Por: Salvador Belloso
El debate sobre la reelección se ha estancado, de golpe y sin impedimentos, gracias a una Sala de lo constitucional a su servicio, contrariando a la Constitución la cual prohíbe expresamente la reelección, Nayib Bukele correrá como candidato en las elecciones de 2023, las encuestas lo sitúan con altos grados de popularidad, los pronósticos indican que ganará y será reelecto.
El mismo ya se ve victorioso, por tal motivo el debate sobre lo inconstitucional de la reelección empezó a perder fuerza en cuanto se ve cada vez más posible que Nayib Bukele, si obstáculo alguno gane las futuras elecciones. Lo que sigue a partir de aquí define a la oposición del bukelismo, donde una parte se inclina por la participación electoral, y otra es la que queda conformada por grupos de resistencia y lucha contra la dictadura.
¿Cambiará algo la participación electoral?
La oposición actual del bukelismo en la Asamblea Legislativa (AL), es quien reclama ser la máxima referente contra el control absoluto de las instituciones del Estado, donde el partido VAMOS tiene ya pasos adelante, en una escala menor se ofrecen el parido PAIS y Unidos Por El Salvador. Estos grupos políticos tienen en común el pretender ser la opción electoral del oficialismo, se presentan como la alternativa y se están preparando para ocupar ese rol que, naturalmente han de tener, cedido en parte por el bukelismo.
En el fondo legitimarán a la dictadura, pues con su participación darán muestras de ejercicio democrático, lo cual le conviene al bukelismo, el cual en concordia con ellos está por la creación de pequeños partidos satélites como es el ejemplo de JUNTOS, y otros más, esto para mostrar que existe pluralismo y participación democrática en el país, con esta simbiosis el oficialismo, su oposición formal y sus partidos satélites se preparan para el nuevo escenario político salvadoreño que se avecina.
Lucha y resistencia contra la dictadura
Es conveniente plantearse si, en la actualidad existe o da muestras de poder cobrar vida una oposición que no deambule exclusivamente en el ámbito electoral. La izquierda revolucionaria que contempló el ascenso y descenso del FMLN, no ha podido construir espacios unitarios, a pesar que las circunstancias actuales deberían permitir aproximaciones para afrontar en conjunto la lucha contra la dictadura, sin embargo, no existe nada de eso. Es una tarea que se ha de cumplir, la lucha debe ser unificada, sin esto los esfuerzos aislados quedarán en total desventajas frente a la dictadura y su aparato institucional y propagandístico.
Se requiere superar viejos vicios, dejar a un lado discrepancias discutibles, pasar del sectarismo a la conformación de un proceso de lucha y resistencia. Las organizaciones sindicales y populares desempeñan un protagonismo en todo esto, no como escenarios de disputa por captación de masas y de alianzas temporales, sino como vanguardias de clase, capaces de disputar la iniciativa.
La Alianza Nacional por un El Salvador en Paz y el Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular no deben desaprovechar la oportunidad de organizar y aglutinar las fuerzas progresistas y sociales contra la dictadura, deben evitar ser bases de proyectos políticos ajenos a los intereses de la clase trabajadora y de los sectores populares, peor aún ser la plataforma de grupos y partidos desgastados que tanto daño le hicieron al pueblo salvadoreño haciendo posible la aparición del bukelismo.
¿No absoluto a las urnas?
No debe caerse en el error que existe solo una forma de luchar contra la dictadura, y en consecuencia despreciar las otras, aunque no debe obviarse que los espacios de participación están limitados por el oficialismo quien decidirá a quien dejar pasar. La vía electoral no puede rechazarse sin discusiones previas, donde no tiene que realizarse únicamente entre direcciones y elites, debe discutirse desde las bases de las organizaciones sindicales y populares, para garantizar la participación efectiva del pueblo. Así si se va a las elecciones, se tiene conciencia que la participación en las urnas forma parte de la lucha y no por el contrario, donde todo empieza y termina en la vía electoral.