Por Ernesto Fuertes
Las actuales elecciones para la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (FEUCR) tienen un impacto real y bastante fuerte en el movimiento estudiantil: es la coyuntura política que la mayoría de la izquierda ha acogido de manera permanente a lo largo de los últimos años, pero sin que eso haya disminuido en lo más mínimo la desinformación, la despolitización y desmovilización del estudiantado en el mismo período (y así lo caracterizan hasta las mismas organizaciones que participan en estas ahora).
Abanico electoral
Este año participan 4 organizaciones: Alerta, impulsada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), la coalición Iniciativa promovida por la unidad de acción entre el Movimiento Al Socialismo (MAS) y el Partido Socialista de las y los Trabajadores (PST), Progre impulsada por el Frente Amplio y Alianza Patriótica, y Juntos promovida por el derechista y gobernante Partido Liberación Nacional (PLN).
Aún así, la campaña electoral pasa fugazmente apenas unos días antes de la votación (para estas elecciones se llegó al punto de que se redujo el período de campaña), y en esas condiciones la gente no participa de discusiones o debates reales (si es que tan siquiera hay convocatoria para los debates); solo se conocen algunas consignas pero no se sabe a qué se refieren, ni mucho menos la importancia que esas consignas tienen en la vida concreta del estudiantado
Tampoco se conoce cómo esas políticas solucionan o se diferencian en algo de lo que existe actualmente en la UCR. Lo único que se comunica (como es típico en elecciones) es que existen grupos que son distintos entre ellos, pero sin saber cómo ni porqué. Hasta viéndolo en términos electorales, la población estudiantil ni siquiera tiene altas intenciones de votar: el abstencionismo sigue siendo siempre la mayoría.
Asfixiante institucionalidad
Pero no se trata solo del período de campaña electoral y de votación: la gran mayoría de la población universitaria no conoce nada de lo que pasa ni lo que se decide dentro de esas instancias, puestos, reuniones o comisiones de la FEUCR, teniendo como consecuencia que la única forma posible de politización, organización y movilización reales, sea por fuera, rompiendo con esa institucionalidad.
El mejor ejemplo concreto de esto fue la reciente lucha del FEES: el aparato de la FEUCR está liderado por un partido izquierdista, pero esos espacios no tienen una relación ni significan nada para el movimiento de masas que está afuera de las comisiones y la formalidad institucional.
La consecuencia es que hoy la gente no tiene información sobre el desfinanciamiento que implica la negociación del CONARE-gobierno; no tienen información de que el “diálogo” institucional (método defendido por los partidos Progre y Juntos) significa hablar a puerta cerrada entre “representantes” sin que ningún estudiante pueda intervenir para decir ni hacer nada al respecto (como sucedió con el FEES)
Más aún, el movimiento de bases en la lucha por el presupuesto sí se movilizó y estaba en disposición de organizarse, pero en estos momentos no está realizando una unidad de acción para realizar todas esas actividades de politización y balance entre la comunidad estudiantil, más bien se encuentra fraccionado en una contienda electoral que no va más allá del mes de octubre.
¿Elecciones: Tácticas o estrategias?
Estas elecciones y esa institucionalidad universitarias trazan un paralelo con los espacios electorales e institucionales que existen y son reales en las “democracias” explotadoras en general: los parlamentos, los puestos oficiales e institucionales, no son representativos ni coinciden con las tendencias de las clases y el movimiento de masas en la sociedad que dicen representar. Quienes tienen la mayoría en los parlamentos son los sectores empresarios y burgueses, y los sectores populares y asalariados son una ínfima minoría: es decir, la referencia está al revés de la realidad del movimiento de masas, de la lucha de clases. Por eso lo antidemocrático de esos espacios no está en tener muchos o pocos “revolucionarios”, como representantes dentro de esas instancias, sino en que esas estructuras, aún con cualquier revolucionario dentro, lo único a lo que hacen referencia es a la alienación y la opresión clasista de la población. Esto mismo ocurre dentro del espacio denominado FEUCR.
De ahí que no es nada extraordinario que la verdadera política revolucionaria y de izquierda, con relación a las elecciones de la FEUCR, no debe ser la obtención de puestos simbólicos, sino la denuncia explícita, directa y completamente pública (aún desde esos espacios) del fracaso antidemocrático de esa institucionalidad dentro de la UCR.
