Por Ramón Sibaja
El Partido Acción Ciudadana (PAC) obtuvo 1.314.327 votos válidos (77,81%), mientras que el Partido Liberación Nacional (PLN) obtuvo 374.844 votos (22,19%). La debacle del PLN no tiene antecedentes: en las elecciones del 6 de Febrero obtuvo 610.634 votos, para abril perdió 235.790 votos.
Pero el triunfo de Luis Guillermo Solís más bien parece una victoria pírrica, ya que el abstencionismo fue del 43%, el más alto desde las elecciones de 1953. Contrario a lo que pretenden vender los grandes medios de comunicación, el gobierno del PAC es quizás el gobierno más débil de las últimas décadas, sin control de la vital Asamblea Legislativa, y bajo la enorme presión de la ilusión democrática de las masas costarricenses, que anhelan una rápida mejoría en su nivel de vida.
Crisis y resurgimiento del PAC
Desde su primera aparición pública en las elecciones del año 2002, Ottón Solís Falla, su fundador y sempiterno candidato presidencial, obtuvo la respetable suma del 26,19% de los votos. En las elecciones presidenciales del año 2006,Ottón Solís perdió la elección en segunda vuelta por menos del 1% de los votos ante Oscar Arias. El PAC estuvo en su máximo apogeo, pero en las elecciones del año 2010, sufrió un grave retroceso. En esa ocasión, Ottón Solís obtuvo el 25,06% de los votos perdiendo por tercera vez la elección presidencial, esta vez ante Laura Chinchilla (46,91%).
La crisis del PAC tuvo su origen en el acercamiento y coqueteo de Ottón Solís con el gobierno de Laura Chinchilla, en un aparente abandono de su tradicional discurso socialdemócrata, antineoliberal. Esta crisis interna del PAC y el desgaste de la figura de Ottón Solís, crearon un enorme vacío político que permitió el surgimiento de un nuevo liderazgo encabezado por Luis Guillermo Solís Rivera
Luis Guillermo Solís Rivera fue funcionario de la Cancillería bajo los gobiernos de Óscar Arias (1986-1990) y José María Figueres Olsen (1994-1998), llegando ser secretario general del PLN hasta el año 2005 cuando renunció. Pero fue hasta el año 2008 que ingresó al PAC. Incluso, para tener derecho a ser postulado como precandidato ante la Asamblea Nacional del PAC, tuvieron que reformar los estatutos de esta organización: solo quienes tuviesen 8 años de militancia podían optar a la candidatura presidencial.
“Hasta aquí la política tradicional (…) Proclamo, como presidente electo, el inicio de una era de acción ciudadana (…) No lo digo con estridencia ni afán populista. La democracia representativa (tradicional) no es suficiente para colmar lo que el pueblo demanda (…) Esta es la suma y el patrimonio de todas y todos (...). Convoco a la unidad nacional” (La Nación 7/4/2014).
Araya propugna por la unidad nacional
Johnny Araya Monge, candidato del Partido Liberación Nacional (PLN), con tono de amargura ha reconocido “que el pueblo votó por un cambio (…) No hay duda de que el desgaste de dos gobiernos consecutivos pasó factura (…) Somos una sociedad políticamente fragmentada. No es posible que la hegemonía de un solo partido político pueda ser exitosa en la conducción de nuestro país (…) Este es el tiempo de superar los rencores. Este el tiempo de superar los odios. Este es el tiempo de superar la confrontación. Este es el tiempo de unir a Costa Rica y nos ponemos a la orden de ese esfuerzo de unir a Costa Rica por encima de las banderas partidarias”(La Nación 7/4/2014).
Araya conmocionó a Costa Rica cuando renunció a presentarse en la segunda vuelta electoral. Esta renuncia tuvo su origen en el abierto boicot del Arismo que controla el aparato y las finanzas del partido, y también por el hecho de que representaba el surgimiento de una nueva corriente renovadora, que por sus posiciones tiende a coincidir más con el PAC que con la corriente dominante dentro del PLN.
Araya ha tratado de asimilar la estocada por la espalda, y con un lenguaje conciliador ha planteado la necesidad de colaborar con el nuevo gobierno del PAC: “Este es el tiempo de superar odios y rencores, de vencer la confrontación y a partir de hoy es el momento de unir a Costa Rica (…) Independientemente de cuál sea la posición en que los costarricenses nos ubiquen (oposición o gobierno), con toda humildad vamos a estar trabajando para unir a Costa Rica, ese va a hacer nuestro norte”(Extra 7/4/2014).
Otros no quieren perder el tren
El expresidente Luis Alberto Monge ha coincidido con el planteamiento de unidad nacional que ha levantado su sobrino Johnny Araya: “(…) los problemas del país son tan graves que no es posible que un solo partido los trate de enfrentar, es necesario un gobierno de coalición, donde se escojan los mejores hombres preparados para los puestos respectivos (…) debemos volver a encontrar los rumbos que llevan al desarrollo sostenible con justicia social” (Extra, 7/4/2014).
Aunque los expresidentes no tienen mayor influencia política, reflejan corrientes de pensamiento dentro del PLN. El arayismo es una corriente que propugna por un gobierno de unidad nacional con el PAC, y aquí es donde se topa con la resistencia del Arismo.
