Por Hercilia Cáceres
Entre el 20 y 27 de septiembre se realizó “la semana por el futuro”, con acciones realizadas principalmente el viernes 27. Las acciones, encabezadas por una serie de marchas con las que exigieron a los gobiernos presentes en la Cumbre del Clima, celebrada por la ONU en Nueva York, que tomaran medidas drásticas contra las consecuencias del cambio climático. Según el sitio 350.org, participaron al menos 7.6 millones de personas, en 185 países, en las que participaron 73 sindicatos, 3024 empresas y 820 organizaciones. Las acciones iban encabezadas por la activista sueca Greta Thunberg, quien llegó a Nueva York en un Yate del hijo de la Carolina de Mónaco. “Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos”, fue una de las frases mencionadas a los funcionarios presentes en la cumbre de la ONU.
La realidad del cambio climático es otra y las soluciones no se encuentran dentro de un grupo de gobernantes al servicio del capitalismo, puesto que solo refleja acciones inútiles, en pro de un “capitalismo verde”. Por su parte, es necesario mencionar que la mayoría de organizaciones que participan en las actividades son Organizaciones No Gubernamentales de países que se han enriquecido a costillas de otros países y ahora llegan como salvavidas con luchas de cristal a aprovecharse de la miseria y las problemáticas sociales. Este tipo de discurso es el que sigue favoreciendo al capitalismo, razón por la que otros activistas que se cuestionan la dirección de este sistema, enfocándose en la explotación de la mano de obra y de la naturaleza, la desigualdad social y el beneficio para potencias económicas para enriquecerse de países con economías dependientes.
Organizaciones, empresas, personajes de los países europeos y los Estados Unidos, son quiénes están dando las directrices de como disminuir la emisión gases, con la implementación de políticas superficiales, generando injusticia ambiental. Los países con mayores emisiones de carbono son quiénes principalmente realizan los estudios e investigaciones al respecto, pero se dedican a demandar otros países, evidenciando que su fin último no es disminuir los efectos desastrosos del cambio climático, sino favorecer políticas que benefician sus economías, como por ejemplo la producción de energía renovable.
Greta Thunberg, es solo un peón más que como muchos otros presenta actitudes serviles. Muchos de los países desarrollados económicamente que están promoviendo nuevos ecologismos lo continúan haciéndolo sobre la espalda de aquellos que han empobrecido indiscriminadamente. Además de las energías renovables, las respuestas que se presentan actualmente contra el cambio climático son básicamente el veganismo, producción de biocombustibles, huertos familiares, entre otros, que parecen más una moda y estilo de vida que solo personas con cierto acomodamiento económico pueden darse el lujo de realizar. Sin embargo, las soluciones planteadas son superficiales, son los países con mayores emisiones los que deben poseer más presión y no quiénes dirijan las políticas ambientalistas, saqueando recursos de otras regiones, para presumir su estilo de vida “verde”.
Es utópico pensar, que gobernantes de naciones inminentemente capitalistas reflexionarán y que de un día para otro asumirán responsabilidades. Por ello es necesario cuestionar el modelo de producción económico en el que se encuentra el planeta, que está colapsando y traerá consecuencias devastadoras para los más pobres que ya están padeciendo los resultados de un sistema que no es, ni será sustentable, porque el capitalismo se basa en eso, en la explotación de la naturaleza y de la mano de obra de hombres y mujeres. Si bien es cierto, el cambio climático sucedería, pero con el modelo de vida actual, se ha acelerado exponencialmente, causando efectos que sucederían dentro de miles de años. Por ello es que marchas como la del “Friday for future”, resultan soluciones mediáticas, que llegan a desvirtuar el fondo del problema y dejan un análisis superficial de la problemática ecológica, que no se cuestiona como grandes potencias utilizan esos espacios para beneficiarse de la coyuntura y las buenas intenciones de miles de jóvenes, porque es necesaria la organización y responsabilizar a los verdaderos protagonistas de las devastaciones climáticas.
“Mientras tengamos capitalismo este planeta no se va a salvar, porque el capitalismo es contrario a la vida, a la ecología, al ser humano, a las mujeres” –Berta Cáceres.