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas; el análisis de este documento se presentará en el Foro Interparlamentario de los Países del Triángulo Norte en junio.

Otros acuerdos incluyen la integración de tecnologías de comunicación fronteriza, capacitación en seguridad fronteriza a nuevos policías, la homologación de sistemas pre chequeo y control biométrico y la consolidación del desarrollo del intercambio de información e inteligencia migratoria. En resumen, el aumento y tecnificación de las medidas represivas contra la población migrante y no migrante del área en las fronteras, que estará expuesta a los abusos de las distintas policías.

Los gobiernos serviles del Triángulo Norte no hacen más que inclinarse ante la representante imperial, olvidándose de las necesidades urgentes de la población, que la empujan a emprender masivamente el duro viaje hacia el norte en busca de mejores oportunidades.

Las bravuconadas de Trump

Unos días después de la reunión de Nielsen con los ministros de seguridad, el presidente Trump anunció el 29 de marzo que inició un proceso para cortar la ayuda exterior a los países del Triángulo Norte, como represalia contra la supuesta falta de interés de los gobiernos por poner freno a la los numerosos contingentes de migrantes que buscan mejores oportunidades en el norte. En sus acostumbrados twitts, Trump aseguró “Honduras, Guatemala y El Salvador han tomado nuestro dinero durante años y no están haciendo nada” y “Estamos pagando cantidades tremendas de dinero y no vamos a pagar más porque no han hecho nada por nosotros. Ellos ponen en marcha estas caravanas” (El Periódico 30/03/19).

El sábado 30 el Departamento de Estado informó al Congreso su pretensión de “ejecutar la directriz del presidente” y “finalizar los programas de ayuda exterior para el Triángulo Norte correspondiente a los ejercicios fiscales de 2017 y 2018” (ElPaís 30/03/19). Junto a este anuncio, el energúmeno presidente Trump amenazó con cerrar la frontera con México, de tres mil kilómetros de extensión, para impedir el ingreso de migrantes.

El uso del dinero que aporta Estados Unidos a nuestros países tiene que ser aprobado por el Congreso. En 2018 los montos ascendieron a US$ 120 millones para Guatemala, US$ 80 millones para Honduras y 58 para El Salvador. En 2017 las cantidades fueron 140 millones para Guatemala, 95 para Honduras y 73 para El Salvador. El dinero que Trump amenaza cortar son  fondos que aún no han sido ejecutados de estos años, unos US$ 500 a 700 millones. Pero la propuesta de Trump sin duda se encontrará con la oposición de los senadores demócratas, que son mayoría en la Cámara de Representantes, algunos de los cuales la han calificado de temeraria, irresponsable y contraproducente. Según el senador demócrata Robert Menéndez “La ayuda exterior de Estados Unidos no es caridad. Es una herramienta de nuestros intereses estratégicos y financia iniciativas que protegen a ciudadanos estadounidenses” (El Periódico 30/03/19). Un grupo de representantes demócratas que visitó El Salvador, entre ellos el conocido Eliot Engel, declaró “mientras visitamos El Salvador para evaluar la importancia de la ayuda de Estados Unidos a Centroamérica…nos sentimos muy decepcionados al enterarnos de que el presidente Trump tiene intenciones de cortar la ayuda a la región…El enfoque del presidente es totalmente contraproducente” (Idem).

El dramático incremento de migrantes

Las autoridades fronterizas estadounidenses han informado del aumento exagerado de la migración procedente de Centroamérica, cada vez más integradas por familias enteras y niños. De manera que, al juntarse con la falta capacidad adecuada para su atención, ha provocado una verdadera crisis humanitaria. Según el jefe de la Patrulla Fronteriza, se estimaba que para fines del mes se superarían las 100 mil detenciones en marzo; en marzo de 2018, esta cifra fue de 37,390, un 167% menos (Prensa Libre 30/03/19). A este ritmo, al finalizar el año fiscal la cantidad de migrantes detenidos podría llegar a 1.6 millones.

Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, hasta la fecha se detectó un aumento de más del 300 por ciento en el número de unidades familiares detenidas, en comparación con el año anterior (La Hora 1/04/19). Estas cifras implican que el componente de programas de ayuda para el desarrollo, del Plan Alianza Para la Prosperidad, no está surtiendo efecto y  nunca llegó realmente a la población más pobre. Si observamos los índices de violencia, el promedio de homicidios por cada 100 mil habitantes en 2018 cerró en Guatemala con 22.4 casos, Honduras, 40, y El Salvador 51, niveles considerados entre los más altos del mundo para países sin conflicto armado (El Periódico 1/04/19).

Recordemos que según el acuerdo original de este plan, de cada cinco dólares, Estados Unidos iba a poner uno y nuestros países cuatro. Por lo tanto, desde el  inicio el aspecto de combate a la pobreza ha sido una farsa, las causas estructurales de la migración siguen presentes más que nunca, de ahí las caravanas de compatriotas que se aventuran al norte y la enorme situación de crisis en la frontera.

¿Es realmente efectiva la ayuda de EE. UU. al Triángulo Norte?

Las airadas declaraciones de Trump sobre el recorte a la ayuda económica nos lleva a reflexionar sobre si realmente ha tenido incidencia sobre la población que se supone beneficiaría. Representantes de los mismos gobiernos del área reconocen que las sumas que ingresan a los países como remesas que envían los migrantes son mucho más importantes que lo que aporta Estados Unidos. Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), esta cantidad ascendió a US$ 22,500 millones en 2018; ante esta enorme suma palidece el dinero que ingresa del norte como ayuda al desarrollo.

Este dinero es operado por la Agencia de Estados Unidos Para el Desarrollo Internacional, y se destina a proyectos focalizados en temas específicos, como protección a niños víctimas de trata, nutrición en comunidades campesinas, apoyo a mujeres y jóvenes víctimas de violencia (en Guatemala); programas de prevención secundaria de la violencia en jóvenes, reducción de la desnutrición y pobreza, prevención de violencia en las escuelas (en Honduras); aumento de empleo para jóvenes en municipios con alta criminalidad, servicios psicosociales a jóvenes y  padres en escuelas ubicadas en zonas de alto riesgo, fortalecimiento de comunidades para prevenir el crimen y la violencia (El Salvador).

Este tipo de proyectos no son más que parches que no remedian los enormes males que el capitalismo particular de nuestros países ha causado a la población oprimida y explotada. Solamente la acción revolucionaria de trabajadores, campesinos, indígenas y la población oprimida logrará los cambios drásticos que solucionen la pobreza y extrema pobreza.

Trump en campaña electoral anticipada

Los exabruptos delirantes del presidente gringo en las redes sociales contra los países del Triángulo Norte y México no serían del todo comprensibles fuera del contexto preelectoral en Estados Unidos. En 2020 habrá elecciones presidenciales, y el empresario Trump ya piensa en su reelección. Se sabe que la suspensión de la ayuda financiera a Guatemala, Honduras y El Salvador solo será posible con el visto bueno del Congreso, y esto lleva un trámite prolongado, que en primer  lugar tiene que vencer la oposición de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes; por lo tanto, es un asunto que será resuelto a mediano, sino a largo plazo.

De igual manera, la amenaza de cerrar la frontera con México es un tema sumamente delicado por las graves consecuencias que tendría a nivel económico, por el flujo comercial de US$ 612 mil millones en 2018 entre los dos países, y el desempleo que traería a ambos lados de la frontera. Al parecer ya Trump dio marcha atrás en esto, al igual que lo hizo con la reforma a los planes de salud aprobados por el presidente anterior Barak Obama. 

Sin duda el temperamental presidente está claro que si quiere reagrupar a su alrededor al electorado que le dio el triunfo en 2016, tiene que retomar los temas candentes del ataque a los migrantes, las reformas al sistema de salud y los recortes a los impuestos.

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