Por Eugenio Young
Apenas tomó posesión, Jose Raúl Mulino, una de las primeras grandes decisiones del nuevo presidente de Panamá, fue firmar un Acuerdo Migratorio con el gobierno de Estados Unidos. De esta manera Mulino pretende congraciarse con Estados Unidos y disminuir las presiones en torno al futuro de Ricardo Martinelli.
El pasado 1 de julio, Javier Martínez-Acha, canciller de Panamá y Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, firmaron un memorándum de entendimiento, cuyo texto no fue dado a conocer.
El departamento de Estado de los Estados Unidos emitió un comunicado de prensa, anunciando que los gobiernos de Estados Unidos y Panamá, “promueven la colaboración en el manejo de la migración, incluyendo el apoyo a operaciones panameñas de repatriación seguras y efectivas, que incluya la revisión de casos que requieran protección. El programa de vuelos de repatriación forma parte del enfoque integral regional para abordar la migración irregular”.
El tapón del Darién
La esencia de ese acuerdo migratorio es evitar que decenas de miles de migrantes ingresen al territorio de Panamá, en la zona pantanosa conocida como “tapón del Darién” con rumbo hacia Estados Unidos.
El Servicio Nacional de Migración (SNM) de Panamá estimó que al finalizar el año 2023, alrededor de medio millón de personas habían ingresado clandestinamente a Panamá, con rumbo hacia el norte.
Marcela Escobari, asistente especial del presidente Joe Biden, declaró a la prensa panameña que “la situación en el Darién es insostenible y en muchos casos trágica, y esperamos que esta acción disuada a los migrantes de ponerse a sí mismos y a sus familias en el gran riesgo que implica cruzar el Darién” (CNN, 01/07/2024)
Vuelos y deportaciones
El eje del acuerdo migratorio es simple: el SNM se encargaría de detener a los migrantes, recluirlos para posteriormente deportarlos a sus países de origen en vuelos financiados por Estados Unidos. La administración Biden ya desembolsó los primeros seis millones de dólares para ejecutar el acuerdo migratorio.
Para evitar críticas sobre posible violación a los derechos humanos de los migrantes, las autoridades panameñas deportaran a las personas “sin tener en cuenta la nacionalidad” de los migrantes, y revisaran “rigurosamente a las personas en riesgo de persecución o de tortura”, motivo por el cual no podrían ser deportados a sus países de origen, pero siempre serian deportados.
Desaparecen algunos derechos elementales
Poco a poco, con el pretexto de terminar con la migración ilegal hacia Estados Unidos, en algunos de los países de Centroamérica, como Panamá, por ejemplo, comienzan a derogarse en los hechos el derecho a la libre circulación, al derecho a emigrar y el derecho de asilo. Se ve normal que apresen a miles, los metan en campos de concentración provisionales, y los deporten masivamente.
La crisis capitalista empuja a centenares de miles a buscar una salida para el sustento de sus familias, y al no encontrar un empleo y un salario digno en sus países de origen, el único camino que queda es la migración forzada, en condiciones de peligro. Ese es el verdadero origen de la oleada migratoria hacia Estados Unidos, que tanto demócratas como republicanos buscan frenar.
Petro se suma al acuerdo migratorio
En una reciente reunión en la ciudad de Cartagena, Colombia, cancilleres de Panamá y Colombia, junto a Alejandro Mayorkas, emitieron una declaración conjunta, reconociendo “las amenazas que representan las organizaciones criminales transnacionales que se lucran de la explotación de los migrantes, (…) mejorar el intercambio de información, teniendo en cuenta que los flujos migratorios irregulares que transitan por la frontera entre Colombia y Panamá son de alcance global e involucran a poblaciones de más de 90 nacionalidades, algunos de los cuales entraron a la región por terceros países (…) desarrollaran un plan de trabajo con acciones concretas y realistas que fortalezcan la presencia estatal de Colombia y Panamá en su frontera común (…)” (EFE, 26/08/2024)
El” progresista” Petro se ha arrodillado ante Estados Unidos, bajo el pretexto de combatir la trata de migrantes. Evidentemente, que si existen redes internacionales de trata de migrantes que se lucran de las desgracias de la gente, pero ese no es el problema central.
Mientras exista desempleo, bajos salarios y represión en nuestros países, la gente irremediablemente buscara una salida a su situación personal y familiar. Por esta razón, denunciamos la hipocresía de esos acuerdos migratorios, y defendemos el derecho a emigrar en búsqueda de la felicidad