El derechista Movimiento Libertario sufrió un grave revés en las pasadas elecciones, lo que ha profundizado el giro oportunista de su líder Otto Guevara, quien ahora maneja un discurso moderado, esperando colarse en el futuro gobierno: “Nosotros vamos a jugar un rol importante en la Asamblea Legislativa para contribuir con el próximo gobierno. En este barco estamos todos. Si a la próxima administración le va mal, nos va mal a todos, y la idea es que con ese pensamiento y convicción seamos todo lo que esté a nuestro alcance para colaborar” (Extra 7/4/2014).
La pelea por la Asamblea Legislativa
Aunque el PAC ha ganado la Presidencia de la República, no tiene mayoría dentro de la Asamblea Legislativa, por ello ya comenzó la pelea por el control de la misma. Las posibilidades del éxito de un gobierno del PAC pasan obligatoriamente por conquistar una mayoría parlamentaria que apruebe el paquete de leyes que se encuentra estancado en el volátil parlamento. Y aquí es donde comienza el forcejeo de las alianzas.
Conforme la tradición política costarricense, el candidato del PLN que gana la postulación presidencial, también impone a sus fieles seguidores en la lista de candidatos a diputados. Bajo el norte de su política de unidad nacional y de colaboración con el futuro gobierno del PAC, Araya ha dicho: “En lo que yo pueda influir en la nueva fracción (legislativa), no les quepa la menor duda de que será para hacer una oposición constructiva (…) “Todo tiene su tiempo. Este es el tiempo de superar los rencores, de superar los odios, de superar la confrontación y de unir a Costa Rica (…) El liderazgo no se asume por decreto y, por eso, digo que voy a mantener la relación con ellos (los diputados liberacionistas) y tratar de influir en todo lo que me sea posible, pero yo no puedo reclamar un liderazgo por decreto. Me lo tengo que ganar” (La Nación 7/4/2014).
Hasta hace poco, Araya estaba seguro de que los diputados electos del PLN le serían fieles en la derrota y la adversidad, y que desde ese baluarte podría incidir en la conformación del nuevo gobierno. Pero la situación ha cambiado abruptamente. La venganza del Arismo no se limitó solo a obligarlo a renunciar, sino que ahora pretende liquidarlo políticamente, disputándole el control sobre la importante bancada del PLN en la Asamblea Legislativa.
Bernal Jiménez, presidente del Comité Ejecutivo del PLN, ha aclarado que los 18 diputados del PLN no seguirán los planteamientos políticos de Johnny Araya sino las directrices del Directorio Político del PLN, es decir, de la cúpula Arista. Jiménez ha dicho que “evidentemente (el liderazgo de Araya) queda debilitado, sin duda alguna. El Directorio Político es el que dictará la pauta a la próxima fracción. De por sí, don Johnny, como excandidato, tiene un asiento en el Directorio”(La Nación 8/4/2014).
Mal comienzo del Frente Amplio
La derrota del otrora imponente PLN está generando todo tipo de reacciones. Ya hemos visto el giro oportunista del ultraderechista Movimiento Libertario, pero desde la izquierda y los sindicatos también hay síntomas preocupantes.
El Frente Amplio (FA) logró capitalizar por la izquierda el enorme descontento social de las masas costarricenses, obteniendo un 17% de los votos en las elecciones de febrero de este año. Pero durante la campaña electoral el FA tuvo una actitud zigzagueante en relación al PAC. Primero intentaron construir una gran alianza, la cual fracasó. Después, José María Villalta reconoció que durante la campaña el “PAC empezó a reproducir discursos violentos y de intolerancia (…) Estamos a la expectativa, no sabemos con cuál PAC vamos a lidiar, si con el PAC que compartió luchas o con el PAC que acogió la campaña del miedo”. (La Nación, 7/2/2014).
Posteriormente, en relación a la segunda vuelta, aunque no llamó a votar abiertamente por el PAC, si llamó a votar libremente “de acuerdo a como les indique su conciencia”. (El País 14/2/2014).
Pero ahora que se ha consumado el triunfo electoral del PAC, el FA ha vuelto a girar hacia éste, solicitando que “que gobierne para las grandes mayorías dando prioridad a las personas empobrecidas, explotadas y discriminadas; que respete y defienda los derechos de las personas trabajadoras y avance en el cumplimiento de los derechos humanos; que respete y defienda la sustentabilidad ecológica. En todo lo que haga en esta dirección de progreso, podrá contar el nuevo Gobierno y don Luis Guillermo Solís siempre con el respaldo del Frente Amplio”. (El País, 8/4/2014).
Es un mal comienzo, porque el FA está arriesgando todo el capital político que ha logrado acumular durante el proceso electoral. Aunque el discurso electoral del PAC sedujo a las masas costarricenses, es muy poco probable que el gobierno del Luis Guillermo Solís cumpla sus promesas electorales, debido a los compromisos que está adquiriendo con las cámaras patronales y las fuerzas de derecha.
Una cosa es emplazar al futuro gobierno del PAC a que cumpla sus promesas, y otra es creer que las cumplirá. Si el FA apoya al gobierno del PAC desde la Asamblea Legislativa corre el riesgo de perder todo lo que ha conquistado. Las bases del FA deben discutir esta orientación de su dirección que amenaza con destruir al FA como fuerza electoral de izquierda.