Los participantes no denuncian al sistema
La tarea de la izquierda, su prioridad sistemática, no-coyuntural[1], está en articular desde las bases un movimiento que pueda politizarse y politizar a otros (por ejemplo con relación al resultado y consecuencias del FEES ahora), con agitación además de propaganda, y que pueda construirse no hacia los aparatos, sino para romper con ellos y movilizarse. Un movimiento de izquierdas tiene que construirse y apoyarse entre las bases hacia la movilización, incluso para cualquier inserción dentro de la institucionalidad formal, y es la denuncia explícita desde dentro de la institucionalidad, la que debe apoyarse en esa organización, politización y movilización de bases, nunca al revés.
Pero ello no significa negar de manera absoluta la participación dentro de estos espacios institucionales y electorales. Una FEUCR izquierdista sí es mejor que una FEUCR derechista, pero eso no cambia que en cualquiera de esos dos escenarios, la FEUCR en sí sigue sin ser un objetivo o prioridad revolucionaria en lo más mínimo. Muy al contrario, creemos que toda esta denuncia debe hacerse también dentro de esas elecciones, dentro de esas campañas y desde cualquier puesto oficial, por más que estos espacios estén supeditados a la organización extra-institucional.
Pero para tan siquiera empezar a hacerlo, hay que decir abiertamente, en toda oportunidad, que esa institucionalidad no es un “éxito” de “representatividad” o de influencia “revolucionaria”, sino que esas mismas campañas o puestos mismos en los que se está participando, son inservibles para defender los intereses reales del estudiantado (como se vio con la des-financiación de la universidad en el FEES).
La única forma en que se deja de sembrar esperanzas en la anti-democracia capitalista, es si la campaña electoral misma se apoya, explícitamente y como prioridad, en la unidad de acción de un movimiento que es independiente y va más allá de cualquier período de campaña y de espera de resultados electorales. Esta perspectiva no existe ni es real en ninguno de los partidos que participan en estos momentos de la celebración electoral.
El aparato de la FEUCR
En los últimos años, las organizaciones de izquierda dentro de la UCR, más que luchar por movilizar y elevar el nivel de conciencia del movimiento estudiantil, han entablado una lucha por el control del aparato de la FEUCR, con los beneficios económicos que ello conlleva.
Así como en el movimiento obrero existen burocracias, que viven y obtienen privilegios materiales, de la misma forma se produce un fenómeno de burocratización dentro del movimiento estudiantil. En esas condiciones, la lucha electoral se vuelve no una campaña de denuncia contra la esencia antidemocrática del sistema capitalista, y de su expresión concreta dentro de la UCR, sino en una despiadada lucha por el control del aparato.
La actual campaña electoral por la FEUCR repite el mismo esquema de los años anteriores, con alguna variantes, como por ejemplo, el peligro real del crecimiento de la derecha dentro de la UCR, y la unidad de acción oportunista de dos organizaciones que anteriormente luchaban entre sí, como el MAS y el PST. La unidad en sí misma no significa absolutamente nada, si no va acompañada de un programa que promueve la lucha y la movilización, pero este no es el caso.
Una experiencia diferente
Mientras la mayoría de la izquierda dentro de la UCR padece el cretinismo parlamentario, y lucha desesperadamente por el control del aparato de la FEUCR, se ha producido un fenómeno nuevo que debe ser rescatado: la creación del comité por la expulsión de las tropas norteamericanas de suelo costarricense.
Este comité surgió como una iniciativa de organizaciones de izquierda, entre las que se encuentra el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) y muchos activistas de izquierda independiente, incluso con amplia participación de anarquistas, trabajando en una unidad de acción democrática y antiimperialista, que surge desde las bases del movimiento estudiantil.
Este tipo de experiencias, debe extenderse hacia otros temas que aquejan al movimiento estudiantil. Si lo logramos, se estaría construyendo desde abajo, desde la diversidad democrática, un nuevo movimiento estudiantil cuyo principal eje de lucha sea la movilización estudiantil, y no la lucha por el control del aparato de la FEUCR.
[1] Recordaremos que la táctica-estrategia trazada en Enfermedad Infantil del Izquierdismo en el Comunismo de V.I. Lenin pone “siempre” como prioridad la “acción extra-parlamentaria” sobre la actividad electoral, aún si es un período particular (en ascenso o en descenso, en situación revolucionaria o no) dentro del proceso y la dinámica del movimiento de masas.