Por Víctor Artavia
Prensa Socialista Nº 78,
En los últimos meses, la recesión económica estadounidense y la crisis alimentaria y energética mundial, se han profundizado enormemente y repercutido directamente sobre las condiciones de vida en los países centroamericanos.
Esto ha generado que los gobiernos de la región busquen “soluciones” de toda índole ante la crisis, motivo por el cual los regalos energéticos que ofrece Chávez pasaron de ser un peligro ha convertirse en una lucrativa “solución”.
En este marco, Chávez ha extendido su influencia política en la zona, la cual hasta hace muy poco se limitaba al gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, quién solicitó su ingreso al ALBA en enero del 2007. De esta manera, en julio anterior el presidente guatemalteco Álvaro Colom, firmó la adhesión de su país a PETROCARIBE. Más recientemente lo hizo el gobierno de Costa Rica, a pesar de que el presidente Arias es un declarado neoliberal, promotor del CAFTA y que en su momento sostuvo duras polémicas con Hugo Chávez.
Pero más llamativo aún, es el giro realizado por el presidente hondureño Mel Zelaya, quien a pesar de provenir del Partido Liberal y de no presentar con anterioridad el más mínimo tinte de “izquierdista”, terminó solicitando la entrada de su país al ALBA y vociferando contra el imperialismo estadounidense.
Sólo el gobierno salvadoreño del ultraderechista Tony Saca no ha solicitado el ingreso a PETROCARIBE o al ALBA.
Esto se puede explicar en función del pasado reciente del país, lo que conformó un sector de la población con fuertes anti-cuerpos a todo lo que tenga un ligero “tufo” izquierdista, y principalmente a que el FMLN ha gozado de los favores del presidente Chávez por medio de la empresa ALBA PETROLEOS, permitiendo que los municipios presididos por este partido tengan combustibles más baratos y de esta forma aumente su base electoral.
Esta mayor presencia del chavismo en la región está generando un interesante debate entre las organizaciones sindicales y de izquierda centroamericanas. En ese sentido, desde el PST quisiéramos en primera instancia interpretar el por qué los gobiernos centroamericanos se han sumado a estos acuerdos de cooperación del chavismo, y luego caracterizar y tomar posición ante los mismos.
Centroamérica en medio de la crisis mundial
Por sus particularidades económicas, Centroamérica es una de las zonas más fuertemente expuestas a los vaivenes del mercado mundial. Por ello, la recesión en los Estados Unidos y ante todo la crisis alimentaria y energética mundial, han tenido un fuerte impacto en la región.
Esto se debe a que Centroamérica en su conjunto importa la totalidad del petróleo que consume y como fruto de la aplicación del modelo exportador manufacturero, las economías locales abandonaron la producción de granos básicos y se enfocaron en la elaboración de postres, flores y prendas de vestir. Debido a esto, los países del área se ven en la necesidad de importar la mayoría de los cereales que consumen y a la vez son fuertemente golpeados por los altos precios del petróleo.
Indefectiblemente, esto ha devenido en una balanza comercial negativa de la región, puesto que un 31% de sus importaciones en el 2007 fueron por estos rubros. A su vez, esto ejerce una fuerte presión inflacionaria, lo que explica las altas tasas de inflación interanual en cada país: en Costa Rica fue de 15,42%, en Honduras de 9,1%, en Nicaragua de 23,1%, en El Salvador de 9,9% y en Guatemala de un 13,69%.
En este contexto, los gobiernos del área buscan disminuir la profundidad de la crisis y así evitar posibles estallidos sociales, pero ante todo, persiguen subsanar sus pérdidas económicas por medio del saqueo de los recursos públicos.
Esto se aprecia claramente en las pugnas interburguesas que se ha suscitado recientemente en Centroamérica, donde la constante es la pelea sobre el manejo de los fondos públicos y por ver cuál sector de la burguesía se apropia del festín.
Por ejemplo, en Nicaragua la oposición le reclama al gobierno de Daniel Ortega que hasta la fecha no ha brindado cuentas sobre el destino de los recursos generados por el ALBA. En Costa Rica está en curso una pugna sobre el manejo irregular de los dineros provenientes de la cooperación China al país, donde los allegados al gobierno “casualmente” han resultado favorecidos. En Honduras el presidente Zelaya está en un enfrentamiento con un ala de su partido y del Partido Nacional, puesto que se oponen a ingresar al ALBA por “intereses particulares”, ante lo que sus detractores le han acusado de sobornar a varios diputados para aprobar dicha incorporación.
