Por: Alberto Castro
Para nadie es extraña la candidatura de Nayib Bukele, para las elecciones presidenciales del 2023, quien busca ser reelecto y para ello mediante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), controlada por él tiene vía libre para hacerlo, este escenario da lugar a debates mediáticos, trasladándose en críticas y respaldo, lo cual ha montado una atmósfera de apoyo y rechazo, en este terreno aparecen quienes fijan posturas claras y definidas, es precisamente acá donde para sorpresa de nadie públicamente dirigentes de organizaciones populares y sindicales ha expresado su apoyo hacia el bukelismo. En un acto público realizado el martes 27 de septiembre un local ubicado entre la 15 y 17 avenida norte, en San Salvador, el Movimiento Poder Popular dio a conocer su apoyo a la reelección de Bukele.
¿Qué es el Movimiento Poder Popular?
El 1 de mayo de 2021 salió a luz pública durante la marcha conmemorativa el Movimiento Poder Popular, en un bloque de organizaciones sindicales y populares que marcharon armoniosamente hacia Casa Presidencial (CAPRES), donde lejos de una gesta de lucha, aconteció como si de un acto litúrgico se tratara, quedando resumido en apoyo descarado hacia el bukelismo, en aquel histórico día donde dio los primeros pasos para preparar las bases de una dictadura.
Desde entonces hasta la fecha este movimiento se caracteriza por representar el rostro del corporativismo enquistando dentro de los sindicatos de trabajadoras y trabajadores, su coordinador general, Roswal Solorzano y sus diez representantes departamentales son fiel reflejo de una actividad colaboracionista, la fortaleza de estos chocarreros se basa en apoyo y acompañamiento hacia el Gobierno de quien reciben la venía como representantes sindicales en negociaciones y apariciones públicas con el Ministro de Trabajo, Rolando Castro, mediante esta pifia han logrado embaucar a trabajadoras y trabajadores, quienes fuera del recinto político están ahí porque creen en la posibilidad de derogar el Sistema de Ahorro de Pensiones (SAP), y pasar dicha administración a la esfera pública con participación directa de la clase trabajadora, ven viable negociar por mejoras salariales y prestacionales, convence la idea que al estar en contacto directo con el Gobierno es posible lograrlo, lo cual es falso.
El nombre Poder Popular es una burda imitación de la Unidad Poder Popular de Chile, coalición política electoral compuesta por partidos de izquierda, así como organizaciones populares y sindicales, creada en 1969 llevó a la victoria electoral a Salvador Allende en 1970. Por supuesto que nada tiene que ver aquella gran coalición cuya plataforma basada en el consenso amplio y democrático, donde tenían injerencia las organizaciones obreras a esta grosera imitación (inclusive han adoptado el himno de Unidad Poder Popular), en la cual se por encima se alzan estructuras políticas ajenas a los intereses genuinos de la clase trabajadora.
¿Qué busca el Movimiento Poder Popular?
Se sabe que parte de los propósitos de crecimiento interno de Poder Popular es extender su presencia territorial de los diez departamentos donde tiene presencia los 4 restantes, al mostrar apoyo públicamente al Gobierno, venden la imagen de ser los portavoces oficiales de toda la clase trabajadora y pueblo salvadoreño por ser los autorizados para negociar con el Gobierno, en ello radica su imagen fuerte, pero detrás de esto se oculta algo realmente perjudicial.
Al pasar por desapercibido que dentro de este movimiento se mueve una agenda oficialista, dejamos de comprender existe una dirección autoritaria en el mismo, donde la amplia participación y propuestas surgidas de las bases pasan a ser parte de amalgamas meramente consultivas, pero que no son el eje a seguir, muy propio de las organizaciones cuya principal función radica en establecer el apoyo social a las dictaduras.
Por tanto, es necesario romper con estas perversas direcciones, usurpadoras de la identidad de la clase trabajadora, y construir desde las bases un programa reivindicativo y de lucha, donde negociar no signifique claudicación incondicional, donde la unidad de clase supera a la actual colaboración de clase.