Evidentemente Chávez no ignora esta realidad y de hecho, se aprovecha de la mi sma p a r a c omp r a r c o n “petrodólares” a facciones de las burguesías centroamericanas y garantizarse apoyo político. Esto explica que abriera las puertas de PETROCARIBE al gobierno de Oscar Arias, el cual como señalamos con anterioridad, sostuvo fuertes enfrentamientos públicos con Hugo Chávez. Fruto de esta concesión, Arias no ha perdido el tiempo en alabar las bondades del gobierno venezolano en su reciente gira por la Unión Europea.
Por esto, afirmamos que el ingreso a estos acuerdos de cooperación impulsado por Chávez, no significa un cambio en el carácter burgués de los gobiernos del área. Por el contrario, su ingreso responde en gran medida a las necesidades de las burguesías centroamericanas para hacerle frente a la actual crisis, reduciendo su factura petrolera y muy seguramente adueñándose de una parte de las ganancias que generen estos acuerdos.
¿Qué posición debemos tomar las y los socialistas revolucionarios frente a PETROCARIBE y el ALBA?
Tanto el ALBA como PETROCARIBE son acuerdos burgueses. Más allá de la retórica chavista, ninguno de estos acuerdos de cooperación conducirá al socialismo ni nada semejante por el estilo, tan sólo vienen a subsanar (o al menos eso plantean) moderadamente algunas de las falencias generadas por el modelo neoliberal. Pero también es cierto que ambos acuerdos difieren notablemente de los TLC impulsados por el imperialismo estadounidense, puesto que ofrecen condiciones ventajosas para sus miembros.
Por ejemplo, por medio de PETROCARIBE el gobierno venezolano otorga petróleo en condiciones extremadamente favorables: un 40 por ciento que debe pagarse en 90 días y el otro 60 por ciento es financiado, con un plazo de hasta 25 años para ser cancelado.
En el caso del ALBA, además de los réditos en cuanto al petróleo, aboga por un comercio justo e implementa programas para el desarrollo de la agricultura y empresas locales. A pesar de que presenta un discurso más politizado, no termina de romper con la lógica del sistema capitalista y se queda en simples reformas, muy similar a los antiguos programas “desarrollistas” de mitad del siglo XX.
Esto nos conduce a la siguiente pregunta: ¿qué posición debemos adoptar las y los socialistas ante el ALBA y PETROCARIBE? Desde el PST consideramos que más allá de su carácter burgués, no existe un motivo de fondo para oponerse a la entrada a estos acuerdos de cooperación, puesto que en general presentan condiciones favorables para sus socios.
La discusión verdadera gira en torno a ¿quién y cómo deben ser administradas las ganancias generadas por estos acuerdos? Tal y como apuntamos anteriormente, los gobiernos centroamericanos pretenden enriquecerse por medio de la cooperación venezolana, de lo cual Chávez está plenamente consciente y hace política a partir de ello.
Para muestra un botón: la entrada inicial de Honduras a PETROCARIBE (enero 2008) no contrajo beneficios económicos para las y los trabajadores hondureños, puesto que una buena parte del petróleo venezolano fue acaparado por empresas de capital estadounidense.
Estas mismas empresas se encargaron de revender más caro los combustibles a las compañías térmicas, por lo que se incrementó el costo de la tarifa eléctrica.
Ante situaciones como estas, es imprescindible que las y los trabajadores centroamericanos se movilicen para garantizar que las ganancias de PETROCARIBE y el ALBA lleguen al pueblo trabajador.
Ni los gobiernos de turno ni Chávez están interesados en que esto ocurra. Los primeros tan sólo buscan apropiarse una buena parte del botín, mientras que el segundo sólo desea garantizarse apoyo político por medio de sus confites energéticos.
¡Que los recursos del ALBA y PETROCARIBE estén en función del pueblo trabajador!
¡Movilicémonos para exigir que éstos sean controlados por las y los trabajadores